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Reconstruye hijo de Tomás Eloy Martínez a su padre en un documental
Blas Martínez es cineasta pero, además, es uno de los hijos del periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez. En "Entre Perón y mi padre" reconstruye no sólo la memoria de ese hombre que describe como "invisible" para él, sino su propia relación con el peronismo, el movimiento que marcó la vida de su padre y que él mismo terminaría abrazando.
"Viví con mi padre hasta los seis años", confiesa Blas en los primeros minutos de su documental, que se presenta fuera de competencia en el marco de la sección Panorama de Cine Argentino del Festival de Cine de Mar del Plata. De esa época, añade, recuerda pocas cosas: los pies de su padre bajo el escritorio, el humo de su cigarrillo, el golpe de las teclas sobre el papel y las voces de su entrevista con el general Juan Domingo Perón.
Ese recuerdo infantil es el de la legendaria entrevista que su padre le realizara en 1970, durante cuatro días, al entonces ex presidente Perón en su casa de Puerta de Hierro, en las afueras de Madrid, donde se encontraba exiliado tras haber sido derrocado y proscrito en su país.
Aquellas largas e íntimas conversaciones, consideradas un testimonio periodístico único, redundaron en un artículo publicado en el semanario argentino "Panorama" pero fueron, además, el germen de dos de las más famosas novelas del autor de "La novela de Perón" y "Santa Evita”.
Pocos años después de aquella famosa entrevista, Perón regresaría al país y asumiría luego su tercera presidencia, que quedó trunca con su muerte en 1974. Un año después, Tomás Eloy Martínez se veía obligado a exiliarse en Venezuela amenazado por la fuerza parapolicial conocida como Triple A, comandada por el secretario privado de Perón, José López Rega, que sentó las bases para el terror posterior de la última dictadura (1976-1983) en Argentina.
Blas acompañó a su padre en su exilio venezolano, pero cuando cumplió los siete años regresó a la Argentina con su madre y el consejo, susurrado en voz baja, de que mencionara a su padre lo menos posible en la escuela.
"Entre Perón y mi padre" se convierte así en un intento de su hijo Blas de completar la figura de ese padre admirado en todo el mundo, quien seguiría haciendo carrera en países como México y Estados Unidos, pero con el que perdería toda cotidianeidad y no compartiría, en adelante, más que unas vacaciones juntos cada año.
Una de las piezas fundamentales de ese rompecabezas cinematográfico son esas siete cintas de entrevista con Perón que dejó su padre antes de morir en 2010, que Blas repasa una y otra vez en busca de algunos ecos de su infancia.
"Cada vez que escuchaba la voz de Perón no podía dejar de unirla a la de mi padre", confiesa en la película, en la que se lo ve muchas veces junto a su propio hijo pequeño revisitando la iconografía peronista. "En los años en que estuvimos separados, Perón se convirtió en la compañía perfecta", explica.
En su afán de escribir parte de esa memoria familiar llena de espacios en blanco, Blas echa mano de un truco de su padre, quien decía que la historia envidia a la ficción porque ésta puede rellenar los huecos de la realidad.
Es así como acude a varias escenas de viejas películas de Hollywood en blanco y negro –esas que, cuenta, le encantaba ver a su padre cuando ya estaba muy enfermo- para rellenar los tramos de su historia personal para los cuales no tiene imágenes.
De esta forma, Blas va mechando audios de la entrevista de su padre con Perón, escenas de viejas películas, fotos de archivo, cartas familiares, su propio testimonio, entrevistas a su padre y algunas joyas como las grabaciones caseras que hacía el periodista de sus hijos pequeños ("acá está Blas en medio de una rabieta"). O las "cartas habladas" que les enviaba desde el exilio, como una en la que les promete ir a la juguetería a comprarles los muñequitos de la Guerra de las Galaxias que le habían pedido y confiesa: "Sueño con jugar a la lucha y quedarme luego un rato abrazado a ustedes”.
Pero como afirma el propio Blas en su documental retomando una frase del también periodista y amigo de su padre, Horacio Verbitsky, "uno es hijo de sus padres pero es, sobre todo, hijo de su época”.
En ese sentido, el cineasta reflexiona vuelve también sobre sí mismo para preguntarse cuál es "su" Perón ("¿El dictador, el salvador, el asesino?") y cómo esta diferencia marcó también la relación con su padre: "Yo veía pueblo donde mi padre veía ganado".