Rayados aún está en proceso

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Rayados aún está en proceso

Rayados necesitaba un rival así, desmoralizado y sin fuerza competitiva, para estimular su creciente músculo y confirmar sus clarísimas ambiciones. Lo menos que podía hacer era eso, aplastarlo.

El Chiapas de La Volpe, de armazón frágil y anímicamente golpeado, no llegó a calificar ni siquiera para el estatus de adversario. Fue mucho menos que ello. Fue más cómplice que resistente y su pronta resignación acabó hasta con su orgullo.

Tomándole distancia al estridente 6-0 en un juego que, para efectos del triunfo, le sobraron goles, y donde estos sólo sirvieron para justificar la alevosía de semejante crimen futbolístico, lo de Rayados estuvo ajustado y dimensionado a una realidad irrefutable.

Monterrey está haciendo camino al andar porque, a diferencia de otros equipos, sabe a qué le tira y ha aprendido a manipular los partidos para conseguir sus propósitos. No ocupa jugar bonito, pero sí requiere de una cooperación sostenida para un mejor equilibrio de esfuerzos. Cuando lo hace, el resultado es un cuadro más rico, pensante y variado.

Ante Chiapas, Rayados manejó los humores del partido a su antojo con un compromiso brutal de los 11. No ha sido así en toda su campaña. Hay que reconocer que esta vez le salieron todas.

Fue inteligente para controlar la ventaja y moderar el ritmo. Fue calculador y oportunista. Tuvo compresión para recuperar, mucha amplitud para atacar, rápida circulación de pelota y profundidad.

Su control fue total porque supo aprovechar todas las concesiones que le ofreció el desarrollo. Mohamed desempolvó la línea de 5, pero lo que cambió fue el dibujo, no así la intensidad. Y eso fue bueno.

La generosidad y la entrega de Cardona, más estacionado en la línea de volantes por la izquierda en el 5-3-2, fue una muestra de que el DT logró meter la idea de que se necesitan más obreros involucrados con la causa y menos romanticismo individual.

Hasta aquí, parece que Rayados la lleva fácil, pero está en el punto más crítico de su ruta. Su mayor desafío es sostener el funcionamiento y conservar el grueso de su riqueza para lo que viene. No es tan sencillo como se supone y menos en equipos que se emborrachan repentinamente de triunfos después de una larga etapa de turbulencias.

El superliderato suele confundirlos y anticiparle el éxito. Y Monterrey no ha ganado nada aún. Caer en una sobredosis de confianza, a estas alturas del torneo, se sabe que es letal.

Es por eso que la labor de Mohamed en tal sentido es y ha sido determinante. Con el fresco precedente de lo que ocurrió frente a Chivas, el DT ya avisó que aquel que no juegue al límite será relevado. Detesta a los conformistas.

Y el ejemplo de Cardona no es un dato menor. El colombiano es un crack cuando quiere y cuando los escenarios traen vientos favorables, pero ya le han inculcado que debe serlo siempre.

El sábado fue un futbolista completo, independientemente del contexto. Estilista para generar y se ensució la ropa para defender. Activo y comprometido. Pabón, igual. Enchufadísimo.

Rayados, en lo general, se vio elástico, ocupando espacios y descubriendo otros. El “desorden” ofensivo volvió a ser envolvente y en estado de conexión absoluta, su fuego interno es intratable.

El detalle con este equipo es que ha sumado mucho, pero su accionar no ha sido siempre tan equivalente y proporcional a su contundencia. Todavía no se sabe si es capaz de regular sus ondulaciones, que las tiene. Está en proceso de ser el mejor de todos. Por ahora, los números le acompañan, pero lo sustancial de su futbol todavía no le garantiza nada.