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Por celos joven asesinó y mutiló a sus rivales
LA HISTORIA, SEGÚN JESSY
Jessy estaba confundida y temerosa. Eran casi las ocho de la noche del pasado 28 de julio. Los señores de traje le preguntaban cosas y ella, aunque sabía lo que había pasado, prefería no contestar: hacerlo significaba terminar su relación con Daniel y, muy probablemente, debería regresar a su casa en Xochimilco al lado de su madre, quien no la dejaba salir a la calle con sus amigos.
La mañana de ese jueves llegaron policías, de los azules, y se la llevaron al Ministerio Público. Pasaban de las tres de la tarde cuando el estruendo de las sirenas y las luces de las patrullas penetraron el pequeño cuarto de tabiques de la colonia Barrio Santa Martha, en Milpa Alta, donde vivía con Daniel, El Guatemala. Ésa fue la última vez que lo vio.
Poco antes, un vecino que caminaba por la zona vio una protuberancia extraña en un terreno baldío ocupado por una construcción de tabiques de hormigón. Se acercó un poco y el olor a putrefacción fue evidente. Sólo alcanzó a ver pedazos de carne y decidió alejarse. Siguió caminando y encontró una patrulla, a cuyos tripulantes les contó lo que observó.
En el MP, Jessy comenzó a quebrarse. Ya estaba cansada y el efecto del tíner que había inhalado comenzaba a disiparse. Las personas de traje eran muy insistentes y pensó, por un momento, que si decía todo regresaría al cuarto con Daniel: “Mató a los tres porque querían sobrepasarse conmigo. Siempre me protegía y por eso me fui a vivir con él”, confesó finalmente.
LOS CELOS
'Me gusta la Jessy y me la voy a chingar', le dijo El Rocky. Daniel enfureció. Mediaba la tarde del martes 26 de julio y El Guatemala estaba junto con un amigo, El Oros; juntos sometieron a El Rocky.
El Oros lo detuvo por la espalda para que Daniel, quien empuñaba un cuchillo, le asestara una puñalada directo al pecho. Jessy observó cómo su novio y su cómplice se llevaban a El Rocky hacia un pino ubicado a unos diez metros de la construcción. A lo lejos escuchó los gritos y la pelea.
Después de un rato Daniel regresó al cuarto y Jessy le preguntó por El Rocky. Mintió al contestarle que se había ido, porque luego de ser detenido y en presencia de los policías reconoció: “lo maté por quererme quitar a mi Jessy. Le di un chingo de piquetes y un rocazo”.
Pero sus celos sólo se apaciguaron por unas horas. Luego del primer asesinato, Daniel y su cómplice, quien aún permanece prófugo, fueron a drogarse al deportivo Milpa Alta, en las calles Sinaloa Norte y Tlaxcala Norte de la colonia. Luego salieron a tratar de vender un reloj que El Oros había robado.
En su casa, Jessy se había quedado dormida junto con dos perros callejeros, pero se despertó al sentir la mirada morbosa de un hombre al que conocían como el viejo borracho, que deambulaba por la zona y se había metido al cuarto. Cuando Daniel y El Oros regresaron ese día por la noche, ella les comentó lo ocurrido.
Con la cabeza llena de ira, El Guatemala y su amigo jalonearon al hombre al lugar donde había dejado el cadáver de El Rocky.
Otra vez El Oros fue el encargado de detener a la víctima y Daniel de enterrarle una y otra vez un machete en el tórax.
Jessy dijo al Ministerio Público que los embates se prolongaron por varios minutos.
Tras consumar su segundo asesinato, fueron a drogarse al deportivo. Regresaron a la habitación la mañana del miércoles 27 acompañados de otros dos: El Chino y El Flaquito. Jessy dormía. El primero, de manera intempestiva, entró al cuarto y fue Daniel, quien lo echó.
Luego, El Guatemala le dijo a su novia que se arreglara para ir al carnaval de Santa Ana. En eso estaba cuando El Flaquito volvió a meterse a la vivienda, pero esta vez su impertinencia le costó la vida: tras gritarle que se saliera porque Jessy se estaba cambiando, Daniel llevó la reprimenda al límite. De nuevo, con ayuda de El Oros, lo llevó al punto donde yacían El Rocky y el viejo borracho. El frío acero del cuchillo fue lo último que sintió El Flaquito.
Lo maté porque te estaba espiando por la ventana y te quería coger”, se justificó Daniel con Jessy cuando regresó por ella a la habitación.
EL CANIBALISMO
El corazón de El Rocky, cuyo nombre era Rogelio Aburto Araiza, nunca fue encontrado y lo sepultaron sin él. Luego de ser detenido, El Guatemala aclaró todo: luego de asesinar al viejo borracho, lo colocó al lado de El Rocky y la visión de su cadáver le provocó un coraje indescriptible.
Metí una de mis manos en su pecho, sentí las vísceras y los pulmones; luego sentí el corazón y se lo arranqué. Le di dos mordidas, era duro y chicloso, luego lo tiré. Lo mordí para que no volviera a sentir”, explicó Daniel tras su captura ese 28 de julio, hace justo 88 días.
Las autoridades presumen que el órgano fue devorado por la fauna del lugar. El viejo borracho, identificado como Máximo Olvera Vergara, y El Flaquito, de nombre Vicente Arturo Cortés Celis, no se salvaron de la saña de Daniel: a ambos les amputó las manos y las orejas. “Las manos por tentones y las orejas para que no escucharan lo que les estaba haciendo”, argumentó.
LA VIDA DE DANIEL
Aunque dice tener 17 años, las autoridades no pudieron encontrar algún registro de la identidad de El Guatemala, ni familiares que la corroboren. En entrevistas posteriores a su captura dijo ser originario de Tapachula, Chiapas, donde fue vendido por sus padres a uno de sus tíos a la edad de seis años. El precio fue de 200 pesos.
-¿Si encontramos a tus papás, quieres verlos?, le preguntó una persona cercana al caso.
Sí, quiero preguntarles por qué me vendieron por 200 pesos y a mis hermanos no los vendieron”, respondió.
El cuerpo de Daniel está lleno de cicatrices. Relata que desde pequeño su tío lo golpeaba con el canto de un machete y a veces con un martillo. El hombre trabaja en ferias de pueblo armando los juegos mecánicos y cuando ese empleo los trajo a la Ciudad de México, El Guatemala decidió escaparse y comenzar a laborar en las ferias por su cuenta.
Daniel está en un centro de reclusión para menores en conflicto con la ley, bajo proceso penal por el delito de homicidio. De ser encontrado culpable podría alcanzar una pena de cinco años de internamiento. En el lugar ya tuvo problemas con algunos encargados y comienza a destacar como líder de los internos, a decir de las autoridades. Inclusive pidió que llevaran a Jessy para una visita conyugal, lo cual no le ha sido concedido.
La mujer, también de 17 años, fue llevada con su madre a su casa en Xochimilco, pero se sabe que volvió a abandonar el hogar. Actualmente se desconoce su paradero.