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¿Por qué dejar de ser "la otra"?
“¡Que pase la amante!” gritaría Laura Bozzo si te tuviera cerca. Ser la amante de un tramposo no es tema para debatir en un talk show, sino para reflexionar con conciencia. ¿Qué hay detrás de una mujer joven, bella como tú, aspirando a estar en el anonimato para ser amada?
En el vecindario corren los adjetivos cuando pasas, “la amante”, “la querida”, “la otra”, “la roba marido”, “la segundona”. Ninguno de ellos es fiel a tu propio drama. Te has enamorado de un hombre casado que es un verdadero tramposo con su esposa y sus hijos, pero también contigo. Te explico por qué.
1. Destrozo emocional
Nunca imaginaste que este amor entre sábanas de hotel y olor a prisa iba a destrozar tu vida. La de él no, porque es su juego: él es un tramposo profesional. Pero tú, eres aún esa joven ingenua que cree que algún día dejará a su mujer y a sus hijos para correr a tus brazos.
Mira, te lo digo con el corazón en la mano: estás condenada a sufrir muchas decepciones y ver cómo el respeto por ti misma se aleja detrás de su adiós. Tu autoestima ya está destrozada.
2. Alternar entre el placer y el dolor
Desde que te levantas estás pendiente de sus mensajes, vives con el riesgo a cuestas. Tu familia cree que sales con una amiga y te has acostumbrado a mentir. Dentro de ti sabes bien que la emoción por verse te desborda, y entonces miras las fotos prohibidas y crees que eso es felicidad.
Sin darte cuenta, oscilas entre el dolor de su ausencia, el saber que a la noche está con su esposa y sus hijos, la duda por saber si el próximo fin de semana podrán verse. Esa sensación de novedad constante te seduce, pero no apaga el miedo a perderlo.
3. No tener futuro a su lado
Dentro de ti, sueñas desde pequeña con envejecer al lado del hombre que te llevó al altar. Sin embargo, sabes que siendo la amante de un tramposo eso quedará en el plano del deseo. No cometas el error de creer que vas a ganarle a su familia.
¿Sabes?, es muy difícil que él abandone su familia. Los terapeutas bien sabemos que los hombres como él —a pesar de tener una aventura— valoran sus familias y aman a sus esposas e hijos.
Las amantes solo son momentos fugaces de sexualidad intensa, pero su matrimonio no se sostiene solo de sexo. También están las metas del matrimonio, el compañerismo, los momentos de luchas compartidos y los proyectos juntos. Las amantes suelen quedar excluidas de todo ello.
4. Inmensa soledad en los momentos de crisis
Cuando se cierra la puerta del hotel y cada uno corre hacia su casa, dentro de ti sabes muy bien que su panorama es muy diferente al tuyo. En los momentos de crisis no podrás tenerlo a tu lado, pero también verás que será imposible planificar vacaciones o momentos agradables en público, porque siempre estarás entre las sombras.
5. Desengaños constantes
Cuando te dejaste apresar en su red de redes seductoras, no lograste percibir que para ti iba a ser algo más que un momento fugaz de pasión y deseo. Él nunca te negó estar casado, sin embargo, te dijo —como a todas las demás— que “estaba pasando por un mal momento de pareja” y, a los pocos días, viste que en la oficina le daban el día libre porque iba a nacer su tercer hijo.
No lo olvides: el deseo siempre pide satisfacción inmediata, sin embargo, el amor solicita permanencia en el tiempo. No creo que se respire la felicidad siendo siempre “la otra”, sobre todo porque ese hombre es un verdadero tramposo. Anímate a ser feliz, deja de ser un amor de reparto y sé protagonista.