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Polvo eres y en polvo… de estrellas te convertirás
Las preguntas han estado ahí desde siempre y cada generación de humanos se las ha hecho: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde voy? Irremediablemente solos y ante un universo que no hace más que ignorarnos, por milenios hemos querido encontrar en cosas como la religión, un sentido a este vacío que nos consume.
Pero la ciencia va demostrando cuán íntimamente conectada está la vida en la Tierra con el universo, y ahora parece ser que al fin ha encontrado la respuesta, aunque tal vez haya estado ahí desde siempre. Quizás usted haya escuchado esa expresión que afirma que los humanos somos “polvo de estrellas”, un dicho que muchos interpretaban con esa sensación de interconectividad que tenemos o debemos de tener con todo el universo.
La frase era de Carl Sagan, astrofísico y divulgador científico, y quien ayer hubiera cumplido 86 años. Sagan decía que “el nitrógeno en nuestro ADN, el calcio en nuestros dientes, el hierro en nuestra sangre y el carbono en los pasteles de manzanas fueron hechos en el interior de las estrellas. ¡Estamos hechos de polvo de estrellas!”. Se refería a que luego del Big Bang nacieron los átomos de hidrógeno con los que se formaron las estrellas, y de las cuales surgió la materia que dio pie a la vida como la conocemos.
Pero un hallazgo reciente ha iluminado aún más los orígenes cósmicos y confirmó que Sagan lo decía de forma literal: los humanos estamos hechos de polvo de estrellas. Cada átomo de nuestro cuerpo tiene una historia de origen cósmico.
Fueron los resultados de una investigación que un grupo de astrónomos y astrofísicos del Sloan Digital Sky Survey (proyecto de astronomía que, desde 1998, trabaja para hacer un mapa detallado del universo) realizó con la ayuda del megatelescopio instalado en el Observatorio Apache Point en Nuevo México. El grupo dio a conocer que luego de analizar la información sobre los elementos químicos presentes en las atmósferas de 150 mil estrellas y con una técnica conocida como “espectroscopia” –donde se puede observar a través del polvo de nuestra galaxia, porque utiliza longitudes de onda infrarrojas, llegando así a la luz que se emite desde dentro de una estrella y midiendo también la profundidad de los parches oscuros y brillantes en el espectro de luz– han podido determinar los diferentes elementos de lo que están hechas.
El resultado ha sido un gran catálogo de estrellas de la Vía Láctea, que confirma que los seres humanos y las estrellas tienen alrededor del 97 por ciento del mismo tipo de átomos y todos los elementos cruciales para la vida en la Tierra, como son carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, fósforo y azufre.
Por citar sólo un ejemplo, el fósforo es un componente crítico de nuestro ADN y nuestras células, dientes y huesos, y está también presente en las estrellas, algo que revela una profunda huella cósmica en nuestros orígenes.
Los científicos aclararon que las proporciones de esos elementos difieren entre los seres humanos y las estrellas. Por ejemplo, los humanos somos aproximadamente el 65 por ciento de oxígeno en masa, mientras que el oxígeno representa menos del 1 por ciento de los elementos medidos en el espacio.
En una especie de proceso evolutivo, la proporción de cada elemento de la vida difiere dependiendo de la región de la galaxia y de que las estrellas en sus afueras tienen menos elementos pesados necesarios para la vida, como el oxígeno, que las regiones ubicadas más al centro de la Vía Láctea.
“Es una gran historia de interés humano que ahora somos capaces de mapear la abundancia de todos los elementos principales encontrados en el cuerpo humano a través de cientos de miles de estrellas en nuestra Vía Láctea”, dice Jennifer Johnson, astrónoma de la Universidad de California que formó parte del equipo científico que participó en esta investigación.
Así que en miles de millones de años, cuando termine la vida del Sol, mucho después de que cada uno de nosotros hayamos muerto, el polvo de estrellas que alguna vez estuvo dentro de nosotros formará parte de una nueva nebulosa, a partir de la cual se formará una nueva estrella. Así que no lo dude, usted y yo somos “polvo de estrellas”, y en el futuro nuevas estrellas nacerán de nosotros.