¿Realmente somos libres de decidir? ¿Qué coarta nuestra libertad de opinión y decisión?

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¿Realmente somos libres de decidir? ¿Qué coarta nuestra libertad de opinión y decisión?

El domingo 18 de octubre se realizaron elecciones para diputados del Congreso local en Coahuila, así como de 21 alcaldías en el estado de Hidalgo. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) una vez más definió la historia de estos estados, al lograr mayoría en las elecciones. En Coahuila mantiene el dominio del Congreso, continuando como partido hegemónico, en el que las prácticas autoritarias y la corrupción han dado forma a un sistema popularmente conocido como la “dictadura perfecta”.

¿Quién ganó o perdió en Coahuila e Hidalgo? Depende de cómo hacemos comparaciones y ubicamos la elección del pasado domingo en una perspectiva más adecuada al momento y al tipo de elección que presenciamos. Si comparamos esta elección con la presidencial en 2018, los resultados obtenidos en ambas entidades representan un fracaso para Morena. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la presencia del ahora Presidente de la República en la boleta, dio lugar a un mayor número de votos para Morena en ambas entidades.

Además de los acarreos y el reparto de despensas y urnas embarazadas, dos de las razones por las que Morena y el PAN –a quien le fue peor– no tuvieron resultados más favorables en las elecciones del domingo pasado, fueron los conflictos internos y las condiciones de concentración del poder de los gobernadores de los estados mencionados, auspiciados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Dichos gobernadores fueron quienes integraron o autorizaron las listas de candidatos.

Haciendo un balance, quienes perdimos fuimos los ciudadanos por el hecho de que todo aquello que promueve un alineamiento de nuestras ideas y forma de pensar está coartando nuestra libertad.

Para el caso de Coahuila, la relación tradicional entre el Congreso y el Gobierno forma parte de una especie de cultura de la sumisión y simulación. La participación del Congreso en relación a las propuestas del gobernador es sólo pro forma.

Estas condiciones han hecho que se extienda la convicción, por parte de la ciudadanía, de la ilegitimidad de legisladores que tendrán mayoría en el Congreso, ejerciendo el engaño como forma de dominación, que se topa con las realidades de polarización en la sociedad mexicana, entre riqueza y pobreza, con la desintegración social.

Cuando hablamos de democracia y de que hay que respetar las decisiones de los ciudadanos, hay que ser conscientes de que esa libertad es muy reducida, nos digan lo que nos digan al respecto los políticos y creadores de opinión. No es cierto que seamos libres cuando decidimos nuestro voto o expresamos nuestras opiniones políticas. Es más, vivimos en un entorno político donde se manipula permanentemente a un gran sector de la sociedad. Desgraciadamente, la política se ha convertido no en la actividad dirigida a garantizar la libertad individual y colectiva, sino más bien en lo contrario, en un ejercicio que conduce al vaciamiento de esa libertad mediante la manipulación de las ideas y los procesos de formación, el falseamiento de la información, la instrumentalización y agudización de nuestros miedos y pasiones.

La realidad política mexicana a lo largo de los siglos 20 y 21 nos ha llevado al cuestionamiento generalizado de la calidad democrática del País. La permanencia en el gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) durante 70 años, dio lugar a lo que el politólogo Giovanni Sartori llamó un “sistema de partido hegemónico”, en el cual el pluralismo político y la participación se ven limitados por la monopolización del poder. En 1990, Mario Vargas Llosa calificó al sistema mexicano como una “dictadura perfecta” caracterizada por la permanencia de un partido que es inamovible.

El PRI ocupó de forma ininterrumpida prácticamente todas las instituciones políticas de México entre los años 1930 y 2018, y en Coahuila e Hidalgo hasta la fecha ha centralizado el poder en todos los niveles de gobierno. Las decisiones políticas del partido determinaron el curso de la economía y la sociedad del País, por lo que hasta la actualidad siguen presentes en la sociedad mexicana vestigios importantes de esta “dictadura perfecta”.

Durante muchos años, poca gente creía que los cambios que se pudieran dar en el País serían impulsados desde las estructuras que ejerce el poder político, social, cultural, educativo y, en definitiva, ideológico. Se requiere una gran participación ciudadana, desde abajo, para vigilar a nuestras autoridades e impulsar los cambios que hacen falta. La primera condición es estar conscientes de la situación, de no ser así, somos a la vez que víctimas, cómplices. La segunda condición es estar dispuestos a trabajar en esa transformación, tanto a nivel colectivo como personal. Esto es lo que haría evolucionar el sistema político actual hacia una verdadera democracia, porque tenemos el derecho a decidir libremente quién queremos que nos represente. Podremos creer lo que queramos, pero lo cierto es que nuestra libertad de opinión y decisión están limitadas por nuestra propia ignorancia.

Mi mayor deseo es que en las elecciones de 2021 se escuche y obedezca la decisión del pueblo y no se coarte la libertad de decidir.