Perros, héroes de corporación policiaca

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Perros, héroes de corporación policiaca

Foto: Vanguardia/Archivo

Me pregunta la gente que de dónde, que cómo hago para sacar historias: “Oye, tú ¿de dónde sacas tanto?”.

Y yo les digo que no tiene chiste, que basta caminar las calles de la ciudad y mirar para todas partes.

En cada acera, en cada quicio de puerta, doblando la esquina, hay una buena historia.

Sólo hay que saber mirar y oler, para descubrir y contar esa historia que viéndola muchos, no la ven.

Así, caminando por la calle, un día me topé con la historia del Escuadrón Canino de la Policía Estatal Operativa.

Un montón de perros callejeros, de raza, pero al fin callejeros, que a la postre se han convertido en los héroes de la corporación.

Un labrador, un pastor alemán, un mastín, rechazados e irresponsablemente echados a la calle por sus dueños.

Quién iba a decir que uno de esos perros “sin dueño”, “El Scub”, conseguiría el mayor récord de detección de cargamentos de droga y localización, por su olfato extraordinario, de fosas clandestinas de cadáveres, de esas que también hay en Coahuila.

Los perros que nadie quería por desmadrosos, los que rompían las mangueras del agua, destrozaban muebles, jugaban con el tanque de gas y se la vivían de pata de perro todo el día.

Los perros que rescató la Unidad de Adiestramiento, dependiente de Readaptación Social, y que ahora prestan un servicio invaluable a la nación.

Sin duda una buena historia, una historia de perros, perrona, y para la que no se necesita poseer un olfato de perro, una vista telescópica o un oído aguzado, sólo caminar y mirar alrededor.

El escuadrón canino es hoy uno de esos claros ejemplos de lo mucho que se puede hacer con tan poco.

Nadie quería al “Harris”, ni a “Soldado”, ni a “Catalina”, hasta que Luis, el veterinario y entrenador de la Unidad de Adiestramiento Canino los encontró y les cambio la rebeldía por disciplina.

Hace algunas semanas leía yo una nota sobre un can al que habían jubilado, luego de 12 años servicio.

Y me acordé de esta historia que publicamos hace cosa de un año en el Semanario.

Nada, le digo, cosa de intuición, de sensibilidad, de hallarle sabor a la vida…