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Publican autobiografía de Quincy Jones, leyenda viva de la música estadounidense
A Quincy Jones le cambió la vida por casualidad, en un centro recreativo. “Estábamos proveyéndonos de tarta y a mí se me ocurrió entrar en un cuartito que había al lado. Tenían un piano vertical. Subí al escenario, me detuve un momento, y luego me puse a tocar un poco. Así fue como encontré finalmente un poco de paz. Yo tenía entonces once años y supe que aquello era para mí. Ya para siempre”.
Lo cuenta en "Q. Autobiography of Quincy Jones" (Q. Autobiografía de Quincy Jones), una obra que Libros del Kultrum acaba de publicar en español con traducción de Luis Murillo Fort, veinte años después del lanzamiento original de las memorias del más longevo compositor, director, arreglista y productor estadounidense.
Un músico excepcional, que ha destacado como trompetista, pianista y cantante, y que en su larga carrera ha colaborado con Frank Sinatra, Ray Charles, Dinah Washington, Sarah Vaughan, Count Basie o Michael Jackson, además de hacer sus propias composiciones. También ha estado detrás de multitud de bandas sonoras para cine y televisión.
Una trayectoria admirable que repasa en estas memorias en las que también participan algunas de sus personas más cercanas, desde su hermano Lloyd a su hijo Quincy Jones III, pasando por músicos como Ray Charles.
“Es el retrato asombrosamente abierto, franco y revelador de uno de los grandes genios musicales de nuestro tiempo. Jones es, para mayor gloria, un narrador de gran talento. Un documento imprescindible para remontarse al arranque de una de las épocas más apasionantes de la música contemporánea”, ha señalado sobre la autobiografía el catedrático de Estudios Afroamericanos en la Universidad de Harvard, Henry Louis Gate Jr.
“Enseguida supe que Quincy iba a triunfar”, confiesa en su capítulo el trompetista Clark Terry, que fue su primer maestro y descubridor de su potencial cuando el músico tenía 13 años y que acabaría abandonando la orquesta de Duke Ellington, junto al trombonista Quentin Jackson, para tocar en la de Quincy Jones, doce años después de su primer encuentro.
El tiempo le ha dado la razón: aquel alumno aventajado se convirtió en una auténtica leyenda de la música, reconocido entre otras distinciones con 28 premios Grammy, el Grammy Legend Award, un Emmy, un Tony, el Premio Humanitario Jean Hearsholt de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, el Premio Kennedy, la Medalla Nacional de las Artes y la Legión de Honor.
Quincy Jones ha compuesto la banda sonora de películas como ‘El prestamista’, ‘A sangre fría’, ‘En el calor de la noche’ o ‘El color púrpura’; fue el productor de ‘El príncipe de Bel-Air’ y puede presumir de ser el productor del álbum musical más vendido de la historia: ‘Thriller’, de Michael Jackson.
DE LA POBREZA EXTREMA AL ÉXITO
“Las notas parecieron llenar otros tantos espacios vacíos en mi interior. Cada una tocaba una parte de mí que nada más había tocado antes”, cuenta Quincy Jones sobre aquel encuentro casual y mágico con la música, una disciplina con la que hasta entonces no se había llevado especialmente bien. “Siempre había sacado malas notas en música”, confiesa en su autobiografía.
La música llegó para poner calma a los primeros años de vida de Quincy Jones, marcados por la ausencia de su madre como consecuencia de la enfermedad mental de ésta, una figura con la que no podría tener una relación cercana hasta la edad adulta.
“Desde la partida de mi madre, lo único que no admitía discusión era la presencia del agujero negro que albergaba en mi estómago”, reconoce.
Hijo del jugador de béisbol Quincy Delight Jones y de Sarah Frances, Quincy Jones nació en Chicago el 14 de marzo de 1933, y con 14 años empezó a despuntar como trompetista en los clubs de jazz de Seattle.
Cuenta el músico en sus memorias que antes de llegar a Seattle, Quincy y su hermano se criaron con su abuela paterna, una mujer que había sido esclava en Louisville y que les transmitía sus creencias africanas, y que la precariedad que pasaron durante aquella época fue tal, que comer ratas fritas acabó siendo habitual.
Con el tiempo y gracias a su talento, Quincy Jones acabó por ser el productor musical más importante del siglo XX y a reunir una inmensa fortuna, un status que nada tiene que ver con aquellos primeros años de vida que revela en sus memorias.
A lo largo de su carrera trabajó con los músicos más relevantes del panorama estadounidenses y forjado grandes amistades, como la de Ray Charles, a quien conoció en la adolescencia.
“Hicimos realidad muchos de nuestros sueños, y aún estamos en ello. ¿Sabéis que en todos los años que hemos trabajado juntos, él y yo, jamás hemos tenido un contrato? Todos los discos, las bandas sonoras, nada: no firmamos ni uno solo. Quincy es la única persona en el mundo con quien yo haría algo así”, cuenta Charles en ‘Q’.
La misma confianza que tuvo con Sinatra. “Frank era de mi estilo. Estaba en la onda, era franco y directo y, por encima de todo, era un musicazo. Le quería un montón, lo reconozco; le quise tanto como a cualquier otro músico con quien haya trabajado en mi vida porque era un hombre sin medias tintas (…) En todos los años que colaboramos juntos, jamás firmamos un contrato; solo hubo apretón de manos. Los Sinatra siempre me hicieron sentir como de familia”, recuerda Jones.
Michael Jackson empezó a destacar a una edad tan temprana como lo había hecho él, y juntos lograrían los mayores éxitos de sus respectivas carreras como productor y cantante. Nadie ha superado lo logrado por ‘Thriller’. “Michael era el artista más grande del planeta Tierra. Juntos hicimos historia”, indica en el libro.
DESTACADOS:
+ Con traducción de Luis Murillo Fort, se acaba de publicar en español ‘Q. Autobiografía de Quincy Jones’, publicada originalmente en 2001 en Estados Unidos.
+ Quincy Jones nació en Chicago el 14 de marzo de 1933, y con 14 años empezó a despuntar como trompetista en los clubs de jazz de Seattle.
+ “Michael era el artista más grande del planeta Tierra. Juntos hicimos historia”, recuerda Quincy Jones sobre su colaboración con Michael Jackson. ‘Thriller’ es el disco más vendido de la historia.
Por Miriam Soto EFE/Reportajes