Presa Palo Blanco, el oasis saltillense

Por muchos días está en el olvido, pero de repente es inundado por la gente. Esta vez el paisaje es más que agradable
Foto: Vanguardia/Omar Saucedo

FOTOS Y TEXTO: OMAR SAUCEDO

Silencio. El silbido del viento entre las hojas de los matorrales de más de dos metros de alto suena de fondo. Es un día tranquilo en la presa Palo Blanco. El olor  a tierra mojada recibe a quienes llegan a este rincón de quietud al norte de Saltillo.

Las nubes auguran que en cualquier momento podría caer una tormenta. A las quizá cinco personas que están en los alrededores pareciera no importarles. Disfrutan la tranquilidad que ofrece este oasis, como no se puede disfrutar en días de vacaciones, cuando llegan familias enteras, con música a todo volumen, cerveza y carne asada.

A algunos les parecerá increíble que a media hora de la cambiante ciudad de Saltillo se encuentre esta zona que por muchos quedó olvidada. Olvidada por el Gobierno que la construyó hace casi 20 años, olvidada por quienes van al norte del estado, que ya no utilizan esta antigua carretera, angosta y llena de curvas, pero que ofrece paisajes inigualables a pocos minutos del estado de Coahuila.

Pero quienes sí visitan este pequeño océano descubren en él tranquilidad para compartir con sus hijos. Un paseo con flora y fauna ajena a nuestra vida cotidiana, con cielo despejados, montañas imponentes que se reflejan en el agua, y un recordatorio de el cuidado a estos lugares, cada vez más escasos y en espera a voltear a verlos, conocerlos, disfrutarlos y protegerlos.

Foto: Vanguardia/Omar Saucedo
Foto: Vanguardia/Omar Saucedo