Que vengan otros veinticinco

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Que vengan otros veinticinco

El evento conmemorativo que se llevó a cabo el pasado viernes 22 de noviembre, en alusión al vigésimo quinto aniversario de la autonomía del Banco de México, nos obliga a detenernos para reflexionar sobre el tema y aquilatar en su justa dimensión el valor de contar con una exitosa experiencia de un órgano autónomo.

Aunque parezca un lugar común, pues ya se ha repetido durante años y por diversos conocedores de la materia, es preciso reconocer las valiosas contribuciones que el trabajo serio y profesional del Banco de México han hecho a la estabilidad económica.

Una de las imágenes que mas circuló entre los medios, es esa fotografía icónica -por no decir histórica -, de los cuatro gobernadores del instituto central en su etapa de autonomía: Miguel Mancera, Guillermo Ortiz, Agustín Carstens y el actual mandamás Alejandro Díaz de León. Este evento logró reunir a cuatro personajes que han sido claves en la arquitectura del sistema financiero mexicano actual, pilar de la estabilidad macroeconómica que gozamos hoy en día.

Una estabilidad macroeconómica que no es reconocida por muchos. Quizás porque no recuerdan o no les tocó vivir aquellas épocas de volatilidad económica, crisis sexenales acompañadas de devaluaciones e inflaciones galopantes. O quizás también por una inexplicable desesperación de pretender que las cosas cambien de la noche a la mañana en lo que a pobreza y prosperidad se refiere.

La autonomía del Banco de México que se empezó a fraguar en 1994, nos ha permitido gozar de una inflación relativamente bajo control. Atrás quedaron los años de aumentos en los precios de más del 100%. Lo anterior ha logrado que en el transcurso de los años observemos tasas de interés a la baja, lo que ha permitido entre otras cosas, mejores condiciones que las existentes hace tres décadas para la adquisición vía crédito de viviendas y autos.

La exitosa implementación del régimen cambiario flexible, así como el manejo de las reservas internacionales, de la mano de la prudencia fiscal por la Secretaría de Hacienda, se han constituido en un escudo que literalmente han blindado la economía nacional de shocks externos.

Es importante traer esto a la memoria en un entorno en el cual parece vislumbrarse un derrumbe de todo el andamiaje institucional que se ha venido forjando en el último cuarto de siglo tanto en materia electoral, energética, de independencia judicial y de derechos humanos.

Banco de México es uno de los últimos bastiones en el campo de los órganos autónomos que han mostrado su efectividad en el pasar de los años, gracias a su independencia y formación técnica de sus cuadros directivos. ¿Qué tanto estaremos dispuestos a defender este legado institucional una vez que se pretenda cruzar su línea roja?

Guillermo E. Garza De La Fuente

Economista y Catedrático de la Facultad de Economía de la UAdeC