Priístas en fuga

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Priístas en fuga

Éramos muchos y parió la abuela. Los tiradores priístas a la gubernatura son una especie de generación espontánea: cada día que pasa puede surgir uno nuevo. Son seis y contando, cada uno de ellos con sus particularidades. Esa diversidad de aspirantes da origen a un escenario particularmente complejo en la realidad tricolor coahuilense.

Como diría Marco Antonio Solís, “El Buki”: el que tiene la venia bendita del poderoso es Miguel Riquelme, alcalde de Torreón, pero esa bendición, hoy por hoy no parece suficiente para pensar que se tiene la candidatura en la bolsa. Mucha tinta correrá aún en los periódicos, mucha saliva se gastará en los discursos, mucha suela de zapatos habrá de desgastarse, falta mucho para que alguien pueda cantar victoria.

Y el escenario se enrarece cada vez más. Enrique Martínez y Martínez, némesis natural del grupo en el poder, dejó ya la Secretaría de Agricultura, pero sus enemigos locales, antes de echar las campanas al vuelo, deberían analizar con más detenimiento el presente, con una perspectiva de futuro: ¿dónde les causaba menos daño el exgobernador, en la ciudad de México o aquí? Martínez y Martínez es una figura con peso específico y luz propia en la política local, basta con una reunión de Enrique con sus amigos leales para que se cimbre la clase política; un personaje de esas dimensiones operando en Coahuila es una pesadilla para el todavía Alcalde de Torreón y todo esto mientras Enrique Martínez y Morales dicta conferencias en diferentes lugares del Estado.

Pero no es la única preocupación que en estos momentos le debe quitar el sueño a Riquelme. Resulta que Manlio Fabio Beltrones llegó a la dirigencia nacional del PRI, mal tema para el grupo Torreón. Uno de los personajes más cercanos a Manlio es un coahuilense que también aspira a gobernar, se trata de Alejandro Gutiérrez, y no me lo imagino cruzado de brazos esperando a que todo mundo avance mientras él observa el paso de los triunfadores.

No es todo, Javier Guerrero García ya es diputado federal y pretende llegar al Palacio Rosa. Desde su nueva encomienda tiene la plataforma perfecta para hacer trabajo político, desde luego que le interesa una estructura a su favor y no creo que le asuste la figura de Riquelme.

Además hay una mujer que aspira, Hilda Flores Escalera construye poco a poco su precandidatura, sus posibilidades son remotas, pero ahí está.

Un ingrediente más para esta mezcla, la dirigente priísta Verónica Martínez, es inexperta y carece de la estatura política indispensable para conducir el proceso interno de candidato a Gobernador, y no me refiero al proceso formal en el que se lanza una convocatoria predestinada y bajo un método de selección infalible, sino al proceso no formal, al de los amarres, al de los llamados al orden, al de las patadas por debajo de la mesa, de verdad ¿Alguien ve a la actual Presidenta del PRI disciplinando a Alejandro Gutiérrez o a Javier Guerrero? Yo no la veo.

Pero en la tormenta perfecta para el PRI falta un elemento más, el descrédito del régimen a los ojos de la opinión pública. Son muchos escándalos a cuestas, hay una deuda muy grande por pagar y la justicia estadounidense mantiene un proceso abierto por lavado de dinero, todo eso juega también en el proceso priísta de selección de candidato y no precisamente a favor del precandidato oficial.

Si Riquelme logra salvar todo esos obstáculos y se levanta con la candidatura tricolor, todavía tendrá que enfrentar en la elección constitucional a por lo menos dos figuras fuertes. El panorama no parece alentador.

En las próximas entregas se analizará, uno por uno, a todos los aspirantes priístas, sin distingo.

*El presenta artículo expone mi punto de vista, no la opinión del Gobierno Municipal en el que laboro.

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