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“Preservar semillas es el mayor acto revolucionario”: Vandana Shiva
Vandana Shiva se saca fotos y concede entrevistas como si fuera una estrella de cine. Pero esta física, escritora y filósofa india, que se autodefine como ecofeminista, debe su popularidad a su lucha desde hace décadas por la soberanía alimentaria.
En su primera visita a la Argentina, invitada por el Festival Internacional de Cine Ambiental, devoraron sus palabras cientos de personas en conferencias y charlas. Shiva es muy conocida sobre todo entre los argentinos preocupados por el avance de la soja transgénica y sus efectos.
Entre los conceptos que subraya una y otra vez está el de "apartheid ecológico". "Apartheid quiere decir separación. El apartheid en Sudáfrica estaba basado en la separación según la raza. El apartheid ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza, de que somos diferentes y que por eso podemos comportarnos por fuera de sus leyes como depredadores, amos y dueños, cuando en realidad somos parte de la vida ecológica", explica en entrevista con dpa.
"Los que crearon las estructuras del apartheid ecológico hacen dinero con ello y subyugan a poblaciones enteras de esa manera", agrega.
Shiva, de 62 años, estuvo acompañada en Buenos Aires por otra importante referente de la lucha por el medio ambiente, la cineasta francesa Marie-Monique Robin, autora de "El mundo según Monsanto" y "Las cosechas del futuro", entre muchos otros documentales.
Junto a otros activistas crearon el Tribunal Internacional Monsanto en La Haya, integrado por abogados y jueces, que entre el 12 y el 16 de octubre de este año evaluará los daños causados por esta multinacional estadounidense a la salud humana y al medio ambiente.
Este tribunal, basado en los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos adoptados por la ONU en 2011, analizará además si es necesario reformar la ley penal internacional para que sea reconocido como crimen el ecocidio y que se pueda juzgar a las personas físicas responsables.
Según Shiva, Monsanto -que en Argentina comercializa la soja transgénica y en India el algodón transgénico- se impuso con una serie de mentiras, al igual que otras empresas de la agroindustria.
"La primera mentira es que los químicos son necesarios para alimentar al mundo, creada literalmente después de la guerra. La industria química quería seguir vendiendo esos venenos. Y los vendió como fertilizantes. Los que fabricaban explosivos vendían fertilizantes. Decían que sin fertilizantes sintéticos no se podía tener suficiente fertilidad, pero destruyeron la fertilidad. Decían que sin pesticidas no se podía controlar las pestes. Y crearon más pestes. Encima destruyeron especies benéficas como polinizadores y abejas".
Según esta aguda luchadora india, distinguida con el Premio Nobel Alternativo en 1993, otras mentiras son que los organismos modificados genéticamente (OMGs), como la soja, van a resolver el problema del hambre o que la industria inventó las semillas en el laboratorio y por eso tiene derecho a patentarlas y cobrar regalías.
"Las semillas estaban en manos de billones de campesinos, de miles de pequeñas industrias en cada país, y ahora están en manos de cinco compañías, que se convertirán en tres. Bayer se está fusionando con Monsanto, Syngenta con ChemChina y Dow Chemical con DuPont. ¿Vamos a permitir que tres compañías sean la base de nuestra seguridad alimentaria?", se preguntó.
Para Shiva, el problema del hambre se resuelve de otra manera: "La evidencia científica es muy clara. Para combatir el hambre hay que intensificar la agricultura a través de la biodiversidad, de manera que sea más nutritiva, y ecológicamente, de manera que los procesos de fertilización del suelo y de control de pestes estén alineados con la naturaleza, que es lo que llamamos agroecología".
En ese sentido, aclara, la agricultura industrial no produce suficiente alimento, ya que la mayor parte de su producción se deriva a biocombustibles o a alimento para animales. "En un 70 por ciento nuestra alimentación sigue proveniendo de pequeños campesinos. Si sabemos que sólo un 30 por ciento proviene del sistema industrial, que destruye el planeta, está claro que tenemos que alejarnos de la agroindustria para acercarnos a una agricultura ecológica".
Por eso, subraya la importancia de preservar semillas. "En un tiempo en que las semillas se convirtieron en herramientas para el control, para esparcir venenos a través de los OMGs, guardarlas se convirtió en el acto político más importante. Hay que devolver las semillas a las manos de aquellos que siempre cuidaron de ellas, que son los campesinos. Es un acto revolucionario porque por ese simple acto estás diciendo a esas megacorporaciones que puedes cosechar un alimento mejor".
Según Shiva, en todo el mundo se está dando una lucha contras las corporaciones. "La gente está reconociendo que las políticas neoliberales supusieron mucho sufrimiento. Ahí tenemos como ejemplo la crisis de refugiados de Siria. Hay tanta oposición al Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones entre Estados Unidos y Europa porque está basado en que las corporaciones gobernarán el mundo y puedan quitarnos derechos por los que luchamos toda la vida".
Para Shiva, la humanidad se enfrenta al riesgo de desaparecer si no modifica su conducta. "El mayor desafío que enfrentamos es como especie. Si seguimos en el camino actual, con una economía basada en el crecimiento ilimitado, en una desigualdad ilimitada entre el 1 por ciento y el otro 99 por ciento, en la explotación ilimitada de recursos y en una contaminación ilimitada, como especie no seremos capaces de vivir en este planeta".
Esta activista india lleva luchando desde los años 70. "Algunas luchas las ganamos rápidamente, otras nos llevaron más tiempo. Aunque no veamos los resultados en nuestras vidas, lo que hacemos abre posibilidades a generaciones futuras de tener una vida. Entonces mi lucha es un regalo para el futuro".
A los que quieran participar, la fundadora del movimiento social de mujeres Navdanya les recomienda: "Guarden semillas, cultiven sus alimentos o, al menos, conozcan a quien los cultiva. La comida basura, la comida industrial, los organismos modificados genéticamente tienen el costo del daño al medio ambiente, a la salud y a los campesinos. Si tomamos eso en cuenta, la comida orgánica no es cara”.