Pertenecía cura pederasta a red pornografía infantil

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Pertenecía cura pederasta a red pornografía infantil

Hechos. El sacerdote también fotografiaba a los menores y compartía las fotos en un red de pederastia internacional. / Archivo
Detalla que tenía miles de fotos donde abusaba de menores

CDMX.- La condena histórica de 63 años de cárcel contra el sacerdote pederasta Carlos López Valdés por los delitos de abuso sexual y corrupción de menores es solo el principio. El proceso continúa y ahora el objetivo serán sus encubridores, encabezados presuntamente por Norberto Rivera Carrera, recientemente jubilado de la Arquidiócesis de México.

El cura pederasta, de 74 años, no solo abusaba de sus monaguillos, también los fotografiaba para intercambiar las imágenes en una red internacional de pornografía infantil que manejaba desde las parroquias donde oficiaba sus servicios religiosos.

 “Él tenía un arsenal de fotos pornográficas. A él le gustaba hacerse fotos cuando abusaba de los niños. También le gustaba tomarles fotos a los niños desnudos. Tenía miles de fotos en su computadora. Cuando dejé la iglesia pude sacar sólo un disco, pero tiene cientos de discos. También tenía fotos en memory stick”, Jesús Romero Colín en una entrevista incluida en mi libro “Prueba de fe: la red de cardenales y obispos en la pederastia clerical”, prologado por el Obispo Raúl Vera y cuya edición de bolsillo sale a la venta en estos días.

El padre Carlos además de pederasta es pornógrafo. Su vida transcurría entre abusos sexuales, material pornográfico y Dios”
Jesús Romero Colín, testigo

“El padre Carlos además de pederasta es pornógrafo. Su vida transcurría entre abusos sexuales, material pornográfico y Dios. Él en la mañana me masturbaba, salía, daba misa y las señoras le basaban la mano”, dice Jesús.

Los menores abusados sexualmente por este sacerdote, ahora encarcelado, fueron testigos de cómo manejaba la red de pornografía infantil, intercambiando fotos con gente de México y Estados Unidos particularmente, y relacionándose con homosexuales y otros sacerdotes que tenían las mismas preferencias.

Las fotos no son profesionales, más bien fueron hechas sin encuadre, ni enfoque o zoom, a veces sin la suficiente iluminación. Se trata de niños y adolescentes explotados, esclavizados, violados siempre por el mismo hombre que luce complacido posando para la selfie, sonriente, feliz, porque se sabía impune y protegido.

Las imágenes que viajaron por Internet para ser intercambiadas, donde según la Interpol, existen más de cuatro millones de zonas que contienen este tipo de material que exhibe el mercado del abuso sexual infantil y del cual, los ministros de culto no están exentos. Un negocio que general miles de millones de dólares anualmente.