Planes

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Las personas hacen planes o no. No hay demasiada vuelta de hoja. En mis caso, yo siempre he tratado de evitar hacerlos. Cuando los hago, sobre todo a largo plazo, me estreso, me convierto en una persona irritable y ansiosa.  

1. Durante las últimas semanas me he convertido en un sujeto bastante diferente al que solía ser, sobre todo en cuestión de anticiparme al futuro. Me iré durante unos meses de la ciudad en la que he vivido cinco años y planeo regresar. Y, aunque algunos amigos ponen en duda mi retorno, me consuelo, como siempre, escuchando música; buscando la melodía adecuada que empate con mis sentimientos. Cosas como “See you later aligator” y otras más que incluyan en su letra palabras palabras referentes al adiós como “goodbye”, “chau” y otros sinónimos usados en las despedidas temporales o definitivas.

2. Últimamente he puesto mucho “Vuelvo”, cantada por Francisca Valenzuela. Me gusta más que la versión original de Inti Illimani. No obstante recordar a esta agrupación chilena también me hace pensar que durante el próximo año y medio estaré 10 horas más cerca de mis padres, con quienes crecí escuchando todo tipo de artistas de folclore latinoamericano.

3. Me gusta pensar que tengo un soundtrack para cada momento de mi vida, como el personaje de Jack Nicholson en As Good as It Gets: ese escritor maniático, huraño y políticamente incorrecto. En estos momentos quisiera tener un playlist que redondeara todas estas horas previas a la mudanza, pero la ansiedad me impide pensar con claridad. Sólo recuerdo canciones que nada tiene que ver con lo que siento. Quizás esa es mi verdadera banda sonora. Quizá debería resignarme.

4. Por fortuna tengo amistades que saben de mis necesidades. Así, una de mis mejores amigas me armó su muy particular playlist de despedida. Uno especial para mi viaje al que tituló, muy apropiadamente, “Luz al norte”. Me llamó la atención la elección del nombre, sobre todo porque en mis épocas de escenógrafo trabajé para un grupo de teatro llamado Luz del Norte. No soy supersticioso, pero creo en las señales. Es mi manera de decir que muchas veces el escepticismo me causa una gran flojera.

5. Escucho la selección de canciones. Me gusta, está llena de canciones etereas, instrumentales... Ideales para un viaje por carretera. Aunque, en esta ocasión opté por volar. A pesar de eso, me imagino manejando por la carretera 57 rumbo al norte de México mientras escucho a Tobias Jesso Jr. cantando “But honey I’m tired/ Tired of the wait” y me pregunto si alguien me esperará cuando decida volver.

6. Preparo mis maletas tratando de hacerlo con el menor asomo de melancolía posible, mientras escucho “The Look” de Metronomy. El resto de mis posesiones estarán guardadas durante 18 meses en el cuarto de lavado de una amiga esperando mi regreso. Mientras tanto, ya estoy planeando otra despedida para enero de 2018 y canto. “This town’s the oldest friend of mine”.