Pobreza galopante

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Pobreza galopante

Ilustración: Vanguardia/Esmirna Barrera
A la gente que parece pobre se le discrimina, se le aparta de las oportunidades elementales

Muchas veces van juntas la pobreza económica con la pobreza de conocimientos. La insuficiencia para cubrir las necesidades básicas aparece en comunidades con bajos estándares de educación. Los habitantes de estas comunidades son doblemente pobres y tienen la percepción de que no saldrán nunca de esa condición económica y social.
En la región de Latinoamérica y el Caribe, dos de cada 10 habitantes son extremadamente pobres, y el 12% de la población total –un total de 70 millones de personas– vive en pobreza extrema.

A la gente que parece pobre se le discrimina, se le aparta de las oportunidades elementales. A los pobres se les evita y entonces la esperanza desaparece de su horizonte de vida… la esperanza, un sentimiento en extinción.

Una madre hará lo que sea para sostener a sus hijos frente la ausencia del padre, exponiendo su dignidad porque el hambre de los suyos debe solucionarse. Su mirada no llega más allá de la sobrevivencia.

La pobreza no es un karma como lo podría interpretar algún ser iluminado de esos que no han padecido carencias, tampoco es la antesala del paraíso; es un cáncer galopante que transita en todos los puntos cardinales de un País que se desgaja por la delincuencia institucional, la opacidad de sus líderes y la impunidad con la que se protegen los que han empobrecido más a los parias contemporáneos.

México es un país de pobres, de los que se ha abusado permanentemente. En vísperas de cada elección presidencial, con dedazo o sin dedazo, sin protagonista eterno o con él, quienes anhelan el poder deben fraguar nuevas promesas para conseguir sus propósitos, pero en el 2018 no podrá ser igual.

El voto diferenciado será determinante, más que la fuerza de los partidos políticos, los electores de la base de la pirámide aceptarán públicamente las dádivas en víveres o en efectivo pero votarán en secreto por las propuestas que les parezcan más confiables.

Las estadísticas oficiales se concentran en los llamados polígonos de pobreza pero existe más pobreza que la que se muestra en apariencia; hay una, real y profunda, que no se detecta a simple vista.

La clase media en el Siglo 21 es la clase media baja del siglo pasado y, como van las cosas, la pobreza seguirá creciendo exponencialmente.
Visité una zona aledaña a la falda del Cerro de la Mitras en la parte correspondiente a Santa Catarina, Nuevo León, municipio de mil kilómetros cuadrados que colinda con Coahuila.

Un indicador de alta pobreza del sitio es el mal manejo de los residuos sólidos urbanos y es que se ve la acumulación de bolsas de basura en las banquetas de las calles, de manera indiscriminada. Los camellones están salpicados de cadáveres de perros y muebles viejos.

Lo más lamentable es encontrar las cañadas del Cerro de las Mitras inundadas de basura y junto a ellas viviendas de madera y cartón. Esto no es parte de una favela brasileña, es un lugar dentro de un área metropolitana mexicana.

Que si estos habitantes citadinos fueron en un principio “paracaidistas” y que ahora tienen la propiedad legal de los terrenos en los que se asentaron porque los propietarios originales llegaron a un acuerdo ganancioso con las autoridades, es una cosa, otra muy distinta es que en las colonias de esta zona donde la pobreza galopa y golpea hay niños y adolescentes a merced de las drogas.

El contexto de suciedad cotidiana es un escenario que constituye la realidad profunda que se inserta en la manera de vivir de las comunidades que la padecen. Por supuesto la gobernanza es algo que aquí debería practicarse porque la responsabilidad es de todos.