Quinientos pesos, un hijo

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Quinientos pesos, un hijo

Consultorio psiquiátrico. Hola, soy Carlos, no sé quién es mi padre. Me gustaría saberlo, pero no lo sé. A mis 18 años y en pleno año 2029, aún no lo encuentro. Mis amigos saben quiénes son sus padres biológicos: son los mismos que los legales, con los que viven en su casa, quienes los cuidan. 

Mi caso es diferente. Hace dos años encontré un recibo, un papel de color amarillo y arrugado, decía: “Clínica de reproducción asistida, servicio inseminación artificial heteróloga. Concepto: pago del donador de semen………….. $500.” 

Ese donador es mi padre y mi vida vale $500. Mis padres me explicaron que deseaban tener un hijo y no podían, que estuvieron dispuestos a introducir un tercero en su relación, en la familia. Desde hace dos años ya no sé quién soy. Llegué a creer que me parecía a mi padre, que tonto fui. 

Ahora me explico porque tengo rasgos físicos que nadie en la familia tiene. Me siento como un producto ensamblado en una fábrica, con materiales aportados por un proveedor externo. Un extraterrestre injertado en una familia, ajeno y desconectado. Hago cosas que nadie en mi familia hace. Me dicen que el comportamiento se hereda. 

Cuando conozco una chica me da miedo de que sea mi hermana, las dudas me atormentan. Mi padre biológico no pensó en estas consecuencias. En nuestros días comprendemos mejor que no todo lo que se puede hacer técnicamente se debe hacer. Que el fin no justifica los medios, que los medios y los fines deben ser justos. 

Mi padre biológico pensaba que era un fin noble ayudar a parejas infértiles, aunque los medios no fueran nobles. Mis padres legales nunca se imaginaron que me llegaría a sentir así. No pensaron en que llegaría el día en que querría con toda mi alma conocer a mi padre biológico. 

Investigando en encontré una nota hace 14 años, creo que habla de él: Periódico Vanguardia “Habla saltillense de la satisfacción de ser donante de semen. 1 Dic 2015, archivo. Aunque recibe una paga por cada donación de esperma, el entrevistado afirma que lo hace pensando en quien desea tener un hijo. 

“Ha sido donador de esperma al menos en tres ocasiones, dice que lo ha hecho no porque la paga sea buena, sino porque le queda la satisfacción de que ayudó a algunas mujeres a que cumplieran su sueño de ser madre. Cuando un doctor le propuso ser donador, no lo dudó, sólo pensó en que con eso beneficiará a las parejas que no pueden tener hijos”. 
El entrevistado proporcionó la información de manera anónima, pues en los casos de inseminación artificial, es de vital importancia cuidar la identidad del donador. 

“Un doctor me dijo que si podía donar esperma para una paciente y pues le dije que sí, uno se queda con la satisfacción de ayudar a una mujer que no tuvo la posibilidad de tener un hijo, he hecho sólo unas tres donaciones, hace como unos cuatro años”, dijo. 

Aunque “el donador”, ha dado su esperma en tres ocasiones, esto no lo pone a pensar en que hay hijos de él por la ciudad, pues la donación que hace es sólo por ayudar y nunca ha visto o tenido contacto con las mujeres a las que les proporcionó el esperma y tampoco con los esposos de ellas. 

Expresó que por cada donación llegó a ganarse 500 pesos, pero explicó que el dinero es lo de menos cuando puedes ayudar a crear una vida para una pareja que ansía tener hijos y que por cuestiones físicas no ha podido. 

“Uno nunca tiene contacto físico o visual con las mujeres a las que se les va a colocar el esperma, no me preocupa pensar que tengo hijos por ahí, porque pues ellas los van a cuidar, es por ayudarlas”, dice. 

Este hombre tiene esposa y familia, dice que ella no se opone a que él haga este tipo de cosas pero que tampoco le agrada por completo, pues dice “se queda como con el pendiente de que tenga hijos por ahí”. 

Expresó que si se le volviera a pedir que donara esperma, probablemente lo haría. Gracias a hombres como él es posible que muchas parejas tengan hijos.