Por una rendición efectiva de cuentas

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Por una rendición efectiva de cuentas

Mucho se ha dicho y también mucho se ha escrito sobre el proceso electoral del próximo año, sin embargo, hasta ahora parecería que solamente vamos a elegir al Presidente de la República. Sabemos que no es así: se van a elegir también la totalidad de los diputados y senadores que integran el Congreso de la Unión; varios gobernadores y al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México así como un gran número de diputados locales, alcaldes, etcétera. Será casi, seguramente gracias a las reformas que se han hecho para empatar los procesos locales con el federal, el día en que esté en juego el mayor número de puestos de elección popular en la historia de nuestro País.

Desde mi óptica, sin dejar de reconocer el peso específico que tiene la elección presidencial, es de vital importancia poner también el foco en la elección de los legisladores que habrán de integrar ambas cámaras del Congreso de la Unión de quienes, considero, dependerá en gran medida la gobernabilidad del País. Además, de acuerdo con lo aprobado en la Reforma Política del 2014, los diputados y senadores que resulten electos, podrán optar por la reelección (tres o seis años después, según sea el caso); y, si sus electores así lo deciden, podrán ejercer el cargo hasta por doce años consecutivos.

La eliminación de la prohibición a la reelección consecutiva de legisladores, es una de las modificaciones más relevantes de la reforma del Estado que, además, puede hacer posible la construcción de nuevos acuerdos sobre otras asignaturas pendientes que tienen que ver con la gobernabilidad. La reelección de legisladores, además de devolver a los ciudadanos el poder de exigir cuentas a sus representantes, permite la profesionalización de los parlamentarios y la continuidad en los trabajos legislativos y esto sin duda fortalece al Congreso. Estos dos componentes, experiencia y continuidad en las funciones parlamentarias, disminuyen la probabilidad de que en la negociación interpartidista se impongan razones de coyuntura que impidan la construcción de los necesarios acuerdos que le den viabilidad a un gobierno de minoría como el que seguramente tendremos. La gobernabilidad depende, en gran medida, de que resulte realmente costosa la no-cooperación.

Son tan claras las ventajas de la reelección, y están tan fuera de discusión, que en una buena parte de las constituciones de países democráticos ni siquiera se hace mención expresa del tema, se da por descontado que el reelegir o no a su representante, es un derecho del elector. En México, por una reforma constitucional llevada a cabo en 1933, que lo que buscaba, y en buena medida logró, era debilitar al Congreso, se prohibió la reelección consecutiva de los legisladores. Antes de la reforma constitucional del 2014, sólo dos países en el mundo: México y Costa Rica, establecían dicha prohibición. Era una de las más desafortunadas excepcionalidades de nuestro sistema político. A partir del próximo año, gracias a la reforma del 2014, la prohibición desaparece y la medida sin duda, además de fortalecer al Congreso, contribuye a asegurar la división, pero también el equilibrio entre poderes.

Es evidente que las reglas e instituciones con los que hoy operamos no favorecen la gobernabilidad democrática. Si queremos hacer más funcional nuestra democracia es indispensable fortalecer el vínculo entre representantes y representados. Esta reforma debe traer aparejada como finalidad esencial, la rendición efectiva de cuentas frente al ciudadano, tanto de quienes ejercen responsabilidades de gobierno como de aquéllos que se encuentran en la oposición, y debe de contribuir a revertir la percepción que existe entre los ciudadanos de que la democracia es incapaz para resolver los problemas sociales.

@jglezmorfin