Prever y asumir las consecuencias de nuestros actos es el binomio de la responsabilidad

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Prever y asumir las consecuencias de nuestros actos es el binomio de la responsabilidad

Han ocurrido tantas desgracias en nuestro País y los costos en vidas humanas han sido tan altos que la indolencia ha aflorado. Lo peor es que detrás de cada desgracia hay una liga con la impunidad donde la adjudicación de responsabilidades sigue siendo un gran vacío. Evidentemente todo esto enturbiado por la politización porque, como en todo, siempre habrá quien busque sacar ventajas de estos desafortunados eventos.

Ahora el Metro de la CDMX, mañana será otra situación y la repartición indiscriminada de culpas será la respuesta que den los gobiernos, aclaro, sin importar los colores. Las medias verdades, las excusas, los engaños, el ocultamiento de datos, el silencio intencional son las herramientas que se usan para evadir responsabilidades.

Porque el tema no sólo es asumir las consecuencias que producen nuestras acciones, sino también un ejercicio preventivo de las mismas. No son actitudes que sólo se den en los gobiernos, también en las organizaciones, instituciones y por supuesto en las familias, que no nos enseñaron a realizar un cálculo inteligente antes de pensar y hacer, así sea la cosa más mínima. Luego, el declararnos culpables de nuestras inconsistencias será un asunto impensable. Los culpables son los otros.

Transitamos por carreteras en mal estado, acudimos a hospitales y centros comerciales a los que no se les da mantenimiento, vamos a escuelas a las que no se les ha revisado la infraestructura en un largo tiempo, nos subimos en transportes donde ni siquiera nos preguntamos por su mantenimiento; vienen las desgracias y hasta entonces nos lamentamos de lo que los profesionales no previeron en su momento. Ni se hace un ejercicio preventivo ni se asumen las consecuencias. Justo eso es la responsabilidad.

Sin lugar a duda, las desgracias –no accidentes– tienen un punto de intersección; los gobiernos, las organizaciones, las empresas y los profesionales que laboran en ellas han priorizado las ganancias y han dejado a un lado la protección y el cuidado de las personas. Ganancias en cualquiera de sus múltiples formas, no sólo económicas, políticas o de imagen, y ahí están las consecuencias.

Insisto, no sólo es el Metro que, como buenos animales situacionales que somos, nos pone en posición de rasgarnos las vestiduras. Hay una lista interminable de situaciones y desgracias que nos han ocurrido en la historia presente que siguen sin hacernos caer en la cuenta de la importancia del binomio prever-asumir.

Acá en nuestro entorno, ¿por cuánto tiempo más habrá accidentes en la zona de Los Chorros, en la Monterrey-Saltillo, en la Saltillo-Torreón?, ¿qué sorpresas nos tendrán reservadas quienes hoy nos gobiernan y que generarán menoscabo público?, ¿seguirá habiendo atentados en contra de la naturaleza como los incendios que en últimos tiempos hemos experimentado?, ¿Cómo anda el tema de la contaminación de algunas empresas que siguen dentro de la ciudad agotando y complicando el aire que respiramos?, ¿se seguirán permitiendo megadeudas? Todo esto se solucionará haciendo un ejercicio preventivo de forma constante de parte de quienes tienen la responsabilidad

Prevenir es checar su estado de salud antes de que vaya a ocurrir algo, revisar la situación de su casa antes de que se le llueva, analizar sus finanzas antes que se dé cuenta que se le están acabando; checar el aceite y los frenos de su coche constantemente. Prevenir es preparar, informarse, evitar, aconsejar, intuir, preocuparse y tiene como herramientas la gestión, la planificación y el compromiso.

Fenómenos naturales, accidentes, eventos, situaciones que complican a la comunidad podrían paliarse y bajar presión si nos preparamos con anticipación personal e institucionalmente. Disminuir los riesgos en todas las áreas de nuestra vida es una liga con la responsabilidad que todos tenemos.

Y aunque tenemos leyes maravillosas que a la letra castigan la irresponsabilidad, en la práctica siguen saliendo sin raspones y bien librados muchos funcionarios a los que ni siquiera se les ve arrepentidos de los menoscabos que han hecho en contra de la comunidad. La responsabilidad personal, profesional, moral, ética, civil y penal no está presupuestada en su horizonte existencial y esto sigue complicando la confianza de los ciudadanos en sus gobiernos, en sus organizaciones y en el Estado.

Es urgente que se den castigos ejemplares a quienes han tenido, tienen y tendrán responsabilidades en cualquier ámbito de la marcha de nuestra sociedad mexicana, además de que se asegure y se castigue también la falta de prevención en la realización de cualquier obra o gestión. Prever y asumir las consecuencias de nuestros actos es el binomio de la responsabilidad.

Así las cosas.