¿Por qué los mexicanos (y en particular los del norte) debemos celebrar el Halloween sin prejuicios ni culpa?

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¿Por qué los mexicanos (y en particular los del norte) debemos celebrar el Halloween sin prejuicios ni culpa?

La cultura y el lenguaje están vivos y se mueven, se modifican, adquieren nuevos tonos, se enriquecen. | Foto: AP
Más allá de la imposición cultural y el marketing, disfrutemos de la influencia y la cercanía con EU, a la par de nuestras tradiciones prehispánicas y mestizas

Por: Sergio Castillo, gestor cultural

¿Por qué cada año debatimos si es bueno o malo celebrar Halloween? Come on! Somos norestenses, guardamos una relación estrecha con varias costumbres de los gringos, particularmente de los texanos y no es nuevo, tenemos mucha historia compartida. Desde hace tres generaciones, o sea desde la post guerra, estamos festejando el día de brujas, entre otras de sus tradiciones. ¿Ya no se acuerdan que en las clases de inglés de la secundaria, en esta temporada, nos explicaban la tradición celta del All Hallows’ Eve, que significa Vispera de Todos los Santos, además del Thanksgiving?

Además, por décadas vinieron miles de texanos, luisianos y floridanos cada verano a aprender español a Saltillo, acuérdense. O ¿Cuántos tienen (tenemos) familiares allá? ¿Quién no conoce un paisano que va y viene en cada Navidad? Y a propósito ¿También empezamos a rechazar a Santa Clos y dejamos de decorar con pinos? ¡Por favor!

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Sí, está bien, el Halloween es un pretexto para el consumo, una imposición comercial del capitalismo voraz, bla, bla… pero ¿Qué el Altar de Muertos no es también una imposición del Estado Mexicano y sus rancias políticas nacionalistas? No me linchen, por favor, es la verdad o ¿A poco me van a decir que en sus casas siempre lo instalaron? El único que veíamos era el de la escuela dedicado a Madero o a Carranza y ni entendíamos bien de que iba la cosa.

Nuestra celebración de Día de Muertos, la de los estados del noreste, es históricamente más austera: ir al panteón, dejar flores, comprar caña de azúcar y pan, nomás.

Es en los estados del sur, principalmente en Michoacán, donde la tradición es más sofisticada, bella, profunda, mágica y colorida, y difícilmente podríamos emular acá su mística. Así que, tomemos lo que tenemos.

Por otra parte, el reloaded de las fiestas mexicanas de muertos en los años recientes se lo debemos a Coco y a James Bond, sí queridos: Hollywood, tío Sam, los gringos vinieron a reivindicarnos nuestra propia tradición en nuestra propia face, y además la edulcoloraron y la globalizaron, tal cual hicieron con el Halloween ¿Les damos las gracias?

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Esa publicidad internacional no fue gratis, hace poco nos enteramos y nos indignamos porque el otrora jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, pagó 18 millones de dólares para que la capirucha saliera cuatro minutos en Spectre, la más reciente película de Bond ¿La vieron? El hermoso centro histórico de la CDMX es escenario de un fantástico desfile de marionetas gigantes y catrinas que se produjo ex profeso. No existía en la realidad, pero desde el estreno de la cinta se replica cada año porque los turistas, gringos claro, venían a buscarlo… o sea, otra tradición impuesta. Nos costó caro.

¿Lloramos o reímos? Nada, nada, no hay que sentirse mal, mi intención no es causar un conflicto de identidad patria, ese ya lo traíamos. Lo que quiero es proponer algo: que acá en el noreste de México celebremos sin prejuicio ni culpa ambas fiestas, porque a final de cuentas nos hace más ricos culturalmente hablando ¿No? Es motivo hasta de presunción: nosotros los mexicanos del norte somos tan chingones que celebramos una tradición de origen celta de la cual nos hemos apropiado por la cercanía con EU, y porque nos influye la Cultura TexMex; y también festejamos una hermosa tradición prehispánica y mestiza.

La cultura y el lenguaje están vivos y se mueven, se modifican, adquieren nuevos tonos, se enriquecen. Dejemos que fluyan y celebremos lo que somos: mexicanos fronterizos y multiculturales.