Rayados y los viejos traumas

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Rayados y los viejos traumas

Foto: Tomada de Internet

Rayados todavía  trae un futbol descosido en su equipaje. El triunfo le cayó bien, pero en el fondo no logró sacudirse ciertos detalles que lo han traumado en el torneo pasado.

Detalles como dar ventajas en la transición defensiva, como desconectarse en la marca en las pelotas aéreas, como perder el sentido de ubicación, como caer en la imprecisión, como precipitarse en los toques que reclaman inteligencia o como exponerse a un estado de vulnerabilidad colectiva.

No son pocos los puntos flacos que ha demostrado en el debut ante Puebla. Tampoco son muchas las certezas que parece ofrecer un Rayados, que se supone, debería estar mejor preparado y más asentado con Mohamed, facilitado por una “continuidad” que exige más realidades y menos experimentos.

Pero todavía es muy temprano para dejar caer un juicio contundente sobre un equipo que apenas lleva un juego y merece el beneficio de la duda.

Sin embargo, ello no lo exime de demostrar más, mucho más. No es un Rayados nuevo, tampoco en formación. Hace rato que debería estar en las puertas de la consolidación, y aún está entrampado en sus dudas. Ganó, y por sus urgencias, es un aliciente, pero sí le serviría repasar cómo lo hizo.

De todos modos aún es muy pronto para saber si la credibilidad de este Rayados se agotará otra vez en lo que hagan sus individualidades ofensivas. La primera impresión parece ser que sí.

Dos goles del debutante Molina y un penalti de Cardona. Nada llegó por elaboración; todo fue por oportunismo, que también cuenta, pero jugar al acierto es menos garante que tratar de anotar por funcionamiento.

Si el equipo funciona, respalda lo que se consigue. Si está débil de coraza, sufre y pone en riesgo lo obtenido. Rayados está en esta fase, como lo estuvo en casi todo el torneo pasado, apostando al beneficio, pero también al borde del precipicio. Llegando y recibiendo mucho, sin punto medio.

No hay otro equipo en la Liga que tenga una fuerza aérea como la que presume Rayados –Montes, Basanta, Molina y Funes Mori-, pero su propia área es un carnaval en cada centro adversario.

Montes y Basanta son los reyes de la desconexión. No se complementan, se duplican. La falta de coordinación en los goles del Puebla no fue algo circunstancial, trae arrastre y el contexto arrastra a los laterales.

Castillo –que quizás no vuelva a la titularidad- se obsesiona en atacar, pero abre extensas avenidas por su banda invitando al desborde ajeno. Siempre ha sido la naturaleza de su juego y es curioso que Mohamed insistiera en lo mismo conociendo las desventajas.

Otro que titubeó fue el portero Domínguez, “sucesor” de momento de Orozco. Pedía una oportunidad y la tuvo. Quién sabe si la vuelva a tener. Sabía que sus obstáculos a superar eran dos: demostrar –cosa que no hizo- y González, el arquero que trajo Mohamed para ser el número uno. El ecuatoriano se autoexcluyó.

Flojo en portería, pobre en defensa y con un Sánchez igual de errático e inexpresivo en el medio, Rayados asomó la cabeza sin dar garantías de que algo ha cambiado o esté por cambiar.

Mohamed, más que nunca, está sujeto a los resultados, pero meter al equipo en esa órbita de ganar como sea puede resultar una imprudencia, tal y como ocurrió en el semestre pasado con los resultados por todos conocidos.


Eso de la “reestructuración” de Rayados, por ahora, es un mito. La “continuidad”, en todo caso, es más creíble, aunque todavía se desconoce si para bien o para mal.