¿Por qué se festeja una rifa como si fuera un triunfo nacional? ¿Será esa para AMLO su 'hora más gloriosa'?

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¿Por qué se festeja una rifa como si fuera un triunfo nacional? ¿Será esa para AMLO su 'hora más gloriosa'?

Como una señal clara, o al menos una bendita casualidad, que indicaba que el mundo estaría preparado para enfrentar a Hitler y su ofensiva Nazi, el mismo día en que Alemania decide invadir a Luxemburgo, Holanda y Bélgica, Winston Churchill es nombrado Primer Ministro de Gran Bretaña. Ese 10 de mayo de 1940 el destino puso al hombre correcto en el lugar correcto. Mucho se ha hablado del destino que pudo haber tenido la Segunda Guerra Mundial sin Churchill como uno de los protagonistas. Es precisamente Churchill quien dijo: “A cada persona durante su vida le llega un momento especial en el que figurativamente reciben un toque en el hombro y se les ofrece la oportunidad de hacer algo muy especial, algo único y a la medida de sus talentos. Qué tragedia sería si ese momento los encuentra mal preparados o calificados para lo que hubiese sido su hora más gloriosa”.

Así, Churchill dirige uno de sus discursos más famosos e icónicos apenas unas semanas después de su nombramiento por parte del Rey Jorge VI. El 4 de junio de 1940, ante la Cámara de los Comunes, les presenta un diagnóstico de la nueva realidad y la amenaza Nazi. También da un recuento de lo sucedido en la batalla de Dunkerque (les recomiendo la película “Dunkirk”) y la pérdida reciente de más de 30 mil hombres y cuantiosas pérdidas de recursos materiales en batallas en Francia y Bélgica que él mismo calificó como un “desastre militar colosal”. Continúa su discurso proponiendo pasar de una guerra defensiva a una ofensiva, reconstruyendo su aparato militar y apelando a la superioridad naval británica para defender la isla y para combatir a Hitler. Y así, cierra su discurso diciendo: “Aunque grandes porciones de Europa y muchos Estados antiguos y famosos han caído o caerán bajo las garras de la Gestapo y el odioso aparato Nazi, no debemos languidecer ni fallar. Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, ¡nunca nos rendiremos!, e incluso si, cosa que ni por un momento creo que suceda, esta isla o una gran parte de ella fuera subyugada y estuviera hambrienta, entonces nuestro Imperio más allá de los mares, armado y protegido por la flota británica, cargaría con el peso de la resistencia, hasta que, cuando sea la voluntad de Dios, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, avance al rescate y a la liberación del Viejo Mundo”.

Ante la crisis inminente y la necesidad de recursos para enfrentar la guerra, Churchill reconoció y señaló los excesos que gobierno y monarquía tuvieron y pasó inmediatamente a declarar que las joyas de la Corona británica y otros activos de la nación serían rifados para acceder a los recursos necesarios para comprar barcos y entrenar soldados, así como para instalar las sirenas que avisaban a los londinenses de los inminentes ataques de la Fuerza Aérea alemana (Luftwaffe).

No es cierto, Churchill no organizó una rifa, aunque en ese discurso del 4 de junio sí dijo que “ninguna idea sería muy extravagante para estar preparados ante todo tipo de maniobras brutales y traicioneras” del enemigo.

Seamos serios, los mexicanos debemos estar cansados, decepcionados y ofendidos de lo ridículo que fue el espectáculo de la rifa “del avión” y cómo refleja el nivel de quienes nos gobiernan con base en ocurrencias. Esa rifa en la que todo indica se vendió no más de 3.68 millones de boletos (de 6 millones planeados y ya descontando el millón de boletos que el gobierno “compró”), recaudando unos mil 840 millones y pagando premios por unos mil 040 millones (76 boletos vendidos de 100 con premio), para recaudar un neto, sin contar costos ni comisiones, de unos 800 millones de pesos. Es decir, todo este alboroto del señor presidente para recaudar un 0.013 por ciento del presupuesto de 2020. Y se siente triunfador y las focas le aplauden. Aquí es dónde los ciudadanos de todas ideologías debemos preguntarle a AMLO si cuando sintió ese toque en el hombro, al que se refirió Churchill, pensó que la oportunidad de hacer algo muy especial incluiría un espectáculo como el de la rifa del avión y si esa sería su hora más gloriosa. Lo dudo; estoy seguro que el Presidente da para más, aunque muchos estemos cada vez más cansados de su circo.