Perdón, perdón, perdón

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Perdón, perdón, perdón

Perdón es una palabra colmada de significado histórico y humano. En la tradición hebráica existen 3 niveles de perdón ligados al Yom Kippur o día de la expiación, del perdón y del arrepentimiento desde el corazón.

Sí no perdonamos, “permitimos al dolor del pasado quedarse con nosotros en el presente. Dejemos ir el pasado y enfoquémonos en el futuro. ¡El pasado terminado está!” (Selijá)

Podemos arrancar el dolor cuando nos damos cuenta que “la afrenta ocurrida tenía que suceder por alguna razón”. No hacerlo nos enferma. ¡Sanemos desde la comprensión! (Mejilá).

Perdonar “nos exige limpiar toda la negatividad y reemplazarla con un amor más fuerte y más profundo” con la persona o situación que nos agravió. ¡Amemos ya, desde la reconciliación! (Kapará).

Estos tres niveles están relacionados para integrar una cosmovisión integral del perdón en su sentido más humano y profundo.

Empero, ¿por qué los judíos no han aplicado esas palabras para reconciliarse con sus hermanos palestinos y, por el contrario, buscan repetir el Holocausto que sufrieron en la II Guerra Mundial?

Las preguntas es válida porque, en palabras del sacerdote y pacifista, Desmond Tutu: “sin perdón no hay futuro” porque éste, complementa Paul Ricouer, “constituye el horizonte común de la memoria, la historia y el olvido”.

En ese sentido, el perdón posee una doble funcionalidad, de acuerdo a Hanna Harendt: “es la primera facultad política que nos permite superar la irreversibilidad del pasado” y es también, “la promesa-pacto -como segunda facultad política- que nos permite superar la impredictibilidad del futuro”.

El valor político del perdón radica en la voluntad que genera para liberarnos del pasado y acotar el futuro para evitar la repetición de acciones humanas genocidas.

Para ello, Arendt insiste: “solamente el amor (como expiación y arrepentimiento desde el corazón) tiene el poder de perdonar” y de fusionar en ese acto, “las nociones de dignidad, compasión, amor y derecho humano”.

Desde esa perspectiva, ¿por cuáles hechos habría de pedir perdón AMLO, más allá de torcer la historia con perdones cosméticos?

Pido perdón porque no tuve la estatura moral de Nelson Mandela -para decir “todos aquellos que se han encontrado en la tesitura de estar en prisión y tratar de transformar la sociedad, el perdón es natural porque no tienes tiempo de pensar en represalias”. Fui un luchador social incapaz, una vez en el poder, de abandonar mis resentimientos personales y deseos de venganza contra mis enemigos.

Pido perdón porque he ignorado, despreciado y criminalizado -en palabras de Javier Sicilia, a las víctimas de la violencia “en nombre de una transformación intoxicada de muerte y odio”. No tengo la empatía emocional para ello.

Pido perdón a las mujeres -víctimas de feminicidio- o de violencia intrafamiliar y a los familiares de los desaparecidos por la violencia que asuela el país, por no tener la inteligencia emocional para comprender su dolor, su rabia y su impotencia.

Pido perdón porque utilizar la fuerza del Estado -no de las instituciones inscritas en un juego democrático, porque ¡al carajo con ellas!- para perseguir a los enemigos reales o imaginados de la 4T.

Pido perdón por el clima de polarización y odio que he generado entre clases populares contra clases medias y altas; y entre “la raza de bronce” o mi pueblo contra los blancos mexicanos.

Pido perdón por despreciar la inteligencia -brillante y luminosa- de artistas, literatos, músicos, editorialistas, científicos sociales y de ciencias duras para privilegiar la simpleza y la sabiduría del pueblo bueno.

Pido perdón por colectar miles de millones de pesos de distintas fuentes -fideicomisos, rifa del no avión, ahorros por la lucha contra la corrupción y el huachicoleo, etcétera- sin transparentar o rendir cuentas sobre los mismos y utilizarlos para ganar las elecciones del 6 de junio próximo, la revocación de mandato en 2022 y las elecciones presidenciales en 2024.

Yo, Andrés Manuel López Obrador, pido perdón por ser y estar. Pero aún así, ¡la 4T va!


Luis García Abusaíd
PANÓPTICO