POP CORNER: Aquí en la tierra como en el ciberespacio: Las nuevas estrellas virtuales.

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POP CORNER: Aquí en la tierra como en el ciberespacio: Las nuevas estrellas virtuales.

Foto: Vanguardia
No cabe duda de que, por lo menos hablando del espectáculo, el futuro no solo nos alcanzó, sino que en muchos aspectos ya nos ha superado, y como dijeran los dadaístas: “Art is dead. Long live art, the machine art”.

El fin de semana pasado tuve el placer de visitar la Exposición “Björk Digital” que se presenta en las instalaciones del CENART y la experiencia no pudo ser más impactante. Esta es la segunda ocasión que llega a México esta exhibición inmersiva incluye contenidos en realidad virtual y audiovisuales producidas por la islandesa y otros artistas que abren su creatividad hacia nuevos espacios de interacción tecnológica.

Este proyecto surge a partir de Vulnicura, el disco de Björk, y que explora la interacción entre el lenguaje del cine, la música y las posibilidades digitales, principalmente la realidad virtual y los videos 360.

La propuesta de Björk no puede ser más vanguardista y es muy recomendable para cualquier tipo de público, sobre todo, para quienes gustan de disfrutar los nuevos espacios que la simbiosis entre la música y el universo digital ha generado.

Se dice que históricamente hablando, las primeras décadas de cada siglo traen a la humanidad grandes revoluciones a nivel cultural, y hace precisamente un siglo, abría sus puertas la primera Galería Dadá en donde un grupo de artistas y creadores llamado “Cabaret Voltaire” expresaban su desencanto ante la tradición romántica del arte y proponían una nueva estética a través piezas en las que se mezclaban fotomontajes, frases de poesía aisladas, pancartas y recitales espontáneos en  una  continua provocación hacia el público.

El Dadaísmo derivó en el surrealismo, y uno de sus manifiestos fue “El arte ha muerto, larga vida a la maquina artística”.  

Este concepto no pudo ser más profético, y en el cine en el año 1920 se exhibe “El Golem” una película alemana que narra la historia de un ser de arcilla que protege a los judíos de la persecución. 

Este sería quizás el primer héroe no humano o robot de la pantalla de plata, y tan solo unos años después, en 1928 es presentado “Eric” un ser metálico británico que era capaz de ponerse de pie, mover los brazos y variar la posición de su cabeza.   

Eric sería la primera estrella androide del espectáculo y antecesor de creaciones robóticas que van desde la maligna María de la cinta “Metrópolis”, hasta R2D2 y C-3P0, de Star Wars, el carismático Data de “Star Trek”, Hal de “A Space Odyssey”, Sonny de “I Robot” o “The Matrix” hasta Sofía, la primera robot con ciudadanía que visitó recientemente México. 

Musicalmente hablando la tecnología aplicada ha sido una gran fuente de evolución, de las cajitas suizas de música del siglo XIX a la actualidad “el dulce canto de las computadoras” propuesto por los alemanes de Kraftwerk ha generado grandes avances culturales a través del sonido “sintético”. 

Ya en plena era digital, es de llamar la atención el gran éxito de Miku Hatsune, la superestrella del pop japonés que no es humana sino una proyección virtual con millones de seguidores globales.

La era del arte tecnológico profetizado hace un siglo ha llegado a nuestros días y su expansión es toda una vertiente del espectáculo: los conciertos virtuales, las estrellas, la realidad aumentada, la tecnología 360, y la neuromúsica están marcando una revolución que es el signo de nuestros tiempos y me hace pensar que la inteligencia artificial está logrando que los robots sean cada vez más humanos, y los humanos seamos cada vez más robóticos.

¿Quién triunfará en esta paradójica carrera hacia el mañana post-humano?

Por lo pronto, el arte y los espectáculos binarios están logrando sorprendernos y mientras pienso en todo esto, me entero de que Elton John anuncia su despedida de los escenarios con un tour virtual en donde su “Rocket Man” viajará al mismo tiempo y por todo el planeta a través del espacio sideral de la red.

No cabe duda de que, por lo menos hablando del espectáculo, el futuro no solo nos alcanzó, sino que en muchos aspectos ya nos ha superado, y como dijeran los dadaístas: “Art is dead. Long live art, the machine art”.