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Relatos y retratos de Saltillo: Casa del filántropo Henri Maas
Esta casa se encontraba en la calle de Cuauhtémoc, esquina con la que hoy es la calzada Madero. Se construyó a finales de la década de los 90 del siglo 19, situada en la zona que se le conoció como la colonia extranjera, es decir, propiedades alrededor de la Alameda Zaragoza, por ser los dueños todos extranjeros de las fincas.
Tristemente alrededor de los años 40 del siglo pasado esta joya arquitectónica de la ciudad se perdió.
Para definir el estilo arquitectónico de esta mansión, advertimos detalles victorianos. En lo particular reúne ciertas características que la definen como tal. Techos a dos aguas, ángulos rectos, torres en tercer nivel, pequeñas buhardillas, carpintería en barandales exteriores, puntas pecho de paloma, ornamentos de hierro fundido, pararrayos, varias chimeneas para las distintas piezas, ladrillo aparente, paredes sin empaste, techos muy altos.
La propiedad carecía de agua corriente, la compra de días de agua proveniente del arroyo de la presa era algo común para satisfacer las necesidades.
Posa para la fotografía el propietario desde el balcón central de la mansión, la casa perteneció a Enrique Maas, singular personaje que llegó a Saltillo en 1870, proveniente del pueblo de Soest, Westfalia, territorio de la antigua Prusia.
Maas decidió mudarse a Saltillo para iniciar negocios relacionados con la agricultura y de inmediato detectó múltiples carencias y atraso en el campo de la región, además del rezago social de la mayoría de la población.
La falta de bancos y regulación por parte del gobierno en aquellos años, permitieron que el prusiano dedicara parte de su tiempo en prestar dinero; en corto tiempo supo multiplicar su capital y al cabo de unos años logró amasar una fortuna considerable, convirtiéndose en uno de los cinco hombres más ricos de la ciudad de finales del siglo 19.
UN HOMBRE CERCANO A LOS POBRES
Heinrich Wilhelm Maas Markhoff se casó con la saltillense Trinidad Narro Rodríguez, el matrimonio no tuvo descendencia. El licenciado e historiador Miguel Alessio Robles comentó en uno de sus escritos: “Henri Maas presta dinero a los ricos para regalárselo a los pobres”. Mucha razón tuvo Alessio Robles en su aseveración, el señor Maas se caracterizó por su amor a los desamparados, dedicó años de trabajo a procurar el progreso y bienestar de manera desinteresada hacia los más necesitados.
Entre las obras de filantropía del matrimonio Maas Narro, destaca el Asilo Maas-Narro para niñas huérfanas, el cual estuvo localizado en una soberbia casa sobre un solar entre las calles de Purcell y Álvarez, ahí las niñas se les educaba y enseñaban diversos oficios, otra gran obra aportación fue la creación de la Escuela de Artes y Oficios y el inicio de la construcción del templo del Santuario de Guadalupe.
UN HOMBRE DE TRABAJO E INGENIO
Experimentado agricultor, fue dueño de varias haciendas, tales como la de San Juan Bautista, Hedionda Grande, Agua Nueva y muchos otros ranchos. Con el afán de impulsar el desarrollo del campo, gran parte de la fortuna del matrimonio fue destinada a la creación de una escuela de agricultura, la cual llevó el nombre del cuñado de Henri Maas, fruto de aquella noble idea, hoy existe la Universidad Agraria Antonio Narro.
El señor Maas fue consejero y fundador del Banco de Coahuila, tal vez sin proponérselo aquella idea de hacer negocios se transformó en hacer el bien. No hay quien haya hecho una labor similar en el siglo 19.
UNA LARGA Y PRÓSPERA VIDA
Por problemas propios de la edad murió a la edad de 87 años el 15 de marzo de 1911, su última voluntad fue que al morir se le diera entierro en la parte trasera de la llamada casa pinta, lugar donde estaba su obra más querida, el Asilo Maas Narro.