‘Quién gana’ y ‘quién pierde’ con la prohibición del fracking

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‘Quién gana’ y ‘quién pierde’ con la prohibición del fracking

Nuestra nación se encuentra ante una coyuntura muy desfavorable en materia de energía. Actualmente México importa alrededor de 80% del gas que consume, casi todo de Texas, por medio de ductos. Esto evidentemente coloca al país en una situación de dependencia energética extrema y alta vulnerabilidad, que lo sujeta a contingencias ambientales, meteorológicas, geopolíticas y sociales, difíciles de prever y por consiguiente altamente  riesgosas. Esta dependencia tiende a agudizarse; la Comisión Nacional de Hidrocarburos ha estimado que en 2030 la proporción de las importaciones podrá llegar a 94%. En el sureste se han hecho ya advertencias acerca de la escasez de gas. Los apagones ya empezaron en la península de Yucatán con impactos sumamente negativos en las actividades comercial y de turismo. La incertidumbre sobre el suministro de este energético compromete el crecimiento económico y el bienestar de la población de una de las regiones más pobres del país.

Esta situación puede cambiar radicalmente porque México tiene grandes reservas de hidrocarburos, incluidas las de hidrocarburos no convencionales, particularmente de gas de lutitas o gas shale, localizadas en la región noreste, en las cuencas de Sabinas y Burros-Picacho, en Coahuila, y Burgos que comprende áreas del norte de Coahuila, Nuevo León y, mayormente, de Tamaulipas. Sin embargo, el gobierno de México ha determinado que no se use la técnica del fracking para extraer el gas no convencional, presumiblemente por sus consecuencias en el medio ambiente, a pesar de la evidencia de que los efectos de esta técnica son previsibles y controlables. Paradójicamente estas decisiones son contrarias a los objetivos del mismo gobierno de aumentar la producción de energéticos y reducir la dependencia en este sector.

Prohibir la extracción de este gas perjudica a millones de hogares mexicanos y menoscaba la competitividad del sector productivo especialmente el industrial"

Es muy importante tener claridad respecto de quiénes se benefician y quiénes se perjudican con la decisión de no usar el fracking, indispensable para extraer el gas shale. El mercado del gas es básicamente regional, en el sentido de que los productores y consumidores suelen localizarse relativamente cerca unos de otros, de manera que el gas pueda suministrarse por medio de ductos. La utilización de otros medios de transporte, como embarcaciones o trenes es una opción sustancialmente más cara porque implica procesos para licuar primero y re-gasificar después, y contar con instalaciones e infraestructura, de las que México no dispone.

Mientras se siga importando el grueso del gas que México consume, continuarán beneficiándose los productores de gas en Texas. Ellos, los propietarios y operadores de los ductos por los que se transporta y los grandes comercializadores internacionales, estarían entre los agentes económicos más interesados en que no se exploten los yacimientos mexicanos. México gasta 5 mil millones de dólares al año en las importaciones de gas.

La decisión de no extraer el gas shale de las cuencas del noreste perjudica a Pemex porque no puede aprovechar las importantes reservas de este energético que le fueron asignadas a partir de la reforma energética, lo que equivale a eliminar de sus activos esas reservas y dañar su posición financiera.

Prohibir la extracción de este gas perjudica a millones de hogares mexicanos y menoscaba la competitividad del sector productivo especialmente el industrial, como el automotriz de Coahuila,  que es el más intensivo en el uso del gas natural. Una consecuencia más sería la pérdida de oportunidades de empleo para miles de profesionales y técnicos. Coahuila en particular ha puesto en marcha un programa de formación de recursos humanos especializados para el sector de los hidrocarburos no convencionales, porque la reforma energética creaba expectativas muy favorables para el sector energético.

En suma, por una decisión que no es a todas luces razonable, se están causando daños a la competitividad de la economía mexicana, el bienestar de las familias, así como a la creación de empleos altamente productivos. Por el contrario, se benefician agentes económicos extranjeros o trasnacionales. Si se tienen dudas acerca de los efectos de las técnicas de extracción de hidrocarburos no convencionales, lo mejor sería emprender proyectos piloto realizados por Pemex, como los aprobados recientemente por el organismo autónomo Comisión Nacional de Hidrocarburos y desautorizados un día después por el poder ejecutivo federal, para verificar la validez de las aprensiones que se tienen respecto de la aplicación de tales técnicas.

México es un país más gasífero que petrolero; tenemos los recursos de gas natural, es un absurdo no aprovecharlos. El tema es de seguridad nacional.

*Clúster de Energía Coahuila, A.C.