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¿Qué hacer cuando cuidas a un enfermo hospitalizado?
Mi abuelita materna dio un mal paso: al subir un escalón, su bastón se dobló, provocando que se cayera sobre su costado izquierdo, sin que ella pudiera hacer algo para evitarlo. Se inflamó su pie unos días pero poco a poco se recuperó; sin embargo, su cadera se rompió y se tuvo que hospitalizar. Para mala suerte, tuvimos que ingresarla un fin de semana y días festivos, lo que provocó que no le pudieran hacer nada por falta de médicos. Para cuidarla durante esos días toda la familia se tuvo que organizar para que estuviera vigilada las 24 horas del día. Por la noche tocaba a los nietos esa misión.
Cuando me tocó a mí, fue una noche muy, muy larga. Y no por mi abuelita, quien afortunadamente nunca tuvo problemas, más bien por el lugar mismo, el ambiente y un asiento sumamente incómodo. Lo que me hizo pensar que si yo solo estuve 12 horas y no aguantaba más, ¿cómo se sentirán los mismos enfermos que no se pueden mover por semanas o meses? Si tienes un enfermo en un hospital o en casa, puedes llevar a cabo lo siguiente:
1. Cuida lo que expreses
Si no te sientes cómodo en el hospital junto al paciente, no se lo hagas saber. Para el paciente es también molesto estar ahí sin poder moverse, ni valerse por sí mismo, sufrir de dolores o tener alguna molestia y no poder salir. Que tú le expreses con algún gesto o comentario la pesadez que te produce hacerle compañía, no le va a ayudar en lo más mínimo; al contrario, puedes provocar que se sienta una carga para su familia o incluso que no tenga ánimo para salir adelante en su recuperación.
2. A la paciencia, hazla tu amiga
Este es el punto más importante, no solo para los enfermos, sino para practicarlo en todos los ámbitos; sin embargo, estas personas por las razones antes expresadas, lo requieren más. La paciencia es una actitud que depende solamente de ti: si no eres de las personas que creen tenerla, te aconsejo que lo intentes una y otra y otra vez, y todas las veces necesarias. Algo que puede servir para lograrlo es que te pongas en el lugar del enfermo, observes su situación y trates de saber su sentir en esa cama, cuyo único aliciente puede ser tu sola compañía.
3. Aprovecha el tiempo
Si no estás leyendo un libro, es tu oportunidad para hacerlo; pídele a una amiga que te preste uno del género que te agrade. Si puedes introducir algún aparato con audífonos para escuchar música ¡adelante! Esto no solo hará que el tiempo se vaya rápido, sino que también ayudará a relajarte y tal vez hasta fomente tu hábito de lectura. Ahora que si tienes muchas preocupaciones o problemas en tu cabeza, te conviene más llevarte un cuaderno para que escribas tu sentir y así lo conviertas en tu confidente.
Una de las cosas que pude observar esa noche es que no solo el ambiente es lo que te puede desconcertar, sino también el hecho que estás alejada del mundo exterior: no tienes a tu familia, comodidades, televisión, Internet, radio, etcétera; nada que te pueda distraer, nada que te impida tener un acercamiento contigo misma y puedas hacer una valoración de tu vida, dar gracias a Dios por lo mucho que tienes y muchas veces poco agradeces.