Raúl Vera, el encubridor

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Raúl Vera, el encubridor

Lo he dejado por escrito antes en este espacio, pero nunca estará de más insistir en ello: el obispo (con minúscula) de la diócesis de Saltillo, José Raúl Vera López, es un hombre de ocurrencias, no de ideas. Es, además, un oportunista mediático y un hipócrita consumado.

Cierto: el dominico goza de una fama “envidiable” entre un cierto círculo de la “intelectualidad” y de la “prensa crítica”, para quienes encarna el ideal de héroe civil indispensable en sociedades como la nuestra, dominadas por la corrupción, el abuso en el ejercicio del poder y la desigualdad.

Desde esta concepción maniquea, según la cual de un lado alinean los “buenos” y en la acera opuesta se ubican los “malos”, Vera López constituye el arquetipo de la virtud y la integridad: una suerte de Yoda terrícola en cuya humanidad no puede concebirse una sola molécula de impureza.

Contrario a la concepción generalmente aceptada de la falibilidad humana, para los acólitos del prelado, Vera es perfecto, incapaz del error, infalible en sus juicios y, por tanto, no puede ser acusado de nada y por nada. Considerarlo capaz de actuar a partir de criterios no virtuosos constituye herejía.

Pero el “señor Vera” –como lo describe el más reciente comunicado de prensa de la prelatura a su cargo– no solamente es humano, sino ávido cultivador de los peores vicios humanos: la mentira, la corrupción de la realidad, la altanería, la insolencia, la manipulación de los semejantes…

Justamente el comunicado emitido el pasado 27 de julio por la Diócesis de Saltillo, a propósito del citatorio remitido al “señor Vera” por la Procuraduría General de Justicia de Coahuila, le retrata de cuerpo entero y sin desperdicio: la arrogancia y la perfidia en su máximo esplendor.

Como se ha publicado, la PGJE citó al “señor Vera” a fin de rendir declaración en torno a los presuntos casos de pederastia ocurridos en la Diócesis de Saltillo, de los cuales serían responsables dos sacerdotes adscritos a la misma y habrían ocurrido justamente durante la administración de “don Raúl”.

Nunca está de más recordar el antecedente: si la Procuraduría investiga, se debe a la “valiente denuncia pública” realizada por el propio “señor Vera” en su homilía del domingo 19 de enero de 2014… aunque ahora niega siquiera la existencia de denuncias.

En efecto, el comunicado emitido el jueves pasado para “denunciar” –veladamente, con cálculo político, desde luego– el “acoso” del cual sería objeto el santo varón, dice textualmente en su tercer párrafo: “La Diócesis de Saltillo no ha recibido ninguna acusación sobre delitos sexuales en contra de sus miembros”.

Sin embargo, diversas notas periodísticas publicadas el 31 de enero de 2014 dan cuenta de la emisión de una “circular” por parte de la Diócesis de Saltillo en la cual se habría reconocido la existencia de tales denuncias. En esta se habría dicho textualmente –atribuyendo las palabras al “señor Vera”–: “debo decir que los dos casos abordados en la Diócesis llegaron de manera seria y formal por denuncias interpuestas ante mi persona contra los específicos perpetradores de tales actos”.

Entonces, ¿se han registrado denuncias o no? 
Más adelante, el comunicado señala como causa para no atender el citatorio de la autoridad el hecho de encontrarse el “señor Vera” atendiendo el inicio de las festividades del Santo Cristo. En el culmen de la arrogancia, el documento establece, textualmente: “una futura fecha para presentarse ante la autoridad será establecida a partir del día 7 de agosto, cuando las fiestas del Santo Cristo en Saltillo hayan concluido”.

Quien tenga ojos y sepa leer, hágalo: si la autoridad responsable de investigar delitos desea interrogar a monseñor, será en las fechas y en los términos en los cuales a él le venga en gana. Faltaba más: para eso es un ser humano de excepción, alguien a quien las leyes terrenas no pueden aplicarse.

De paso, la Diócesis insiste en el argumento con el cual el “señor Vera” ha intentado evadir su condición de cómplice del presunto delito cometido en contra de menores de edad por sacerdotes bajo su supervisión: los casos “ya han sido resueltos” por la curia romana.

No es novedad, sino sólo confirmación del hecho: para “don Raúl”, las únicas leyes válidas y vigentes son las del estado al cual sirve: el Vaticano. Y si el Vaticano ha construido una política según la cual el abuso sexual perpetrado en contra de niños y niñas no debe ser objeto de persecución penal, el valiente obispo no dudará en defender tal posición a cualquier costo.

Detrás de ello no se esconde sino la cobardía, la verdadera característica relevante de la personalidad del “señor Vera”. Encubre a los delincuentes a su cargo porque el Vaticano castiga con excomunión a quien entregue a las autoridades civiles a los pervertidos sexuales de sus propias filas.

Y el “señor Vera” prefiere ser hipócrita antes de renunciar a la ventajosa posición de obispo, gracias a la cual puede seguir cultivando su imagen y obteniendo el aplauso fácil del coro de acólitos a quienes ha hipnotizado con su “inteligencia, valentía y coraje” a toda prueba…

Volveremos al tema.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx