Quedó en promesa... Peña Nieto no logró reducir la violencia y su sexenio dejó 125 mil asesinatos
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Quedó en promesa... Peña Nieto no logró reducir la violencia y su sexenio dejó 125 mil asesinatos
La violencia es el peor de los saldo del gobierno de Enrique Peña Nieto, quien está por concluir su sexenio, el próximo 1 de diciembre.
Sólo este 2018 cerrará como el año más violento en México con cerca de 30.000 homicidios, de acuerdo con cifras oficiales. Pero a lo largo de su gobierno ha habido 2.500 asesinatos en promedio al mes.
Hasta septiembre pasado sumaron más de 125 mil los homicidios dolosos, pero especialistas prevén que el número total pueda llegar a 130 mil a finales de año, como saldo de los 6 años del actual gobierno de México.
Peña Nieto prometió reducir la violencia desde el inicio de su gobierno, y lo logró en los dos primeros años de su gobierno, aunque la tendencia a la baja en realidad comenzó durante el último año de Calderón.
Después de alcanzar un máximo de 22.855 homicidios dolosos en 2011, la cifra bajó a 21.459 en 2012 y continuó descendiendo hasta llegar a 15.520 en 2014.
Pero al año siguiente comenzó el repunte que no se ha detenido hasta ahora. Para 2016, la cifra de homicidios llegó a 20.547, registró 28.753 en 2017 y para septiembre de 2018 ya sumaban 25.394.
Las cifras evidencian que el fracaso de la política de seguridad y prevención de la violencia fue peor con Peña Nieto que en el sexenio de su predecesor Felipe Calderón, quien comenzó la llamada "guerra contra el narcotráfico" en 2006.
Así, el gobierno que prometió acabar con la violencia del narco termina con un saldo negativo que se extiende en todo el país.
El dominio del Cártel Jalisco Nueva Generación
De hecho, la violencia que durante el gobierno de Calderón se concentró en los estados del norte, con Peña Nieto se traslado hacia el centro, sur y costa del Pacífico, donde entidades como Colima, Nayarit, Guanajuato y Puebla alcanzaron niveles de violencia nunca vistos.
Si en 2011 los cinco estados más violentos fueron Chihuahua, Sinaloa, Guerrero Nuevo León y Durango, en 2017 fueron Sinaloa, Guerrero, Baja California, Baja California Sur y Colima.
El sexenio de Peña Nieto también vio crecer el poder de un grupo criminal: el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que en 2015 derribó un helicóptero Cougar del Ejército, en Villa Purificación, Jalisco, uno de los más duros golpes a las Fuerzas Armadas en este sexenio.
Aquella fue la respuesta del CJNG a un operativo de las fuerzas federales para detener a Nemesio Oseguera Cervantes, el líder de la organización que en los últimos cinco años se ha convertido en el criminal más buscado en México con poder y recursos aún mayores que los cárteles de Sinaloa, Juárez o del Golfo.
"El CJNG es uno de los cárteles mexicanos más poderosos y de más rápido crecimiento en México y Estados Unidos", advirtió la DEA en su último reporte sobre amenazas del narcotráfico.
A su crecimiento contribuyeron los golpes a otras organizaciones como La Familia Michoacana y el debilitamiento del Cártel de Sinaloatras la captura de Joaquín "el Chapo" Guzmán.
En 2016 la DEA reportó 26 investigaciones abiertas ligadas a la jerarquía del CJNG. Para 2017 ene número había aumentado a 46.
"La rápida expansión de las actividades del CJNG se caracteriza por su propensión a enfrascarse en confrontaciones violentas tanto con las fuerzas de seguridad del Estado mexicano como con organizaciones rivales", dice la DEA en su reporte.
El fracaso de la política de seguridad
Peña Nieto apostó por la reconfiguración de la seguridad en su gobierno para combatir la violencia. De manera que desapareció la Secretaría de Seguridad Pública –que ahora revivirá su sucesor Andrés Manuel López Obrador– y trasladó la responsabilidad de la seguridad a la Secretaría de Gobernación.
Además creó el cuerpo de la Gendarmería, que relevaría a los militares de su labor de seguridad en la calles. Al final, quedó en una división más de la Policía Federal, conformada por unos 10 mil elementos y, en cambio, el gobierno federal impulsó la Ley de Seguridad Nacional que regulaba las tareas de los militares en las calles.
El Programa de Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia, presentado como un eje en materia de seguridad, quedó progresivamente en el olvido y sin recursos: en 2017 ni siquiera tuvo presupuesto.
La estrategia de pacificación y construcción del tejido social, impulsada al arranque del sexenio mediante el programa de colectivos "México, Cultura para la Armonía", también fue abandonada en los dos últimos años del sexenio.
Así, Peña Nieto se va con una enorme deuda de sangre con México, a pesar de sus promesas.