Poder
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Mucho se habla de la gratitud, pero nadie explica las circunstancias a las que esta debe insertarse. Échenle la culpa a la culpa, gracias a ella podemos sentirnos mal por ser ingratos. Es decir, no sabemos a veces que agradecer, pero, invariable e intuitivamente nos abarca esa sensación de que no estamos correspondiendo lo que se nos da.
1. A quien no es agradecido se le considera un cínico, a pesar de que el término implique muchas más cosas. No obstante, me trae a la mente un consejo que me hacía una ex jefa: “no seas cínico”. Obviamente jamás he seguido su consejo. Sin embargo, más allá de jactarme de esta actitud sólo me viene a la mente el hecho de que el cinismo es tolerado bajo algunas circunstancias sin ser cuestionado. Pongo por ejemplo “Me & My Bitch”, una oda a la novia perfecta, salpicada con algunas ideas misóginas. En un contexto no musical podría ser cuestionada, pero… The Notorious B.I.G.
2. No conozco a alguien que no albergue el deseo de hacer algo “prohibido” o moralmente cuestionable sin repercusiones. De aquí se desprenden todo tipo de ideas, incluso algunas mórbidas y complicadas. No obstante, hay quienes se conformarían con ir caminando, llevándose de encuentro a quien se les atraviese, como Richard Ashcroft en el video de “Bitter Sweet Symphony”.
3. No puedo atinar a la complejidad de los deseos ocultos. Supongo que dependen de muchos factores, pero sin duda yacen en lo más hondo de la consciencia de las personas. Sin embargo, asegurar que son prohibidos porque son secretos o viceversa es un ejercicio de una esterilidad comparable a la pregunta del huevo y la gallina. Me vienen mejores ideas a la cabeza (ya puestos a hablar de ocio) para hacer con todas esas oscuras, retorcidas y bellas fantasías y este es el de bautizar discos, quizás por eso My Beautiful Dark Twisted Fantasy, de Kanye West es uno de mis títulos favoritos.
4. El esposo de la segunda de las Kardashians es un experto en hacer proclamas incómodas. No se necesita demasiado en un mundo en el que la corrección política coarta hasta la opinión más banal. Está de más decir que junto a las declaraciones polémicas, cualquiera que estas sean, hay otras cosas que son mal vistas como la arrogancia y el engreimiento, características que son condenadas por el resto de los abnegados mortales. Al señor West y a su socio Jay Z, esto parece no importarles y mejor cantan “Who Gon Stop Me”. Digo, en caso de que a alguien le quede duda.
5. Cantaba Freddie Mercury (otro a quien no le importaba un carajo la opinión ajena), “I’m a shooting star leaping through the sky”. Por el contrario, convirtió su voz en celebración y muchas de sus letras en himno. “No me detengas ahora”, decía. Créame, señor Bulsara. Esté donde esté, nadie lo va hacer.
6. Hay un encanto en los fanfarrones que seduce a muchos. A mí, al menos, me fascinan estos personajes. El escritor Ruy Xoconostle lo define de una mejor manera al hablar del dechado de virtudes que es Lionel Messi y de un personaje petulante como Lebron James, ante quien el argentino no tiene la menor oportunidad, al menos en lo que a carisma se refiere; ni siquiera con toda la tinta que le han puesto en la piel ni con todo el decolorante del mundo, el culé dejará de ser lo que todos sabemos: un boy scout. Aquí aparece una canción, de nuevo, para ilustrarlo de mejor manera: “Screams from the haters, got a nice ring to it / I guess every superhero need his theme music”. Esto es la celebración del poder.