¿Qué decir?

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¿Qué decir?

El Presidente de México insiste en meternos en líos. Antes las noticias de sus atropellos e incorrecciones eran bimestrales o, en veces, mensuales. Ahora nos obliga a ir una semana tras otra de la decepción a la más honda frustración. No, no es posible que tengamos a este hombre en la cúspide del poder. Sé bien que es imposible promover su remoción, aunque tengamos razones de más para hacerlo. No sólo en la Constitución se nos otorga a los ciudadanos la capacidad de derrocar a un presidente, un gobernador o un alcalde, sino que ese es un planteamiento que viene de muy lejos, desde los filósofos griegos hasta la teología de Santo Tomás de Aquino. Ellos demostraron que había circunstancias en que el pueblo podía o debía negarle la obediencia a un mal gobernante. El filósofo jesuita Francisco Suárez iba un poco más lejos y decía que la rebelión contra un tirano era justificable para los cristianos.

Bueno, no es que yo esté pensando en fomentar la lucha armada, que sería peor que el desastre político, económico, educativo, financiero, de salubridad y de seguridad que nos aquejan. Nicolás Maduro ha destruido a su país, existe ahí una constitución muy clara, la gente quiere que le permitan opinar… pero él tiene las armas y se apropió de la ley. En México todavía tenemos la paciencia como para esperar que sea el tiempo el que solucione las cosas. Esto, en realidad, nos muestra de cuerpo entero como un pueblo timorato e inconsciente.

Ayer sábado Catón presentó una adivinanza acerca de quién sería el hombre más pendejo del mundo. En mi humilde opinión ese adjetivo le queda de perlas al Secretario que nos ha conducido a problemas económicos insolubles, pero me pregunto si acerté. La invitación al hombre que tanto ha ofendido a los mexicanos a visitar al Presidente Peña es la muestra más evidente de servilismo, pero también de estupidez. Peña Nieto ha dicho miles de veces en televisión que lo importante no se ve. De acuerdo, lo importante está ausente de nuestro firmamento político.

Recuerdo a dos presidentes con ciertos problemas de incapacidad de comprensión: Vicente Fox y Luis Echeverría. Ambos ignoraban la lengua castellana puesto que cuando no leían lo que les escribían sus asesores siempre metían la pata: no respetaban la gramática, no usaban de sintaxis (iniciaban una frase con un sujeto en singular y luego conjugaban el verbo en plural; nadie podrá olvidar que Fox, queriendo lucirse habló de un escritor que todavía no ha nacido: José Luis Borgues). Pues bien, todo indica que Peña Nieto no canta mal las rancheras.

¡Qué difícil es para un articulista tener que escribir constantemente sobre nuestros malos gobernantes! Corrijo: difícil no es pero si aburrido. Desde antes de ser presidente el Presidente ya había cometido muchos deslices y proferido muchos dislates. Carlos Fuentes, de ilustre memoria, había adelantado una respuesta a la adivinanza de Catón. Él le aplicó el adjetivo ofensivo sin reparos. Ahora eso lo expresa cualquiera. Y no es agradable, porque saber que somos gobernados por un sujeto sin luces es penosísimo. Al menos así lo entiendo.

Enrique Krauze fue muy lejos al afirmar que nuestro Presidente pasó a la historia, pero no en un sitio glorioso sino en la nada. Los papas del Renacimiento fueron pintados por Miguel Ángel Buonarroti en la Capilla Sixtina, pero los colocó en el Infierno. No creo que Peña tenga la categoría histórica de Alejandro VI, Julio II o León X como para ser tomado en cuenta dentro del arte, pero está acabando con México y consigo mismo y no hay infierno que lo justifique. ¿En qué pensaba el Grupo Atlacomulco cuando lo llevó al poder?, ¿en que por ser joven y guapo cambiaría al País?, ¿y dónde estaban los jerarcas del PRI, con 83 años de experiencia, para avalar su candidatura? Ellos son culpables.

Donald Trump en visita personal es más que un hecho singular, es un error histórico de gran magnitud. Hillary Clinton defendió a México más que nuestro Presidente. Eso sí que es una vergüenza. Deseo que pierda Trump pero con la ayuda de Peña Nieto quizás gane y nos pondremos a construir el muro de la ignominia.