'Quincy': ocho décadas de música
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'Quincy': ocho décadas de música
A principios de mes presenciamos en las salas de cine de un muy revelador largometraje documental sobre la vida de la malograda cantante Whitney Houston en “Whitney”, de la autoría del laureado cineasta Kevin Macdonald.
Macdonald, ganador de un Oscar al Mejor Largometraje Documental de 1999 “Un día en septiembre”, finalmente aceptó la encomienda que le hizo la familia de la también actriz al pedir él como único requisito tener la libertad suficiente para hablar de todo lo que rodeó la vida e incluso muerte de la gran diva del pop de finales del siglo XX y fue así como nos enteramos de secretos y traumas familiares que influyeron grandemente para el trágico fin de la artista.
Esto viene a colación por la recomendación de cine en casa de hoy que corresponde también a un largometraje documental en su caso de una de las figuras también afroamericanas más trascendentales de la música en inglés del siglo 20 que recién la semana pasada se estrenó a nivel mundial a través de la plataforma de Netflix y que recomendamos ampliamente tanto a melómanos como quienes gusten de buenos trabajos pertenecientes al género documental.
El filme en cuestión es “Quincy”, un acercamiento a las ocho décadas de vida (y contando) del prolífico músico y productor afroamericano Quincy Jones, desde sus orígenes humildes y familiarmente “espantosos” según lo cuenta en un ghetto del sur de Chicago en la Época de la Gran Depresión hasta la cosecha de sus frutos a los poco más de 82 años viendo inaugurado por el primer presidente negro de Estados Unidos, Barack Obama, el Museo de la Historia Afroamericana, habiendo experimentado el racismo desde su niñez (declara no haber conocido a alguien blanco hasta los 11 años de edad) hasta que uno de sus grandes padrinos, el cantante Frank Sinatra, intercede de alguna forma por él y sus colegas afroamericanos para que pudieran presentarse en Las Vegas en los años 60.
Cronológicamente vamos conociendo cómo pasó Jones de ser músico y productor de grandes nombres como su gran amigo Ray Charles y el mencionado Frank Sinatra a ser también grande en la composición de memorables bandas sonoras para películas, y de cómo en esa área, a partir de que conoce al “Rey del Pop”, Michael Jackson, en el set de la adaptación musical del clásico “El mago de Oz” que fue “El mago”, de Sidney Lumet, de 1978, cómo las vidas de ambos creadores musicales cambian no sólo para ellos sino para la industria musical a como se conocía hasta ese momento.
Pero eso no es todo. Luego de estos truinfos que van unidos por su parte a duros percanes en relación a su salud y sus relaciones personales particularmente con sus varias compañeras sentimentales y esposas, Jones se dispone hacer de la década de los 90 una de las más decisivas de su para entonces ya larga carrera al impulsar nuevos talentos desde Will Smith y los desaparecidos Notorious B.I.G. o Tupac Shakur, teniendo fuertes confrontaciones en particular con este último por la brecha generacional que tenían y a pesar de que casos como los de estos últimos intérpretes obstaculizan hasta cierto punto los planes que Jones tenía para el impulso del rap y hip hop es gratificante y hasta conmovedor verlo platicar con alguien como Kedrick Lamarr en fechas más recientes y comprobar no todo está perdido.
Rashida Jones, actriz e hija de Quincy, dirige este trabajo que coincide en ser otro triunfo familiar.
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