Productividad y distribución de la riqueza

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Productividad y distribución de la riqueza

En su definición simple la productividad integra los recursos utilizados, el resultado obtenido y el tiempo para lograr dicho objetivo: que la cantidad producida sea la más posible; que las materias, partes y mano de obra sea la menos posible; y que sea mínimo el tiempo de producción y distribución. Lo anterior dice mucho y a la vez carece de profundidad en el análisis.

Los aspectos más relevantes de la productividad son cuatro: reducción de costos en proveedores, pero sobre todo en fuerza de trabajo, se obtiene con optimización de tecnología instalada, o con innovación porque ésta desplaza mano de obra; la calidad depende de la calidad de las materias primas y partes del producto, pero también de la capacitación y habilidades de la base laboral; aceleración de la producción para abordar el mercado antes que la competencia, esto de acuerdo a capacidades laborales en procesos de producción y distribución; pero además, aún con los aspectos anteriores, no se debe sobre ofertar el mercado.

El objetivo fundamental de la productividad es la ganancia, la acumulación del capital, en un ambiente de competencia permanente. De hecho, la productividad para la competencia ha sido, y es, la base de la expansión progresiva del capital a escala mundial, sin barreras ni restricciones, esto es la globalización histórica.

Según los aspectos señalados la productividad se desarrolla en base exclusiva de la fuerza de trabajo que transforma la materia e integra las partes, en su número y tiempo de aplicación. Contrariamente las cantidades de materias primas, las unidades de productos intermedios y la depreciación de maquinaria y equipo son inversión o costos íntegros por unidad y en total, los que deben estar en el precio final.

La optimización del capital fijo y la innovación establecen condiciones de desarrollo del trabajo.

Para la productividad óptima de la fuerza de trabajo en general se presentan tres escenarios posibles que reducen costos: la misma fuerza de trabajo, más volumen producido; menos fuerza de trabajo, igual volumen que el periodo anterior; y menos fuerza de trabajo incrementa la producción. Lo anterior provoca la reducción del costo salarial individual y colectivo, para generar precios competitivos e incrementar el volumen de venta y las ganancias, para lo cual la reforma laboral en México ha contribuido al flexibilizar contratación y salarios.

La acumulación de capital es resultado de la optimización de la mano de obra, pero las estrategias de productividad han generado desigualdad económica y social en el País y en el mundo. ¿Existen estrategias de distribución de la riqueza generada?

Una estrategia de distribución son incentivos a la productividad, o salarios de eficiencia, es decir premiar o reconocer la aplicación exitosa de la fuerza de trabajo individual o en equipo, estímulos aplicables de diversa manera y periódicamente: puntualidad, logro de objetivos de producción o de calidad, ideas innovadoras de mejoramiento de procesos, reducción de merma, reciclajes de materias primas o partes, uso óptimo de maquinaria y equipo, entre otras.

Los estímulos a la productividad en especie o económicos no deben trasladarse al precio para que éste continúe en competitividad, pero dichos incentivos sí deben reflejarse en elevación de ganancias o acumulación. Así se eleva el nivel de vida de la base laboral y cada empresa puede acordarlos de acuerdo a sus condiciones  y características.

En política fiscal deberían incentivarse estos esquemas de distribución de  riqueza, acuerdos obrero-patronales: si se cumple probadamente la condición del incremento de utilidades en las empresas se podrían diseñar esquemas proporcionales de exención proporcional de impuestos que implique un costo de oportunidad para las empresas al decidir elevar el nivel de vida de la base trabajadora efectivamente productiva. 

En mediano plazo aumentaría recaudación del ISR porque la productividad de la fuerza de trabajo amplía utilidades gravables e incrementaría la percepción de IVA, porque incentivos laborales en especie o económicos incrementarían el consumo agregado. Más ingreso del gobierno, más gasto público como efecto multiplicador económico.

Los estímulos a la productividad deberían considerarse con esquemas de exención impositiva en una efectiva reforma fiscal, para dinamizar la economía y reducir la desigualdad social. Es urgente ganar-ganar.