Raúl, obispo Vera

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Raúl, obispo Vera

Especial

Esta próxima Semana Santa será la última que presida monseñor Raúl Vera como obispo de Saltillo, periodo en que suponemos hará silencio sobre asuntos secundarios y se enfocará a los temas bíblicos propios de estos tiempos de conversión.

Digo que es la última Semana Santa del Obispo en virtud de que el próximo 21 de junio deberá presentar ante el papa Francisco su renuncia como lo dispone el Código Canónico en razón de cumplir 75 años de edad, normatividad que lo obliga a tomar esa medida y esperar a que le sea aceptada.

La trayectoria del fraile dominico ha transcurrido entre claros y oscuros, pues desde que arribó a la sede diocesana fue notorio su carácter imperativo que algunas veces traspasó los límites de la prudencia eclesiástica y a la que nuestra sociedad no estaba acostumbrada, modificando una estructura que sobresaltó a la grey que cumplía practicando los preceptos de la evangelización.

No digo que el obispo sea una persona con intenciones malsanas, pero sí con tendencias en su actuación demasiado verticales y viscerales que han ocasionado confrontaciones dentro de su radio de acción.

Estamos en vísperas de elecciones y la ocasión puede ser aprovechada por don Raúl, pues son fechas que lo iluminarán para hablar con soltura durante las ceremonias religiosas y en otros foros de los acontecimientos políticos que se avecinan y que darán pie para conformar la próxima legislatura, e influir en sus oyentes deslizándoles el sentido de sus preferencias electorales, lo que producirá un festín de comentarios esbozados por los medios de comunicación.

Estos casi 20 años que tomó la dirección de la Diócesis de Saltillo le han representado desde el principio mucho trabajo y, por la forma en que ha llevado su ministerio, logró una nueva arquitectura que ha ocasionado dificultades para que su labor fuera bien acogida, propiciando la formación de grupos de católicos que inconformes solicitaron al Arzobispado de México su remoción, a lo que monseñor Vera les reviró que sólo el Pontífice romano podía relevarlo de ese puesto, por lo que hasta donde se sabe ya no se hizo ninguna otra promoción de esa naturaleza y don Raúl, polémico como siempre, sigue sentado disponiendo hasta su ya próxima dimisión que sólo el Código Canónico y el Papa, y nadie más, lo retirarán.

Una vez que acepte el Papa la renuncia designará a otro obispo titular de la Diócesis y veremos sobre qué ruta guiará a la Iglesia en estos tiempos tan convulsos, de pérdida de valores y sobre todo la opinión que tenga del ambiente social de su jurisdicción y la interacción que pueda tener con el poder público quién está al frente siguiendo una línea recta.

Esperemos que el nuevo obispo pondere su papel y nos conduzca por aguas más serenas como lo hizo Jesús, llevando su palabra de amor a sus semejantes y que como ejemplo nos dejó, pero que a veces desgraciadamente volteamos la vista para otro lado como sepulcros blanqueados.

Deseamos de igual forma que nos refleje humildad en su caminar por estas tierras, de manera que nos agrupe en torno a él abriendo las puertas de la curia diocesana a los fieles, sin esperar en sus oficinas –como dice Morris L. West en su celebérrima obra “El Abogado del Diablo”– “terciopelo y brocado, y querubines de oro desconchado sobre las cortinas”.

Que sea su ejemplo el Papa Francisco, quién rehusó vivir en el Palacio Apostólico en el Vaticano y concretarse a ocupar un simple cuarto en cuya superficie apenas cabe lo indispensable para descansar, además de desechar ropajes y zapatos de lujo.

Necesitamos un prelado más fecundo en su labor pastoral que haga sentir la comunicación humana en estos tiempos en los que amanecemos y anochecemos con noticias de asesinatos, de injusticias, de indigencia y de guerras. Necesitamos en su voz ese bálsamo que aquiete nuestras conciencias, pues la sabiduría de la Iglesia es grande.

Y que ojalá que cuando llegue a nuestra ciudad recuerde las palabras que les dijo el Papa a los obispos de México: “No se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa. No pongan su confianza en los carros y caballos de los faraones actuales”.

Se lo digo EN SERIO.

@aguirreperalesf

franciscoaguirreperales@gmail.com