Razonable ajuste al calendario electoral
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Razonable ajuste al calendario electoral
El año próximo, el 7 de junio de 2020, habrá elecciones en Coahuila para diputados al Congreso del Estado. Puede ser la última elección que sea “huérfana”, es decir, que no corra simultánea para otros cargos de elección popular.
Cada seis años estos comicios para legisladores locales van solos. Y por lo general transcurren desolados. Sólo cuando cada seis años coinciden con los de gobernador se ven más concurridos.
Además, si las elecciones de diputados locales y para gobernador de Coahuila no se hacen concurrentes con los comicios federales, el calendario electoral del estado seguirá muy saturado y complejo. Veamos:
En la década (en realidad 11 años) que va de 2020 a 2030, Coahuila tendrá los siguientes procesos electorales: 1) En 2020 para diputados locales, nada más, como ya se dijo. 2) En 2021 para diputados federales y ayuntamientos. 3) En 2023 para gobernador y diputados locales, insisto, de no haber cambio; y 4) En 2024 elecciones federales presidenciales (diputados, senadores y presidente de la República) y también para renovar ayuntamientos.
5) En 2026 otra vez “huérfanas” sólo para diputados locales. 6) Intermedias federales en 2027, sólo para diputados y ayuntamientos. 7) En 2029 para gobernador y diputados locales, y 8) En 2030 comicios federales completos (presidente, senadores y diputados) y para ayuntamientos.
Es decir, en 11 años ¡ocho procesos electorales en Coahuila! Sólo con “descanso” de campañas políticas y demás actividades conexas en 2022, 2025 y 2028. ¿Cómo es posible tanta saturación? ¿Qué electorado la aguanta? ¿Por qué no se hace el cambio de fechas para hacer coincidir ambos tipos de elecciones en pocas jornadas? ¿Quiénes se oponen a un cambio para que los procesos electorales disminuyan y por qué razón? ¿A quiénes beneficia tantas elecciones y a quiénes perjudica?
Empecemos por el final. Perjudica a la vida pública en la medida en que no favorece una mayor participación de los votantes en las elecciones. Así lo acreditan las estadísticas de los últimos comicios, cuando los procesos electorales para gobernador y diputados locales han ido juntos (cada seis años) y cuando sólo han sido para legisladores.
En las elecciones de 2005, 2011 y 2017, que fueron para gobernador y diputados locales al mismo tiempo, los índices de participación electoral en el estado fueron de 52.7, 61.4 y 60.9 por ciento, respectivamente. Y cuando sólo fueron para diputados, en 2008 y 2014, la proporción de votantes que acudió a las urnas fue, en el mismo orden, de 39.9 y 39.6 por ciento.
Lo anterior significa que cuando las elecciones de diputados locales van “huérfanas”, la tasa de abstención electoral se incrementa entre un 13 y 22 por ciento. Se supone que nadie desea un mayor porcentaje de abstencionismo. Hacer concurrentes estas elecciones es la mejor manera de evitarlo. ¿Cómo o cuál es la mejor fórmula?
Como la renovación de las legislaturas locales es trianual, igual que las elecciones federales (unas intermedias –sólo para diputados– y otras presidenciales, cada seis, más complicadas éstas porque incluyen además las de senadores y de ejecutivo federal), lo razonable es que las de gobernador no se acumulen con las presidenciales sino con las intermedias para diputados federales.
Pero antes hay que hacer los ajustes del caso para que unos y otros procesos se empaten. Empezando con las de diputados locales del año próximo, de tal forma que los electos sólo duren un año en el cargo y así lograr que en la elección federal intermedia de 2021 se elijan ya legisladores estatales para tres años.
Y en las próximas de gobernador de 2023 elegir un mandatario sólo por cuatro años (2023-2027), de tal forma que a partir del posterior gobernador este cargo sea ya y en lo sucesivo por seis años, cuya elección sea precisamente concurrente con las federales intermedias. No se avizora una mejor solución.
@jagarciavilla