Reinvención y libertad
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Reinvención y libertad
Ilustración: Vanguardia/Alejandro Medina
Seamos libres y luchemos contra cualquier fuerza que nos quiera mantener fuera de la información
En el siglo 21, contra la esclavitud de pensamiento, el mejor antídoto es la educación. ¿Quién de los que pretenden ser el presidente de la República mexicana en el siguiente período sexenal ha expuesto un compromiso sólido para derrotar el bajo promedio en el que de acuerdo a la OCDE se encuentra nuestro país en materia de educativa?
Seguimos estando en una situación de rezago si hablamos de los resultados de la educación básica y media. Me consta que en los pueblos de la ruralidad hay adolescentes que no saben leer y escribir correctamente y pese a eso, sus profesores los fueron pasando de año a niveles superiores, porque el sistema les prohíbe reprobarlos. Tampoco estos estudiantes tuvieron cerca la metodología para agilizar su pensamiento, sólo repetían y memorizaban.
La editora de origen coahuilense Argentina Santa Ana muchas veces planteó la necesidad de enseñar a los niños Lógica y no sólo Aritmética, Español, Ciencias Naturales e Historia.
En lugar de apostarle a la mejora de la educación, hay candidatos presidenciales que le apuestan a incentivar el odio entre colectivos imaginarios prometiendo sacar de la pobreza a los mexicanos, que por cierto suman millones. ¿Por qué no sacarlos de la ignorancia?
Los países en los que ha imperado el populismo no tienen altos estándares de desarrollo humano. En América Latina hay personas como Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y Nicolás Maduro en Venezuela, que son líderes populistas.
Y los países que se esforzaron en elevar la calidad de la educación son los que ahora están innovando en el campo de la tecnología. Y es que existe una relación directa entre una buena educación y la posibilidad de las reinvenciones para cambiar la visión de innovación.
Para reinventarnos necesitamos saber escuchar y estar informándonos permanentemente. Ligar ideas y elementos que se utilizan para una función para establecer una nueva función con mayores alcances. Cristóbal Colón, en ese sentido, fue un reinventor por excelencia.
El genovés capitalizó las experiencias existentes y el conocimiento de instrumentos como el astrolabio y de la cartografía para convencer a los reyes católicos de España de financiar un viaje atravesando el Océano Atlántico hacia el oeste, porque intuía que había otro camino para llegar a Asia y esto era muy importante para Europa, ya que el Imperio otomano dificultaba el comercio con el oriente, y el duopolio de Venecia y Génova dominaban el contexto de la importación de sedas y especies.
Cuando murió, Colón no llegó a conocer que lo que había descubierto el 12 de octubre de 1842 no eran las Indias, sino un continente que, por cierto, ya había sido pisado por siberianos, vikingos, chinos y cartagineses. Sin embargo, fue un hecho que España y Portugal –los estados modernos de entonces– invadieron el continente americano para imponer su religión, usos y costumbres y para propiciar el intercambio de productos, además del mestizaje del que provenimos los latinoamericanos.
En la obra “Reinvention”, de los autores Shane Cragun y Kate Sweetman, a quienes conocí recientemente, se asegura que estamos en la era de la disrupción y que hay que entender que es posible generar cambios radicales en nuestra manera de crear.
Crear para reinventar y reinventarnos requiere un alto grado de libertad en el que toda forma de esclavitud está prohibida. La esclavitud de los gadgets, de las membrecías, de las marcas, del estatus, de la envidia, del egoísmo y de la competencia mal entendida. Seamos libres y luchemos contra cualquier fuerza que nos quiera mantener fuera de la información.