Remedo muralista

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Remedo muralista

El oaxaqueño Gabriel Pereyra ha mandado a una de sus pupilas a defenderlo de los ataques de este “periodista fantasma” que se atrevió a cuestionar su imagen sempiterna junto a Carranza en los muros del Congreso local, como si Pereyra Lanza fuera un héroe de nuestra entidad.

Y es que de veras se pasaron de lanza el entonces presidente del Congreso, Eliseo Mendoza Berrueto, el pintor Gerardo Beuchot y los diputados de la LIX Legislatura local que permitieron el agravio.

Por eso es necesaria una ley de memoria histórica que regule los reconocimientos públicos para evitar los excesos y el revisionismo, como ahora sucede con la escuela “Mariano Narváez”, en trance de perder su nombre.

Y dice la pupila del taconeo equívoco que el oaxaqueño Pereyra está hecho para una portada de la revista “Hola”, aunque no sabemos si como modelo o reliquia, pero cierto es que el protegido de Eliseo no debería estar “inmortalizado” en el Congreso local.

Hay quien dice que este asunto no tiene la menor importancia porque en realidad nadie sabe de quién se trata, inclusive, que todas esas pinturas carecen de calidad creativa y que un grafitero pudo haber hecho un mejor trabajo sin cobrar los millones que cobró Beuchot.

Y salvando la abismal comparación, vamos a citar el ejemplo de una aberración artística del muralismo mexicano que hoy resulta inaceptable y que está plasmada en los murales que Diego Rivera pintó en la Secretaría de Educación de la CDMX.

Esto involucra a Diego Rivera, al filósofo oaxaqueño José Vasconcelos, a Salvador Novo y a la mecenas feminista Antonieta Rivas Mercado.

Diego Rivera pintó los murales en la SEP a instancias de Vasconcelos como secretario de Educación. En ellos, por más de 90 años, han trascendido expresiones misóginas y homofóbicas que ahora resultan inaceptables, por más artista o derechos de autor que tenga Diego Rivera o, como en este caso, su pequeño imitador, Gerardo Beuchot con sus cuadros del Congreso local.

En los murales de la SEP, Diego humilla a Antonieta Rivas Mercado con la anuencia de Vasconcelos, a quien Antonieta apoyó con sus recursos y por el que luego se suicidó en la catedral de Notre Dame. De hecho, Antonieta gastó su fortuna apoyando a pintores, escritores y poetas. Y Diego Rivera la plasmó como una galopina, con una escoba barriendo una revista cultural que ella patrocinó. 

Si las feministas violentas supieran que el “Ángel de la Independencia” es obra del padre de Antonieta, una verdadera feminista, dejarían de vandalizarlo. 

Asimismo, Diego insulta en esos murales al poeta Salvador Novo, en una expresión homofóbica por su reconocida homosexualidad.

En cambio aquí, basta con decir que ni el pintor Beuchot es Diego Rivera, ni el oaxaqueño Pereyra es Vasconcelos, ni su galopina defensora es Antonieta, ni Eliseo es Salvador Novo. No hay comparación alguna. Y por lo mismo, no hay que sacar a Pereyra del cuadro sino hay que sacar esos cuadros del Congreso y guardarlos en alguna bodega pública, en espera de un posible redescubrimiento, allá en la posteridad.


Reflexiones
J. Alfredo Reyes