¿Quién dirige la política exterior estadounidense?

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¿Quién dirige la política exterior estadounidense?

El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson (d), acompañado por el secretario de Seguridad de Estados Unidos, John Kelly (i), participan de una conferencia de prensa junto con el canciller mexicano, Luis Videgaray (fuera de cuadro). Foto: EFE
Rex Tillerson es invisible, no pertenece al círculo más cercano del presidente, Donald Trump, y deja que los asesores de Trump y el secretario de Defensa, James Mattis, le arrebaten la soberanía sobre la política exterior.
El Departamento de Estado seguirá trabajando en defender los intereses estadounidenses en todo el mundo cooperando con nuestros socios y aliados"...
Rex Tillerson, secretario de Estado de Estados Unidos

Todo comenzó cuando Rex Tillerson aún no ejercía el cargo de secretario de Estado norteamericano. Su predecesor, John Kerry, se extrañaba y su portavoz se preguntó públicamente en más de una vez: "¿Cuándo va a llamar?"

Kerry envío personalmente y a través de los medios una invitación al nuevo secretario de Estado para explicarle las pautas, el contexto, los motivos y la situación actual de la política estadounidense. Finalmente, Kerry vació su mesa sin haber hablado con Tillerson, quien se negó a asistir a una entrega oficial del cargo.

Rex Tillerson es diferente al resto de políticos y muchos medios estadounidenses le critican duramente. Es invisible, no pertenece al círculo más cercano del presidente, Donald Trump, y deja que los asesores de Trump y el secretario de Defensa, James Mattis, le arrebaten la soberanía sobre la política exterior, todo ello en un momento de inseguridad en el que la diplomacia debería jugar un importante papel.

El Departamento de Estado no realiza conferencias desde hace semanas, lo que crispa los nervios, no solo de los periodistas, sino sobre todo de los embajadores y cónsules estadounidenses en todo el mundo. Incluso a veces parece que el propio Tillerson no es capaz de hablar sobre la política exterior de su país.

Tillerson, director ejecutivo durante décadas de la petrolera ExxonMobil, no está acostumbrado a ser un personaje tan público, al contrario que su predecesor, John Kerry. Desde el Departamento de Estado llegan muchas voces que observan cierto caos desde el cambio. Hablan de cafeterías repletas y oficinas vacías.

Los diplomáticos experimentados temen que el trabajo realizado durante años en muchas zonas del mundo se eche a perder si no se continúa y que su conocimiento y experiencia simplemente se pierda.

Sin embargo, otros describen a Tillerson como una persona paciente que sabe escuchar. Prefiere destacar como diplomático y no por sus apariciones públicas. Cuando se reunió en Bonn con el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, apenas dijo que el encuentro había sido "constructivo". Mientras que Kerry a menudo daba largas ruedas de prensa tras este tipo de reuniones.

Es cierto que existen ciertos problemas dentro del Departamento: aún quedan vacantes importantes puestos, como los de subsecretarios de Estado. Además, el poder del Departamento es limitado, ya que Trump apartó a Tillerson de importantes decisiones de política exterior, como en el polémico veto migratorio a refugiados y ciudadanos de siete países de mayoría musulmana, del que se dice que Tillerson no sabía nada. Asimismo, el responsable de las relaciones con los Gobiernos extranjeros es el yerno de Trump, Jared Kushner.

También en política medioambiental la Casa Blanca y el Departamento de Estado están muy alejados. Parece que Trump quiere firmar un nuevo decreto la semana que viene con el que probablemente la mayor economía del mundo no seguirá teniendo en cuenta los objetivos de protección del medio ambiente establecidos en el Acuerdo de París.

El presidente ha dejado claro cuál es su prioridad: quiere centrarse en el Ejército. Desea aumentar un diez por ciento (en 54.000 millones de dólares) el presupuesto de Defensa, lo que supondría el mayor aumento de la historia de Estados Unidos. Al mismo tiempo, aboga por ahorrar en el Departamento de Estado, cuyo presupuesto podría llegar a reducirse hasta un 37 por ciento.

"Eso sería un desastre", dijo el senador republicano Lindsey Graham. Algo en lo que coincidieron 120 generales retirados de las Fuerzas Armadas estadounidenses.

"Si no se financia completamente el Departamento de Estado, habría que comprar más munición", dijeron los ex militares citando a su ex compañero y actual secretario de Defensa, Mattis. La diplomacia también forma parte de la política de seguridad, ya que no existen las soluciones puramente militares, añadieron.

A pesar de todo, para los aliados europeos, Tillerson entra dentro del equipo de personas de la Administración de Donald Trump con las que pueden contar. Tillerson se ha posicionado claramente a favor de la OTAN, cree que el cambio climático es una amenaza y no presta demasiada atención a las provocaciones hacia China, la segunda mayor economía del mundo.

Los diplomáticos europeos consideran a Tillerson, junto con Mattis y al secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, un peso pesado del Gobierno de Trump.

Tillerson publicó tras el discurso de Trump en el Congreso uno de sus pocos comunicados.

"El Departamento de Estado seguirá trabajando en defender los intereses estadounidenses en todo el mundo cooperando con nuestros socios y aliados", dijo.

El discurso del secretario de Estado en relación con la inmigración ha sido analizado con lupa. "La política exterior estadounidense debe fomentar nuestros principales valores: libertad, democracia y estabilidad", escribió. Sus declaraciones podrían considerarse simple palabrería diplomática, pero también como un aviso para la Casa Blanca.