PRI denuncia a PrecDecir adiós…
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PRI denuncia a PrecDecir adiós…
O como decimos en Veracruz: ¿Adiós al Año Viejo?
Me parece un buen pretexto aprovechar estas fiestas para hacer un recuento de los d(años) y eliminar todo aquello que no te hace falta ni prescindirás de ello en el tiempo venidero...
Es un buen momento para decirle adiós a los amores viejos, a aquello que terminaste este año, el año pasado, o el año antepasado del pasado que ya pasó. Y me parece todavía mejor aprovechar este cierre de ciclo precisamente para reciclarte y dejar ir aquello que ya no te hará falta ni el próximo año, y quizá, nunca más.
Soltar, “dejar y parar fracasos, soltar los brazos y libertad que oprime mi razón”, como dice Lupita D’Alessio, en su famosa canción Mudanzas que significa, la mayor de las veces, un sinónimo de reconocer nuestra fallas, defectos y debilidades, pero también hace hincapié de nuestra fortaleza y esa enorme fuerza interior, que de plano, se necesita para soltar y decir adiós.
¿Por qué no decirle adiós a las penas? Digo, como quiera la vida siempre nos depara tristezas y hasta tragedias, desilusiones y tropiezos.
Tarde o temprano, de todo lo negativo nos tenemos que despedir.
¿Pero en serio todo fue negativo?
Hagamos un recuento de hasta todo aquello no tan bueno que nos sucedió, ¿y apoco no salió nada bueno de ello?
Me parece un desperdicio de vida cometer errores y no aprender de estos.
Me parece un sinónimo de debilidad volver a caer en juegos y círculos que no nos llevan más que a aplazar lo inaplazable y a no soltar lo que, sabemos, no nos pertenece.
Un trabajo, una carrera, un amor, una casa, un carro, ¡una vida pasada!, y hasta los hijos.
Creo que hasta para el propio crecimiento de los que amamos, es necesario soltarlos para que aprendan a caminar sin nuestra ayuda. Que caigan, tropiecen y aprendan a levantarse porque en casa, eso fue lo que les enseñamos. Que las penas acompañadas de la familia pesan menos y que cuando llegamos hasta el fondo, no hay más que salir hacia arriba.
Como dice Serrat en su atinada y maravillosa canción Esos locos bajitos: “Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós”…
Adiós a los errores, a los fracasos y aquello que no nos resultó.
Al fin y al cabo nos queda otro año, para volverlo a intentar.
¿No llegó el auto nuevo?, ¿ni los arreglos a la casa?, ¿ni la cocina espectacular que vimos en el catálogo de cocinas súper-modernas? ¡Qué importa!
Amanecemos con salud, que ya es bastante.
Porque ¿qué son las cosas materiales si no puedes levantarte de una cama?, ¿qué significa unos lentes caros si no puedes ni siquiera tener los lentes que en realidad ocupas o si no tienes ni para la operación de cataratas?
¿Quién te levanta por las mañanas para emprender un nuevo día?, ¿una nueva oportunidad?, ¿un nuevo comienzo? Dios, número uno. Y tu enorme voluntad, número dos.
Los errores sirven para dos cosas, me platicaba un maestro cuando estudié la preparatoria: “O aprendes de éstos, o te hundes con ellos”.
Y como suelo decirle a mis alumnos tan queridos: La única manera de aprender a vivir, es viviendo. No hay más.
Por eso, estimado lector, le invito a reflexionar en estas fechas, en sus días de descanso que tendrá para disfrutar al lado de los suyos, para no volver a cometer errores, cuando menos no los mismos errores. Aprendamos a que con cada caída, nos volvemos más expertos en levantarnos.
Todo tiene solución, dicen por ahí, menos la muerte.
La salud seguirá siendo sin duda, el más valioso regalo que pueda darnos la vida.
Sin ella, no podremos hacer nada. Y con salud, todo lo demás sale porque sale.
No importa cuánto tardes en conseguir tus sueños, todo se puede lograr. Te cambio la palabra “obstáculos” por “retos” y así, cuando consigas todo, habrás hecho de ti una persona más valiosa, porque eres capaz de lograrlo todo, cuando te pones la firme meta de conseguir tus sueños.
Algunas cosas se aplazan, por diversas circunstancias, pero no significa que debamos renunciar a nuestras metas, sólo sigamos avanzando sin perder el objetivo primordial: mi meta, mi triunfo, mi realización plena. En todos los sentidos.
¿Culpas? No, amigos. Para juzgar sólo Dios.
Hay que entender que lo que no es para ti, es por algo. Hay que entender que lo que no se logró pese a todo esfuerzo, es por algo. Hay que aceptar que hay caminos que son intransitables y que tal vez estemos equivocando nuestra ruta. Simplemente, hay que seguir, porque como les digo a mis chicas, las mujeres con las que trabajo y que la vida me puso para emprender un viaje hacia la propia libertad espiritual: Una mujer sólo voltea para atrás, para ver si se le rompió el tacón…
Y así vamos aprendiendo, soltando y volviendo a comenzar con cada caída y levantada.
Yo le dejo disfrutar su Año Nuevo o su despedida del Año Viejo.
Aquí tendremos pavo y pierna, si Dios quiere, pero sobre todo espero seguir teniendo amor, salud y bienestar.
Le deseo más éxito, más metas y más salud.
Comunicarme con ustedes es un privilegio que la vida me dio. Gracias a quienes han hecho posible este privilegio pero sobre todo gracias a Dios y a ustedes, que me acompañan en este camino de señalamientos hacia aquellos que nos deben rendir cuentas de nuestros impuestos y nuestros dineros.
Ya hablaremos de política el año que viene, que ya está aquí, a la vuelta de la esquina.
Hoy me concentro en mi familia, después de un arduo año de dar clases y pleitos con políticos a quienes tendré siempre en la mira y de quienes le estaré informando.
Se vale soltar desencantos de la vida y que no nos trajeron felicidad. ¿Pero de quién es la culpa? De nadie.
Recuerde pues, la única manera de aprender a vivir, es viviendo. No hay más.
Feliz Navidad para ustedes, y lo más bello del universo para este 2016, que ya tengo ganas de comenzar.
“Para decir adiós, vida mía. Y te estaré por siempre agradecido. Me acordaré de ti algún día, para decir adiós, sólo tengo que decirlo”…
No, no le recuerde.
Suelte.
Avance.
Y sonría.
No sabe más adelante, quién pudiera enamorarse de su sonrisa…