Política post elecciones

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Política post elecciones

Acaban de pasar las elecciones y su efecto económico empieza a sentirse. A pesar de no tener más de una semana de haber sucedido, el mundo político y su efervescencia se encuentran aún en una forma transitiva, para algunos los resultados son sinónimo de victoria, para otros de derrota. En cualquier caso y dejando de lado lo político, la economía empieza a asimilar lo sucedido y han empezado los cambios.

El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ganó 11 de las 15 gubernaturas en juego el 6 de julio, dejando dos para el Partido Acción Nacional, una para Movimiento Ciudadano y una más para el Partido Verde. Los resultados políticos no son sorpresivos del todo, pero las implicaciones políticas sí lo son. En general, Morena gobernará 16 estados, la mitad de la Ciudad de México, lo que representa más del 60 por ciento de la población del país. Lo importante es que sólo tres estados en su poder tienen indicadores de competitividad por arriba del promedio nacional o más claro, por arriba del promedio del Producto Interno Bruto. Además, estos estados concentran más del 65 por ciento de la población en pobreza. Caso contrario es con el partido Movimiento Ciudadano, que tendrá a gobernados de Nuevo León y Jalisco, que entre los dos representan el 19.5 por ciento del Producto Interno Bruto nacional y menos del 30 por ciento de la población en pobreza. Pero el caso más importante está en la Ciudad de México, donde Morena gobernará sólo a la mitad de la población, las más pobres en ingreso y con mayores niveles de marginación, como Neza o Iztapalapa. En términos presupuestarios, Morena perdió el 63 por ciento de los ingresos de las alcaldías, cuando anterior a esta elección tenía el 90 por ciento. 

La consecuencia económica inmediata es la disputa que se dará por el nuevo presupuesto para el año 2022. El aspecto fiscal tomará una relevancia inusual, ya que por un lado es claro que el país necesita más recursos para poder superar la contingencia sanitaria y los daños económicos causados por ésta; por el otro, los partidos de oposición no querrán darle al Presidente instrumentos para aumentar su popularidad dado el inicio de la carrera presidencial del 2024, sin contar en medio de estos años, la revocación de mandato que enfrentará en 2022. La política fiscal que empezará a negociarse en septiembre próximo determinará lo que suceda en el 2022 y en el 2023. Tomando en cuenta que la economía se encuentra en un proceso de recuperación, es necesario invertir en infraestructura carretera, salud y educación urgentemente, por lo que se dejó de hacer en 2020. También entrarán en cuestionamiento algunos de los megaproyectos presidenciales que bajo la óptica de los partidos de oposición son innecesarios en estos momentos que se requiere más apoyo para la lucha contra la contingencia sanitaria o para el regreso a clases.

Lo que sin duda ha cambiado de inmediato fue el grado de confianza sobre México para la inversión extranjera tanto directa como en cartera. Esto se reflejó de inmediato al siguiente día de las elecciones, cuando empezaron a fluir las inversiones que se encontraban detenidas.  Esto se reflejó de inmediato en el mercado bursátil, que rebasó los 51 mil puntos en el indicador. Las perspectivas empresariales en sus pronósticos también mejoraron, mandando la señal a los mercados de producción y consumo de crecimiento de hasta el 6.15 por ciento, como lo dijo claramente el secretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera. De esta forma, según los expertos, México deja en claro que es una democracia madura y capaz de hacer frente aun a los retos de intentos dictatoriales, como lo han mencionado intelectuales nacionales como Héctor Aguilar Camín o Enrique Krauze.

Sin embargo, la parte negativa que sigue prevaleciendo en el ambiente económico es la nula recuperación del empleo en el sector formal. El informal está teniendo un avance que, a pesar de ayudar a la población a hacer frente a sus necesidades, no contribuye en realidad al crecimiento económico del país. De acuerdo a los últimos datos del INEGI, el 57 por ciento de los empleos están en la informalidad, y dada la falta de apoyos gubernamentales en este sector, y la depredación fiscal gubernamental, no se vislumbran cambios en el corto plazo. El empresariado nacional sigue requiriendo apoyos en aspectos tecnológicos y de capacitación por parte de los órganos educativos, que por el momento no están fluyendo. Tampoco se ha visto una recuperación salarial por las condiciones incipientes de reactivación económica, pero no es un tema que parezca preocuparle a la nueva legislatura, y mucho menos a la actual.

Ahora más que nunca, los estados no morenistas recibirán por obvias razones políticas menos apoyo desde el centro del país si los legisladores no trabajan por la distribución igualitaria de los ingresos fiscales. Habrá la tentación de los diputados del partido en el poder de apoyar aquellos estados que estén alineados a los designios presidenciales. En los siguientes dos años habrá 8 elecciones estatales que definirán el mapa político del país justo antes de las elecciones presidenciales del 2024. La tentación será grande para utilizar el presupuesto nacional como herramienta política para influenciar a la población.

Finalmente, el 6 de julio se logró la división de México desde una perspectiva económica perfectamente clara. Los estados más ricos del país prefirieron votar por otras opciones diferentes a Morena. Los estados en donde la pobreza predomina, decidieron seguir el llamado del presidente y mantenerse como parte de la 4T. Los estados “fifís” tomaron distancia, así lo dicen los otros datos.