Por qué la pandemia fue un momento decisivo para la industria del cannabis

Usted está aquí

Por qué la pandemia fue un momento decisivo para la industria del cannabis

Las plantas de marihuana recién cortadas son preparadas para su almacenamiento en Aether Gardens, una compañía productora de cannabis de 11 mil metros cuadrados en Las Vegas, el 24 de mayo de 2021. (Joe Buglewicz/The New York Times)
Los dispensarios médicos autorizados y las tiendas de cannabis permanecieron abiertas en Nevada durante la pandemia y con sus productos ayudaron a la gente a enfrentar ansiedad y estrés

Patricia Alfonso Tortolani

“Tengo previsto que este sea el primer año en el que Nevada recaude más de 1000 millones de dólares en ventas de cannabis”, dijo Nicolas MacLean, director ejecutivo de Aether Gardens, compañía productora de cannabis en Las Vegas. “Y eso sucedió a raíz de algo que creo que nadie se esperaba”.

En marzo de 2020, el Strip de Las Vegas quedó a oscuras tras su primer cierre total desde el asesinato de Martin Luther King Jr. en 1968. En las siguientes semanas, Las Vegas se convirtió en el epicentro de los despidos en Estados Unidos. Con los casinos cerrados, el volumen de visitantes cayó de 3,5 millones en enero de 2020 a poco más de 100.000 en abril de 2020. Ese desplome hizo que las pequeñas empresas del estado —incluyendo al sector del cannabis— cayeran en picada.

“Esa primera semana, el gobierno no hizo una diferenciación entre negocios esenciales y no esenciales”, dijo MacLean. “Los dispensarios entraron en pánico y preguntaron si podían devolvernos los productos” (la marihuana recreativa es legal en Nevada, aunque solo pueden venderla dispensarios autorizados). Dentro de Aether Gardens, un espacio de 11.000 metros cuadrados a 22 kilómetros del Strip, MacLean y su personal se maravillaron con su cosecha más reciente.

“Pasamos el último año perfeccionando nuestra flor”, dijo MacLean, “y quedamos atrapados en medio del COVID-19 con la mejor flor que jamás habíamos tenido”.

En ese momento, la compañía ofrecía la Dosi-Woah, una cepa relajante en la que predomina la variedad índica, con cogollos de una mezcla de verde, dorado y naranja brillante. También tenía la Zweet Insanity, una cepa rica en terpenos, los compuestos responsables del aroma a menudo fuerte de la planta, con flores grandes y grasosas que proporcionan un efecto relajante. Ambas variedades también ofrecen los altos niveles del constituyente psicoactivo tetrahidrocannabinol (THC) que buscan los visitantes fiesteros. Pero sin ninguno de esos clientes en la ciudad, MacLean comenzó a ver el cannabis a través de un nuevo lente: ¿cómo podría ayudar con el estrés y la ansiedad relacionados con la pandemia?

Al parecer, bastante. A pesar de las órdenes contradictorias de salud pública de los gobiernos locales y estatales respecto a si las empresas de cannabis podrían considerarse “esenciales”, la industria tuvo un momento revelador durante la pandemia. Las ventas legales de cannabis en Estados Unidos superaron los 17 mil 500 millones de dólares en 2020, un incremento del 46 por ciento con respecto a las ventas en 2019. Para muchos estadounidenses, abastecerse de marihuana fue tan esencial como abastecerse de papel higiénico. Y la industria consiguió una manera de hacérselas llegar.

En Las Vegas, eso significó involucrar a los residentes locales. Cinco días después de que el gobernador Steve Sisolak emitiera su primera declaración de emergencia, la Iniciativa de Mitigación de Riesgos por COVID-19 del Centro de Respuesta Sanitaria de Nevada anunció que las tiendas de cannabis y los dispensarios médicos con licencia podían permanecer abiertos, pero exhortó a que habilitaran servicios de entrega a domicilio y cumplieran con el distanciamiento social. MacLean recuerda cómo se formaron filas de autos, de hasta cinco cuadras de largo, para recoger sus pedidos. Si bien las empresas de Nevada siempre habían apostado por los dólares del turismo, de repente la población metropolitana de 2 millones de residentes de Las Vegas, presente durante todo el año, comenzó a lucir como una sólida base de clientes de remplazo.

“Los residentes locales son muy exigentes: quieren algo que no vayan a encontrar en el mercado negro”, dijo MacLean. “Sobre todo, cuando estás confinado en casa, le prestas más atención a cosas como los terpenos y los perfiles de cannabinoides, además de los niveles de THC, la estructura de los cogollos y el aroma, que es el tipo de información que obtienes cuando compras en el mercado legal. Y el año pasado, eso jugó a nuestro favor como cultivadores de flores de alta calidad”.

Para satisfacer la creciente demanda, Aether Gardens construyó un nuevo invernadero de última generación, el cual producirá su primera cosecha este mes. Los turistas (y sus discretos vaporizadores) están regresando, pero MacLean no prevé que los clientes locales —ni la demanda de flores de alta calidad— desaparezcan pronto.
 

Canna Provisions, una tienda de cannabis que supo adaptarse a los tiempos con la llegada de la pandemia. (The New York Times)

“Si no te gusta que te impongan obstáculos todo el tiempo, como en un videojuego, esta industria no es para ti”, dijo Meg Sanders, directora ejecutiva de Canna Provisions, con sede en Massachusetts. En marzo de 2020, esos obstáculos llegaron rápidos y furiosos. Aunque el uso recreativo de la marihuana es legal allí, Massachusetts es el único estado que hace una distinción entre distribuidores de cannabis medicinal y minoristas para uso adulto, lo que significó que los dispensarios como Canna Provisions tuvieron 48 horas de aviso para cerrar sus puertas.

“Que consideraran esenciales a las tiendas de licores y no al cannabis para uso adulto —especialmente cuando la ley aprobada en Massachusetts buscaba regular el cannabis de la misma manera que el alcohol— fue sorpresivo y desafortunado”, dijo Sanders.

Tras pagarles a todos sus empleados dos semanas adicionales de trabajo y aceptar el hecho de que las empresas de cannabis no calificaban para los préstamos del Programa de Protección de Pago de Salario (PPP, por su sigla en inglés), Sanders analizó detenidamente su modelo de negocio y comenzó a esbozar un camino diferente.

“Entendimos de inmediato que nuestra forma de interactuar con nuestros clientes tenía que cambiar”, dijo Sanders, y describió la estrategia en el dispensario de Canna Provisions en Lee, Massachusetts, como un servicio personalizado centrado en la educación. Ubicada en el corazón del condado de Berkshire, donde cerca de 3 millones de visitantes llegan cada año para admirar los paisajes otoñales, esquiar y hacer pícnics, “nuestra tienda es en gran medida parte de la experiencia”, afirmó.

En contraste con el dispensario tradicional estilo mostrador de cafetería, Canna Provisions ha prosperado bajo el modelo de compras grupales, interactivas y guiadas.

“La edad promedio de nuestros clientes es de 50 años o más”, dijo Sanders. “Tienen preguntas, quieren aprender y no quieren tener una fila detrás de ellos que los apresure”.

Antes de la pandemia, Canna Provisions llegó a tener hasta ocho guías presentes al mismo tiempo, los cuales educaban a los grupos sobre productos tópicos, brownies y porros prerrolados. Pero durante la pandemia, ese ambiente de aprendizaje centrado en la marihuana se desvaneció.

“Imagina esa transacción en un estacionamiento, con dos personas utilizando cubrebocas, a 2 metros de distancia: simplemente no es lo mismo”, dijo Sanders.

Canna Provisions enfrentó otro obstáculo cuando finalmente volvió a abrir sus puertas con un servicio limitado de entregas de pedidos, dos meses después del cierre.

“Nuestro condado es un desierto de internet, por lo que tuvimos que ayudar a las personas que no tenían acceso o no tenían el conocimiento informático necesario para hacer un pedido en línea”, dijo Sanders.

Frente a esta realidad, Sanders trasladó sus operaciones a los pedidos telefónicos, para preservar el toque humano y educativo con el que los clientes se habían sentido cómodos.

Cuando los clientes llaman a Canna Provisions, la primera voz que escuchan es la de un miembro del personal experto en cannabis —a veces la propia Sanders— que los guía por la experiencia de compra. Desde sugerir cepas —como la Stardawg (Corey Cuts) Smash Hits, cultivada localmente, una cepa híbrida relajante y estimulante con “tendencia a volverse filosófica”, como lo describe el sitio web de la compañía— hasta el procesamiento del pedido, cada guía telefónica brinda la misma atención dedicada que los clientes experimentarían en la tienda.

“Y está funcionando”, dijo Sanders. “En nuestra tienda de Lee, los pedidos anticipados se han convertido en casi el 100 por ciento de nuestro negocio, por lo que compramos más terminales y contratamos a más personas para que contestaran los teléfonos y nuestros ingresos aumentaron”.

Cuando las restricciones por el COVID-19 para las tiendas minoristas se flexibilizaron el verano pasado, Canna Provisions abrió su segunda tienda dentro de una fábrica de papel y ladrillo de 150 años en Holyoke, Massachusetts. En la nueva sede de 370 metros cuadrados, Sanders y su equipo pueden ofrecer nuevamente su experiencia de servicio al cliente con guías. Sanders describió la manera en que los turistas de cannabis exploran el espacio y admiran todos los elementos curiosos del diseño: los sellos de goma antiguos, los letreros de metal recuperados y la estatuilla de un tiranosaurio fumando un porro. “Nos propusimos crear un destino turístico”, dijo. “Y lo logramos”. c.2021 The New York Times Company