¿Qué vamos a hacer?

Usted está aquí

¿Qué vamos a hacer?

El lunes publiqué en las páginas de Semanario, el suplemento de investigación de VANGUARDIA, un reportaje sobre un récord que no se presume en Coahuila: 10 años de estar en los primeros lugares con las tasas más altas de embarazos en adolescentes.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), los nacimientos en adolescentes son un problema de salud pública debido a muchas repercusiones desde biológicas, psicológicas, físicas o sociales en la madre e hijo o hija.

¿Dónde está el problema para que sigamos en el top 3? En el reportaje se abordan distintas miradas de especialistas que coinciden en factores como la violencia sexual que se ha normalizado al encontrarse niñas de 14 años teniendo relaciones con parejas adultas de hasta más de 30 o 40 años, la mirada de estigma que permanece al culpabilizar a las mujeres, la cultura familiar que consiente y romantiza una relación y el embarazo mismo, la falta de educación sexual acorde a los derechos de las y los adolescentes; y en general, una política pública diseñada muy bien en la teoría, pero aterrizada con muchas limitantes.

Hace algunos años se lanzó la Estrategia Estatal de Prevención del Embarazo en Adolescentes, alineada a una estrategia nacional. El objetivo en Coahuila es disminuir a cero los nacimientos en niñas de 10 a 14 años y reducir en un 50 por ciento la tasa de fecundidad de las adolescentes de 15 a 19 años. Todo para el año 2030.

Quedan pues, menos de 10 años para cumplir el objetivo. ¿Qué avances se tiene? La realidad es que se desconocen los mismos. Las mediciones y evaluaciones de la estrategia son opacas. Y cuando se “transparenta” simplemente se habla de numeralia y no de impacto, profundidad, trascendencia. ¿Qué se está haciendo más allá de pláticas y talleres que abonen a una estadística?

Habría que cuestionar, por ejemplo, la perspectiva de la educación sexual. ¿Qué reciben las y los adolescentes del tema teniendo en cuenta que la educación sexual es una necesidad de las sociedades? No es un secreto que la mayor parte de la educación sexual se absorbe a través de amistades. Paradójicamente, en un contexto en que sobran canales de información, siguen existiendo carencias en educación. Porque no es lo mismo informar que educar. Educar significa dirigir, enseñar. ¿Qué se enseña en este rubro en las escuelas de Coahuila? ¿Quién las vigila? ¿Quién las evalúa?

Por ejemplo, ¿existe un estudio o monitoreo de las deserciones en secundaria, preparatoria o universidad? ¿Cuántas de esas deserciones se derivan de un embarazo no planificado? Es una estadística que se debería tener, pero no está. ¿Qué seguimiento hay a las adolescentes que tienen que abandonar sus estudios a causa de un embarazo?

¿Y en las familias? En un contexto económico que ha orillado a las familias a dejar a los hijos al cuidado de los abuelos, en el mejor de los casos, genera una realidad en la que existe poco diálogo en el seno familiar, entre padres e hijos, sobre todo en el tema de la sexualidad.

La educación en casa también languidece.

¿Y qué seguimiento se da desde el aparato de justicia para castigar la violencia sexual? ¿Qué coordinación existe entre instancias de salud con la Fiscalía de Coahuila? Las estadísticas dicen que muy poco. ¿Por qué sigue habiendo matrimonios de menores cuando están prohibidos en Coahuila? ¿A alguien le importa?

AL TIRO

¿Cuál es el trabajo que se está haciendo para realmente disminuir las tasas de nacimientos en adolescentes? ¿Qué evaluación se hace de esos trabajos?

Debemos comprender que un embarazo no planeado a temprana edad es un generador de fenómenos y problemas como pobreza, violencia familiar, deserción escolar, complicaciones para entrar a un mercado laboral.

El abordaje del problema, pues, no sólo es competencia del sector salud, sino de muchos otros sectores como el social, educativo, político, económico o familiar. ¿Qué vamos a hacer?