Preguntas y más preguntas sobre el proceso electoral

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Preguntas y más preguntas sobre el proceso electoral

Al parecer no hay marcha atrás en el proceso electoral de Coahuila y será el 18 de octubre cuando vayamos a las urnas. Ya hay impugnaciones del PAN y Morena para cancelar la fecha y extenderla, pero nada parece indicar que lo vayan a lograr.

Entonces, en menos de un mes, arrancarían las campañas en un contexto de pandemia, en un contexto de emergencia sanitaria, en un contexto de contagios y muertes por COVID-19: al diablo el color del semáforo, salgamos a las calles.

Cierto, tiene que haber elecciones algún día y renovar el Congreso, pero el 18 de octubre parece una fecha muy cercana teniendo todavía dos meses de colchón. Por ello, aquí van algunas dudas y cuestionamientos:

Si la indicación de las autoridades de salud es que no se reúnan más de 15 personas, porque más ya se considera evento masivo, ¿cómo serán los mítines? ¿Tendrán todos cubrebocas? ¿Se acabarán –por fin– los conciertos masivos de cierre de campaña que buscan mostrar el “músculo” político? ¿Se tomará la temperatura a todos?

¿Qué pasará si en el equipo de la o el candidato brota un caso de COVID? ¿Se tendrá que aislar el o la candidata en plena campaña? ¿Qué pasará si un candidato o candidata se contagia de COVID-19 en plenas campañas?

¿Le abrirá usted al candidato para que le suelte la verborrea de siempre cuando no sabe con qué personas se reunió, cuando no sabrá si tuvo contacto o no con algún caso positivo?

Normalmente –no me dejará mentir, querido lector– los acarreados que acuden a los mítines de campaña son mujeres acompañadas de niños, ancianos y ancianas. ¿Valdrá la pena arriesgarse por una despensa o un lonche? ¿Tendrán los partidos el suficiente poder de convencimiento y de cartera para acarrear gente en condiciones de pandemia? ¿Se arriesgará un candidato a llevar ancianos a un evento proselitista con el riesgo de que allí alguien se infecte y tenga que cargar con la culpa? ¿Qué pasará si la señora acarreada resulta con 38 de temperatura? ¿Esperará en el camión a que termine el mitin?

En términos de publicidad: ¿tendremos que escuchar la propaganda política en espacios que podrían ser utilizados para una mejor educación de salud? ¿Quitarán todos los espectaculares del uso de cubrebocas y el #QuédateEnCasa para poner ahora al candidato o candidata diciendo que es la mejor opción? ¿O al partido X diciendo que su experiencia cuenta? ¿O al partido Y atacando al partido X? ¿Veremos cubrebocas con la imagen del candidato o candidata o con eslóganes de campaña?

En el día de las votaciones: ¿querrá usted ser funcionario de casilla? ¿Qué hará el árbitro electoral si se presenta ausencia de funcionarios de casilla el día de la elección, como seguro ocurrirá en mayor medida? ¿Cuántas negativas habrá? ¿Habrá un escrutinio meticuloso en los funcionarios de casilla para no elegir a un adulto mayor o un diabético o un hipertenso y así evitar que una persona vulnerable se infecte de coronavirus? Usted, funcionario, que decidió cumplir con su deber cívico, ¿aguantará una jornada de 12 horas con cubrebocas y careta? ¿Qué pasará si un ciudadano infectado de COVID-19 quiere ir a votar, pero por obvias razones no puede salir de casa para no contagiar a la demás gente? ¿Cómo garantizar el derecho a votar de un enfermo de COVID? ¿Qué pasará si el día de las votaciones el mismísimo candidato o candidata le toman la temperatura a la entrada y sale con más de 38 grados?

¿Se aprovecharán los mapaches electorales del cubrebocas para hacerse pasar por otra persona? ¿Pedirán los funcionarios de casillas que la gente se descubra para verificar que la persona que entrega la credencial de elector realmente corresponde a la identidad de la credencial?

AL TIRO

La última elección intermedia para elegir únicamente diputados locales, en 2014, tuvo un abstencionismo del 60.4 por ciento, es decir, apenas 4 de cada 10 coahuilenses salieron a votar. Esta elección pinta para ser la de menor participación en la historia. Y a nadie debería sorprender.

El día de mañana le dirán: no vaya al cine, no haga fiestas, no se reúna con mucha gente, no habrá clases presenciales, pero salga a la calle a votar. Dé a los funcionarios su credencial. Vaya a la urna donde cientos se habrán metido –quién sabe si enfermos o no–. Utilice un marcador que cientos habrán usado para tachar el candidato de su elección. Y deposite su sufragio en la urna. ¡Viva una fiesta democrática!