Región Carbonífera: ¿está en una ‘crisis perpetua’?

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Región Carbonífera: ¿está en una ‘crisis perpetua’?

Ya se conoció el resultado de la subasta que, para la adquisición de 330 mil toneladas de carbón mineral, realizó la Comisión Federal de Electricidad. Pero, apenas conocido el resultado de la misma, diversos actores políticos salieron a señalar que dicho contrato no resuelve la crisis por la cual atraviesan los productores de carbón y que sólo es un “paliativo”.

La afirmación es, sin duda, cierta para quienes han dedicado su vida a la explotación del referido mineral y, por ello, no pueden concebir otra forma de actividad mediante la cual ganarse la vida o hacer empresa.

Por otro lado, los dos elementos de la realidad que tienen frente a sus ojos, sin duda retratan para los productores de carbón un panorama ilógico: de un lado, la naturaleza pone a su alcance inmensas reservas del mineral, mismas que pueden seguir siendo explotadas, al ritmo actual, por un siglo más. Del otro, una planta generadora de energía eléctrica, diseñada para quemar carbón mineral, se encuentra a unos cuantos kilómetros de ellos.

La lógica más elemental indica que una y otra cosa se complementan y por ello no existe razón para que la región se encuentre en crisis, debido a que los pequeños productores no tienen cliente al cual venderle el mineral que extraen cotidianamente de la tierra.

El problema, como se ha reseñado anteriormente, es que la lógica resulta insuficiente para entender la realidad de la Región Carbonífera, pues para salvar la crisis no basta que exista una necesidad de un lado y una solución del otro.

En el fondo el problema reside en el hecho de que la quema de carbón mineral para producir energía eléctrica constituye hoy un modo “sucio” de lograr tal propósito, y por ello existe un compromiso internacional –del que México forma parte– para dejar de hacerlo.

Esto quiere decir que la Región Carbonífera de Coahuila no puede seguir basando sus expectativas de sustento y desarrollo para el futuro cercano en la explotación del mineral sobre el cual está edificada. En otras palabras, lo que esta realidad plantea es que la Carbonífera es una región que ha ingresado en una etapa de “crisis perpetua”.

Y la única forma de superar dicha etapa es identificando y abrazando una nueva vocación productiva que permita generar oportunidades para la fuerza laboral que habita la región.

Entre más pronto se asuma esta realidad, menos dolorosa y menos lenta será la transición. Entre más tiempo se aferren los pobladores a la producción de carbón y lo políticos sigan medrando con esta idea, con tal de cosechar votos para su beneficio personal, más costosa será la transformación vocacional de esa zona de Coahuila.

La adquisición de carbón anunciada ayer puede ser sólo un paliativo para la crisis por la que atraviesan los productores, pero la solución no vendrá con la multiplicación de los contratos de la CFE. Por ello, el remedio temporal tendría que verse más bien como una bolsa de oxígeno que debe ser usada para acelerar la transición que, tarde o temprano, deberá enfrentarse.