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Pueblos mágicos mexicanos, tradición y cultura
México es más que ruinas arqueológicas y playas de ensueño. Para los amantes de la historia que buscan salir de los circuitos turísticos tradicionales, existe un crisol de 111 localidades catalogadas como pueblos mágicos.
Solo hay que elegir una letra del abecedario y lanzarse a la aventura. Existen de la A, como Álamos en el norteño estado de Sonora, a la Z, con Zacatlán en la céntrica Puebla. Las 32 entidades territoriales mexicanas tienen al menos un poblado que visitar.
En Semana Santa lo más común es ver las procesiones. En cada localidad se escenifica de una forma particular el calvario de la Pasión y Muerte de Cristo.
Los habitantes encarnan a Jesús y todo el entorno, incluidos fariseos y centuriones romanos. Si se corre con suerte se podrá ver incluso a algún Poncio Pilatos impartiendo justicia.
Vale la pena observar, disfrutar y vivir esa tradición religiosa del pueblo mexicano que tiene a más del 80% de católicos entre su población.
MAGIA TURÍSTICA
Pueblos Mágicos es un programa de impulso a localidades de México desarrollado por la Secretaría (ministerio) de Turismo (Sectur). Los gobiernos y la gente de cada lugar trabajan para proteger y resguardar la riqueza cultural de cada pueblo. Esta iniciativa fue creada en el año 2001.
La Sectur nombra a cada poblado y hoy suman 111. Los lugares elegidos poseen una esencia única con influencias del pasado indígena o colonial de México. También se preservan las tradiciones y los lugares donde se desarrollaron importantes pasajes de la historia del país.
En 2001, Huasca de Ocampo fue el primer lugar denominado pueblo mágico. Le siguieron ese año Mexcaltitán, Tepoztlán y Real del Catorce. Al año siguiente se sumaron 9 localidades más.
Así hasta llegar al total de 111 nombres.
La última inclusión se llevó a cabo el 2015. Se agregaron a la lista 28 puntos del territorio mexicano, entre los que destacan Palenque, Sayulita o Mazunte, entre otros.
Países como El Salvador, Ecuador, Perú, Colombia y Chile han solicitado recientemente asesoría a México para desarrollar programas similares al de pueblos mágicos.
LA TIERRA DE “EL ZORRO”
Uno de estos pueblos con más actividades en estas fechas es El Fuerte, en el estado de Sinaloa, ubicado a unos 1,200 kilómetros de la capital mexicana, pero que bien vale la pena el desplazamiento.
Además de ser un pueblo singular, con elegantes edificios de principios del siglo XX y marcada influencia arquitectónica francesa, es uno de los puntos donde se puede ver el paso del famoso tren Chepe, en su camino a las Barrancas del Cobre.
En esta localidad se dice que vivió, en un lugar llamado La Posada del Hidalgo, un señor llamado Don Diego de la Vega, “El Zorro”, personaje inmortalizado por la literatura y el cine.
En El Fuerte, durante la Semana Santa, se puede disfrutar de las llamadas danzas yoremes, con temáticas como la del venado, pascolas, judíos y matachines. Esta representación al ritmo de la música tiene un rol reservado a cada uno de los personajes.
En la del venado se usan instrumentos como la hueja, hecho de una semilla hueca de gran tamaño que se toca sobre agua, para imitar los latidos del corazón del animal.
Los pascolas se encargan de alegrar la fiesta, con máscaras y sonajas, siempre en movimiento al compás de los acordes de guitarras y arpas.
Los llamados judíos, en cambio, intentan derribar la cruz de cada comunidad. Los matachines son soldados de la Virgen que bailan en largas filas. Todos usan indumentarias hechas para la ocasión.
El inicio de esta tradición se remonta a 1598, aunque en los archivos de la parroquia de Santa Prisca y San Sebastián, templo del siglo XVI y máxima expresión del barroco mexicano, se encuentran los registros de los primeros permisos otorgados por la iglesia para celebrar una procesión del Cristo del Santo Entierro, en 1600.
Esta celebración, que continúa hasta la fecha, se lleva a cabo, según lo marque el calendario católico, en el mes de marzo o abril, de acuerdo con el edicto del Concilio de Nicea, que en 325 estableció que la Pascua o Domingo de Resurrección se realizara el primer domingo que sigue a la luna llena que aparece después del equinoccio de primavera.
Desde 40 días previos a la Semana Mayor, se realizan ceremonias con motivo de los seis viernes de cuaresma, correspondiendo a cada parroquia un día: el primer viernes a Tecalpulco; el segundo, a Acamixtla; el tercero a Tehuilotepec y Taxco el Viejo; el cuarto a La Veracruz; el quinto, en Atzala; y, el sexto, en Paintla.
Como las penas con pan son menos, en Taxco se preparan abundantes delicias de Cuaresma para compensar los sacrificios de cofrades y curiosos durante las procesiones.
Se elaboran tortas de arroz, de papa, de ejotes, de habas, así como pescado fresco o seco, en sus diferentes variedades, huauzontles, flor de zompantle, en chile rojo, chiles rellenos, calabacitas o nopales.
Si de algo exótico se trata se pueden probar los jumiles, insectos oriundos de este pueblo, parecidos a las chinches, que tiene un sabor similar a la canela.
En cada rincón de Taxco se respira el pasado colonial de México. Los templos barrocos, las casonas antiguas y la ornamentación, hablan del esplendor y la riqueza del lugar. Un ejemplo es la Plaza Borda, donde se encuentran el Museo de la Platería y la Casa Borda. Esta última, construida en 1759, alberga hoy la Casa de Cultura de Taxco.
Citas obligadas son las visitas a la Iglesia de la Santísima Trinidad y a la llamada Casa Humboldt, nombrada así en honor del científico alemán Alexander Von Humboldt, que durante su visita por este real de minas, pernoctó una noche en ella mientras exploraba la reserva natural cercana que lleva su nombre.
Ahora es conocida como Museo de Arte Virreinal, ya que alberga la colección de arte sacro encontrada en el tapanco de Santa Prisca durante la restauración realizada en 1988. En Taxco también conviene comprar plata de la mejor calidad y diseño a precios razonables.
LAS MONTAÑAS, EL CAFÉ Y EL MOLE DE XICO
Xico, pueblo mágico ubicado a solo 19 km de Xalapa, la capital del estado de Veracruz (Golfo de México), conserva en sus calles el encanto de la provincia mexicana.
Se pueden observar magníficas estampas mexicanas como burreros vendiendo leche o mujeres torteando (gesto de pasar la masa de las tortillas de maíz de una palma a otra). Parece que el tiempo se detuvo en esta localidad, especialmente en Semana Santa, época en la que se celebra el tradicional Vía Crucis en la Loma Amarilla, donde se ubica una capilla llamada Monte Calvario.
Una vez que se ha participado de la fiesta popular de la semana mayor, este lugar, cercano a las montañas conocidas como Cofre de Perote, es un espectáculo donde se puede apreciar el trabajo de las haciendas productoras del mejor café de altura. Marzo es un excelente momento para apreciar el paisaje montañoso junto a una taza de café recién tostado.
Además, su mole de sabor único se puede comprar en lugares como el de la señora Luz Pozos. Sus licores y el pan de leña, también merecen regresar de las vacaciones con uno o dos kilos de más.
Si de historia se trata, este poblado de origen totonaca fue uno de los puntos por los que pasó el conquistador español Hernán Cortés en su viaje hacia Tenochtitlan.
Xico está rodeado de maravillas naturales como las cascadas La Monja y la de Texolo, que tiene una caída de agua de unos 80 metros.
DESTACADOS:
+++ A medio camino desde Ciudad de México para llegar al popular Acapulco se encuentra Taxco, pueblo famoso por la calidad de la plata que se extrae de las entrañas de sus minas. Durante la Semana Santa se producen procesiones que guardan algunas similitudes con las que se desarrollan en algunas localidades de Andalucía, en España.
+++ Uno de estos pueblos con más actividades en estas fechas es El Fuerte, en el estado de Sinaloa. Además de ser un pueblo singular, con elegantes edificios de principios del siglo XX y marcada influencia arquitectónica francesa, es uno de los puntos donde se puede ver el paso del famoso tren Chepe, en su camino a las Barrancas del Cobre.
+++ Xico, a solo 19 km de Xalapa, la capital del estado de Veracruz ofrece magníficas estampas mexicanas como burreros vendiendo leche o mujeres torteando. Parece que el tiempo se detuvo en esta localidad, especialmente en Semana Santa, cuando celebran el Vía Crucis en la Loma Amarilla, donde se ubica una capilla llamada Monte Calvario.
Por Beatriz Fenner/EFE-Reportajes