Rayados dignifica su currículum
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Rayados dignifica su currículum
Si algo tiene este Rayados es convicción. Aplicado, siempre ha conseguido pulverizar los propósitos. Mientras no se crea suficiente y asuma que todos los partidos son complejos, sus respuestas son regularmente contundentes. Así fue durante casi todo el torneo.
Rayados ha entendido que para eliminar al América tenía que volver a ser. Sus fantasmales producciones en el juego de ida de la Semifinal, y en el último Clásico ante Tigres le avisaron que por más que tenga poder, si no ayudaba a reflejarlo, no iba a llegar muy lejos.
El sábado, Rayados volvió a conectar los cables del esfuerzo compartido, los de la intensidad sostenida, y los de la ambición ilimitada, retratada en esas ganas de ganar. Y volvió el hambre y se le facilitó el gol.
El equipo de Mohamed dignificó su currículum respaldado en el carácter y a partir de una lectura de querer ser superior al rival y no de sentirse dueño de un futbol absolutista antes de ponerse a jugar.
Su fructífero camino lo ha construido con horas de trabajo, sudando los partidos, sólo que cuando se ha alejado de esos hábitos de ejecución, ha perdido ingenuamente su esencia.
La estridente clasificación a costa del América le ha servido para darse cuenta que si se lo propone, dispone. Igual si no avanzaba, su última imagen, esa de entrega y dedicación, hubiera sido muy buena.
Hoy Rayados es finalista por derecho propio. Nadie le podrá cuestionar que no ha hecho méritos para volver a codearse con el aroma de la gloria.
Sacó fuerza mental en la adversidad y superó dos aduanas dificilísimas. Dejar a Tigres y al América fuera no es cualquier cosa. Tiene una jugosa paga y aporta a la grandeza.
Esa grandeza que Rayados ha construido, en esa permanente consolidación de un grupo y por sus números. Con aciertos de Mohamed y con otras decisiones individuales en la cancha que han sumado sobremanera a la causa.
Un ejemplo es Neri Cardozo, un jugador cuestionado y que de casualidad tuvo que salir al quite ante América por la lesión de Zavala. El argentino, que tiene tantas finales a cuestas como años de vida, se convirtió en un símbolo del empuje. Mohamed ganó con un plan que, de origen, no tenía previsto. Es aquí cuando cobran valor las aptitudes personales.
La generosidad de Cardozo hizo jugar al equipo y realzó la figura de Gargano. Sin ataduras, el uruguayo se soltó, recuperó y asistió con la misma efectividad. Le dio vida a las jugadas de los dos primeros goles. Rayados tuvo balance y un incansable despliegue en el medio, un sector clave que simplificó trazos y aceleró los trámites ofensivos.
No fue menos determinante la participación de Sánchez. Otro uruguayo que necesitaba sacudirse las sombras de la insuficiencia. Esta vez se mostró en posiciones gravitantes e impuso sus condiciones técnicas en zonas donde el equipo más lo necesita: sobre el área adversaria.
El progreso colectivo activó y contagió a Cardona y esa también fue una buena noticia para Rayados. Aunque a su modo –con intermitencias-, el colombiano apareció en momentos oportunos.
Con clase, Cardona firmó dos goles con sentido: el primero para descomprimir tensiones, y el último para garantizar la fiesta. La movilidad de Pabón y la perseverancia de Funes Mori por trascender, también influyeron.
Rayados, en general, ahora sí tuvo un comportamiento futbolístico a la altura de su campaña. Si entiende que la naturaleza de su juego no admite excesos y le hace caso a lo que dicta su convicción, llegar a destino será cuestión de días.