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"Red Speedo” invita al público echar a volar su imaginación
El público que vaya al New York Theatre Workshop verá algo inusual al entrar: una piscina. No nos referimos a una pequeña piscina para niños o a imágenes artísticas de agua; es una piscina de verdad.
El diseñador de escenografía nacido en Agrentina Riccardo Hernández, quien ha sido nominado al Tony, concibió la audaz piscina de unos 122 metros de largo por 1.2 metros de ancho (40 por 4 pies) para la obra de nado del dramaturgo Lucas Hnath "Red Speedo", que se estrenó el jueves.
"Sabíamos que teníamos que tener el elemento del agua, pero no sabíamos cómo", dijo Hernández durante una visita a su piscina atemperada con luces bajo el agua.
La piscina elevada ocupa el largo del escenario y sus paneles de vidrio permiten que el público vea a los actores nadando, como si se tratara de un acuario de tamaño olímpico. Acero y vidrio sostienen miles de galones de agua.
"Sabíamos que como teníamos agua de verdad, todo lo que usáramos tenían que ser materiales reales", dijo Hernández, cuyos créditos en Broadway incluyen "The Gin Game", "The Gershwins' Porgy and Bess", "Caroline, or Change" y "Parade".
"Red Speedo" trata sobre un nadador que, en la víspera de las pruebas para los Juegos Olímpicos, es implicado en un escándalo de drogas.
Hernández inicialmente consideró sacar algunos de los 199 asientos del New York Theatre Workshop para colocar la piscina junto al público, pero decidió más bien montarla como una especie de instalación. "Al hacer eso, sabíamos que podríamos ser más dramáticos", dijo.
Trabajó de cerca en el diseño con la directora Lileana Blain-Cruz y la directora de escena Terri K. Kohler. Un contratista externo construyó la piscina y el New York Theatre Workshop edificó las enormes paredes curvas de azulejos.
Hernández, respetado por sus audaces ideas y su amor por la funcionalidad, nunca antes había hecho una piscina completa. "He hecho cosas locas pero nunca tuve a un actor de verdad nadando en frente de la audiencia, no", dijo riendo. Y aunque aprendió mucho sobre cómo construir una piscina de verdad, trató de no limitar su visión.
"Para decir la verdad, si hubiera sabido demasiado probablemente me hubiera auto-editado, así que decidí no saber nada más que había que hacerlo bien y orar porque de hecho pudiéramos hacerlo".
El uso de agua en el teatro tiene amplio historial, con ejemplos recientes que incluyen la inundación hasta los tobillos en el Teatro Eugene O'Neill durante la reposición de "Nine" en Broadway en 2003 hasta la fuerte lluvia adentro del Teatro St. James para "Leap of Faith" en el 2012. Esta temporada, el escenario del Studio 54 se convirtió en un lago para "Therese Raquin", pero era poco profundo.
La piscina que Hernández ayudó a construir, con un presupuesto de menos de 100,000 dólares, es algo completamente diferente. Los actores de hecho pueden nadar, la luz se refleja de una manera hermosa y se realza el simbolismo de la obra.