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Recorre Santa Claus el centro de Saltillo
Nada, que se llegó el tiempo de la Navidad y, claro, “El Pitoco”, famoso titiritero de la Plaza Manuel Acuña, tenía que estar ad hoc con la temporada.
Y que se viste de Santa Claus, y que se pone a bailar con sus muleros en el corazón mismo de la plaza con su flamante traje rojo y sus botas negras lustrosas.
La gente, contagiada por el espíritu navideño y ambientada con la música navideña que escupía el altoparlante del titiritero, se acercaba de vez en vez, para dejarle una monedita,
Los chiquillos ni se diga, ya sabe, embelesados con la figura de viejo, no podría decir que panzón porque “El Pitoco”, es más bien delgado, de barbas blancas como la nieve.
Que dónde había comprado el traje, le pregunté, y se río, no con la risa del Santa Claus, sino con la risa de “El Pitoco”.
Que no, dijo, el pantalón rojo y el chaquetín eran un conjunto de pants que se había mercado a 10 pesos en un mercado, no dijo si el de la Guayulera o el de la Centenario.
Y que él mismo, sabrá que “El Pitoco”, además de ser titiritero es costurero, le sabe a eso de mover la aguja, le había pegado las motas blancas para que pareciera, realmente, el traje del Santa Claus.
Y el gorro era otro invento, un cacho de tela que “El Pitoco” habría sacado quién sabe de dónde para confeccionar el gorro.
Lo que es el ingenio, pensé. Y cuando se tiene ingenio lo demás es lo de menos.
Y ahí estaba “El Pitoco”, bailando sus muñecos y la gente pasando: nenes, doñas, trabajadores, el barrendero, el globero, las nenitas guapas que pasan por la plaza.
Y todos una monedita para “El Pitoco”, un saludo cuando menos.
Y “El Pitoco”, gritando frases de aliento, a propósito de la pandemia, por encina de la música:
“No se agüiten, no se agüiten, hay que agradecer que estamos vivos, que estamos acá”.
Quise ir donde “El Potico”, para sacarle unas palabritas, pero él estaba muy ocupado bailado sus muñecos, nomás oí entre el estruendo de una rola colombiana que me decía: “Feliz Navidad y quédate en casa”.