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Relatos y retratos de Saltillo: Los Serenos; esos guardianes del sueño
Desde el siglo 18 se hicieron presentes en muchas ciudades. En nuestra ciudad el inicio de este desaparecido oficio se remonta la década de los 30 del siglo 19, se mantuvieron activos hasta la llegada de la luz eléctrica a nuestra ciudad.
A finales de 1836 se instalaron en la ciudad 150 farolas, fueron dispuestas a lo largo de las pocas calles que conformaban el primer cuadro de la villa. Las luminarias funcionaban con aceite de origen animal, propiamente de sebo obtenido de animales de ganado menor y mayor. Estas 150 farolas, se presume que fue el primer sistema de alumbrado público de la población.
En 1838 el Ayuntamiento formó el cuerpo de serenos, el cual estuvo regido por un reglamento que especificaba las actividades y obligaciones de los servidores. La tarea principal era encender las farolas que se encontraban en calles y plazas. Una herramienta indispensable para dicho fin era la escalera, la cual formaba parte de equipo de trabajo. Poco antes de las 08:00 de la noche se debían encender y debían apagarse poco antes del amanecer.
Otra labor fundamental de los serenos fue la de hacer de reloj público, por la noche cada 60 minutos, de 08:00 a 11:00 se dejaba sentir el grito característico: “Las 08:00, de la noche y sereno”, todo en relativa calma y serenidad, por ello se le nombró serenos.
CON UNA CLARA CONSIGNA
Los serenos tenían la consigna de llevar a cabo la seguridad, el sosiego y tranquilidad pública. Un importante atributo del cuerpo de serenos, era que podían conducir a la cárcel a toda persona o personas que anduvieran en las calles después de las 11:00 de la noche, por el simple hecho de parecer sospechosas.
Además de ser los encargados del alumbrado público, interactuaban en la prevención y disolución de todo tipo de conflictos como las comunes riñas callejeras, inclusive domésticas.
Para las tareas de vigilancia se hacían acompañar de un silbato, el cual hacían sonar en caso de alguna emergencia, portaban una linterna o farol de mano y algunos de ellos se hacían acompañar de un perro, el can ayudaba en alertar por el menor ruido o situación atípica.
A los serenos se les instaba estar alertas para evitar asaltos, robos, también para estar listos para dar aviso en caso de incendios u otras fatalidades.
Una curiosa iniciativa nació del Jefe Político del Distrito, éste dispuso que con el producto que resultara de las multas aplicadas a los serenos que fueran sorprendidos durmiendo, se formaría un fondo para gastos imprevistos.
Los guardianes del sueño, casi siempre se les asoció con la apacible serenidad nocturna, claro que no siempre fue así. A lo largo de su devenir, los serenos se convertirían en gendarmes, mi hermano Antonio, me sugirió explicar en este espacio el origen de la palabra gendarme.
Proviene del idioma francés, gens de arme, se traduce como gente de armas. Primero serenos, gendarmes y luego policías.
En 1864 la Jefatura Política y Militar del Distrito y el Ayuntamiento decidieron dotar a los serenos de armas de fuego, habían quedado atrás los garrotes o macanas que utilizaban.
LA TECNOLOGÍA LOS HIZO A UN LADO
El progreso fue desplazando las funciones de los serenos, los modernos sistemas de alumbrado de luz eléctrica, los cuales se encendían accionando un solo interruptor, hicieron por desaparecer este singular oficio. Para 1890 las labores de vigilancia cayeron en el cuerpo de policía.
“Será el sereno, pero…” esta expresión tuvo origen en las calles del México decimonónico. Del oficio del sereno nos queda como herencia esta frase que todavía se usa coloquialmente, sobre todo por personas mayores.
La expresión suele ser usada cuando la situación no es convincente, cuando HAY lugar a duda o por desconfianza, será el sereno pero….
Tal vez el origen de la expresión, venga de un borracho trasnochador, el cual percibía algo a la distancia en aquellas penumbrosas calles o escuchaba ruidos, es probable que le resultara difícil distinguir, qué o quién se aproximaba, será el sereno pero no se ve su linterna.
“Será el sereno, pero la función que realizaban aquellos servidores fue importante, contribuyeron a la paz y tranquilidad de las noches del Saltillo de nuestros antepasados.