A propósitos de propósitos

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A propósitos de propósitos

 El día de hoy te quiero compartir una historia que te puede ayudar a valorarte mejor, ya que estamos en inicio de año, y a propósito de que andamos pensando qué propósitos de año nuevo te convienen más, pues vale la pena que trabajemos un poco en que te valores más como persona.  Tiene un final fuerte, pero te va a hacer pensar mucho, y te va a ayudar en saberte valorar como debes hacerlo.

Dice la historia, que una chica tocaba el violín, y las opiniones estaban divididas, como bien lo decía el autor* de Ásterix, que refiriéndose al bardo del pueblo, Asuranceturix, decía que cuando tocaba el laúd, un instrumento muy antiguo, las opiniones estaban divididas, porque él pensaba que era muy bueno, y el resto del pueblo pensaba que era un pelmazo.  Bueno, pues lo mismo pasaba con esta chica de nuestra historia de hoy.

Total, se entera que una orquesta filarmónica iba a estar de visita en su pueblo, y quiso ir a darse una probada con el director de la orquesta para ver qué opinión tenía de cómo tocaba ella el violín.  Pidió una cita con él, y se presentó ante él, tocando una obra de Bach, lo mejor posible.  El director sin hacer ninguna expresión, sin señales de aprobación o desagrado, la escucha con paciencia, para ver cómo interpretaba tan magnífica obra.

Al terminar, la chica le pregunta:

  • ¿Qué le pareció mi interpretación?  El director le contesta.
  • Nada extraordinario.  Mi planta la tengo completa, así que, disculpa, tengo que continuar con mi ensayo.  Con permiso.  Y se fue.

La chica se quedó muda.  Sin decir nada.  No encontró la forma de comentarle algo, guardó en su caja su violín, se dio la media vuelta, y se dirigió a su casa, totalmente frustrada.  Al llegar a casa, va a su closet, guarda el violín, y se olvida de él, por completo.

Ella sigue con su vida.  Con esfuerzo, intenta borrar de su mente la frustración que le provocó el comentario del director de la orquesta.  Con el tiempo, conoce un chico, se enamora de él, se casan, y se van a vivir a otra ciudad.  Transcurre su vida, común, como cualquier otra ama de casa.  Atendiendo hijos, y a su marido.

Pero resulta que muchos años después del hecho frustrante, en esa otra ciudad, se entera que hay un concierto, en el que el director es el mismo que la frustró, y sin dudarlo, compra un boleto, asistiendo al concierto.

Al concluir, subió al estrado, se dirigió tras bambalinas, y encuentra al director platicando con el primer violín.  Ella, sin ningún temor, se acercó apresuradamente y le preguntó.

¿Se acuerda de mí?  Soy la chica que le pidió una oportunidad como violinista.  Cuando nos visitó en el pueblo donde vivía.

  • Claro que recuerdo.  ¿Cómo estás?  ¿Has avanzado en el violín?  Ella, estupefacta, le dice.
  • ¿Por qué me pregunta eso?  Si me frustró diciéndome que no me veía mucho talento como para tocar el violín.  ¿Cómo pudo darse cuenta en tan poco tiempo, que yo no tenía talento?
  • Disculpa, pero te voy a decir lo siguiente.  Esto yo se los digo a todos.
  • Pero, ¿por qué razón hizo eso?  Le dice ella.  Pude haber sido una de las mejores violinistas del país.
  • Lo dudo.  Comentó él.  Porque si hubieras tenido la suficiente confianza sobre tu talento, no me hubieras hecho caso, me hubieras desoído, y hubieras seguido avanzando en tu trayectoria como concertista.

Amigo amiga, fuerte la anécdota, ¿no?  Vuélvete sordo a los comentarios negativos.  Que nadie ni nada te impida llegar a tus metas y a tus objetivos.  Nunca te frustres ante algo.  Tú sigue avanzando, que a fin de cuentas, la única persona que puede decir cómo le fue en la fiesta eres tú, y no la persona que te hizo el comentario.

¡Ánimo, que la vida tiene cosas maravillosas por lograr!