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Poder Judicial Local: ¿Es la moral un árbol de moras? (2)
Estos hechos teatralizados ocurrieron la semana pasada en una reunión del Pleno de los Magistrados del Poder Judicial de Coahuila.
Primer acto.
Los Magistrados lucen solemnes con su toga e imaginan -todos menos uno- que con su pura vestimenta proyectan respeto y autoridad entre ellos mismos y a los ciudadanos que los mirarán en el sitio web del Tribunal.
Hoy es un día especial, por ello añaden a esa solemnidad pletórica de reverencia, un rostro circunspecto y reflexivo. Hoy es el día en el cual, habrá de ser aprobado el presupuesto del poder judicial.
Entra el magistrado presidente Miguel Mery a la sala del Pleno. Todos los magistrados, menos uno, se ponen de pie y derraman sobre Mery una cascada de aplausos y elogios, tales como: “¡qué bien se ve, magistrado presidente!”; ¡el COVID lo rejuveneció!; ¡su luz ilumina el futuro de este Poder!”
Mery, apenado pero no, con sus ojos de monaguillo de Catedral, inclina su cabeza y se toca con ambas manos el corazón para pedirles que tomen asiento.
Segundo acto.
Con tono ceremonioso e impostado, acorde a la pompa y circunstancia del momento, Mery informa al Pleno o instancia de mayor jerarquía dentro del cuerpo judicial, que desde septiembre tuvo a bien enviar al Gobernador el proyecto de presupuesto del Poder Judicial para que éste lo presentara ante el Congreso del estado.
Todos los Magistrados, menos uno, aplaudieron de pie, mientras desgranaban comentarios como estos: “chingao, qué orgullo tener un presidente magistrado proactivo”; “¡usted es un visionario, Dios lo proteja!; “es un honor estar con Miguelón” y “larga vida a su estirpe”.
Tercer acto.
El único magistrado que nunca se puso de pie para aplaudir o emitir un elogio desmedido, Luis Efrén Ríos Vega, preguntó: “¿venimos hoy, presidente magistrado, para que usted nos informe que ya había enviado el presupuesto al Gobernador o para aprobarlo -como Pleno- de acuerdo a la legalidad impuesta por los artículos 11 y 14 de nuestra Ley Orgánica y luego, sólo entonces, enviarlo al Gobernador?
El Pleno enmudeció. Las máscaras de solemnidad, respeto y autoridad de todos los magistrados -menos uno- cayeron al piso, donde estallaron en mil pedazos.
Los magistrados Gabriel Aguillón, Juan José Yañez Arreola y María Luisa Valencia cuestionaron a Ríos Vega por su oposición irracional y falta de entusiasmo para aplaudirle al presidente magistrado Mery.
El magistrado Ríos Vega con sorna les respondió: “yo estaría encantado de aplaudir, pero una vez que la Ley se cumpla a cabalidad y este Pleno discuta, modifique y apruebe el proyecto presupuestal para ser enviado al Gobernador. No antes, como ustedes”.
A María Luisa le dio un soponcio. A Juan José le bajó la presión. Pero el magistrado Aguillón, fuera de sí, agarrado por sus compañeros para contenerlo, alcanzó a gritar enfurecido: “lo que sucede, magistrado Ríos, es que sólo quiere aplausos para usted porque es una persona egoísta; pero cuando no los hay se desquicia”.
Los ojos color miel del Magistrado Mery miraban acuosos y enternecidos la fiereza con la cual era defendido por sus compañeros. Pero su fuero interno le suplicaba: “No llores Miguel, no te quiebres. Recuerda: tú eres lo máximo. No muestres debilidad”. Mientras Manuel Gil, oficial mayor del Tribunal Judicial, enviaba mensajes de texto a las columnas políticas para blasfemar en contra del magistrado Ríos Vega.
Epílogo.
La moral es un árbol que da moras para los Magistrados del Poder Judicial de Coahuila, con excepción de uno. No es, la moral, por desgracia, un concepto que guíe con profundo sentido ético sus acciones en beneficio del bien común.